Se me desborda el vino de la copa,sangrando entre los dedos hacia el suelo;ofrecido está el brindis: y es tu pelola única vestimenta que te arropa.
Ven a beber, que el corazón galopasobre el llano del pecho, y un revuelode atavíos de seda y terciopelo
flanquea ya el hatillo de mi ropa.
Del soneto Nº 610, de Francisco Alvarez Hidalgo
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