El amor no sólo se da y se recibe, el amor necesita ser trabajado, construido, fortalecido y protegido.
Toda relación pasará por sus altos y bajos, pero para que el amor perdure ha de tener dedicación diaria, esfuerzo por ambas partes, aceptación del uno y el otro, arrepentimiento, perdón y saber ceder de vez en cuando. El amor es bellísimo, pero requiere de trabajo, como todo lo bueno.
Es maravilloso sentir amor, sentir las cosquillas que invadiendo el alma, dilatando las pupilas y conmoviendo hasta nuestras células. El amor trae una sensación de bienestar que nos hace sonreír porque sí,
sin ningún motivo aparente, y nos emociona con los más pequeños detalles…
Pero la rutina hace de bruja rompecuentos;transformando lo bueno en malo. Es como el tiempo que devora a la princesa mientras espera ser rescatada, el tiempo que convierte en calabazas los sueños de cenicienta, y el tiempo que desvela que bajo la máscara de príncipe guapo hay realmente un sapo cualquiera. Así de destructor es la rutina con en el amor.
Hoy en día, la solución inmediata es el divorcio, la separación, o el tiempo. Pareciese que cuando una pareja tiene problemas, la única forma de solucionarlos es evadiéndolos y evitándolos. En otros tiempos las parejas al tener menos recursos legales para poner fin sus compromisos matrimoniales, tendían a buscar más alternativas para reencontrarse. Hoy en la cultura exprés en la que vivimos, si algo no funciona: adiós.
No es fácil mantener viva la llama del amor en una relación. Pero no por ello deberíamos abandonar el barco a la primera tormenta. De recurrentes abandonos, la vida se llena de recuerdos, y de vacíos.