Saber agradecer
Cuando le hagan un favor, sea agradecido.
Lo planteamos porque, con relativa frecuencia,
olvidamos reconocer a ese ser que nos dio la mano.
Muchos hijos, por citar solo un ejemplo,
olvidan todos los sacrificios de sus padres.
También hay personas arrogantes que,
a pesar de que se les hace un favor, responden con ingratitud.
Su exagerada autoestima les impide ver la bondad de los demás
y piensan que los otros están obligados a servirles.
Hay otros que solicitan un favor
y si por alguno motivo no se les puede ayudar,
se llenan de resentimientos y traducen sus palabras en groserías.
El tema del agradecimiento,
más allá de que el favor nos solucione nuestros problemas,
es fundamental.
¿Por qué?
Porque dar gracias es dejar claro que nuestro corazón sí tiene memoria.
De las pocas veces que el Señor Jesús se quejó
fue cuando curó a diez leprosos y solo uno volvió a darle gracias.
Éste era un samaritano que, según el esquema social de la época,
era un ciudadano de segundo orden.
No se queje por lo que a su juicio le falta,
agradézcale a Dios por lo que tiene.
Hay muchos que saben y tienen menos que usted
y, sin embargo, son felices.
Si ayudamos a la gente en la medida de nuestras posibilidades,
estamos haciendo cosas positivas para nuestro futuro.
Pero también es fundamental ser agradecidos con quien nos brinda una ayuda.
Recordemos: Quien sirve, presta a Dios;
quien agradece, vuelve a ser bendecido por Él.