NO HACER NADA
–¿Cómo se hace para no hacer nada?–
He ahí un interrogante que Hamlet no se imaginaba,
pero que el hombre de este vertiginoso siglo no puede eludir.
Resulta que uno recibe de la sociedad dos grandes mensajes contradictorios:
–Hay que trabajar, hay que producir, hay que matarse para vivir mejor.
–Hay que descansar, hay que procurarse ocio,
hay que disfrutar, hay que desenchufarse,
olvidarse del ministro de Economía,
viajar, cambiar de aire, gozar del ocio, y no hacer nada.
¿Cómo se hace?
Y llega el gran día, y uno ya está en el lugar ideal,
elegido, premeditado, y...
Ahí uno descubre el tiempo.
Todo el año le falta tiempo, y de repente a uno le sobra tiempo.
Y para eso no estamos preparados.
Porque la nuestra es civilización del negocio,
es decir negación del ocio;
mucho trabajo, eficiencia, y cuando nos ponemos a descansar...
no sabemos cómo se hace.
Les diré cómo se hace:
hay que practicar el ocio, como se practica el negocio.
Sí, practicarlo, como practican los atletas, los músicos, y los cantantes.
Todo reclama disciplina.
Es todo un trabajo no hacer nada, lo sé.
Es todo un aprendizaje.
Lo que más vale en la vida, más cuesta, no en dinero sino en esfuerzo mental,
de corazón, de disciplina interior.
Hay que aprender a disfrutar el ocio de cada semana.
Una vez a la semana.
Sin aparatos ni fugas a lugares espectaculares.
Disfrutar es seleccionar entre los frutos y saborearlos.
Y vivir lo que se está viviendo.
FELIZ MIERCOLES
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