Nuestro piloto
Un hombre observó a un niño que estaba solo en la sala de espera del aeropuerto,
esperando que anunciaran la salida de su vuelo.
Cuando el embarque comenzó, el niño fue guiado por la azafata a su asiento de ventanilla.
Casualmente, el hombre que le observaba, tenía su asiento al lado del niño.
Durante todo el vuelo el niño fue muy correcto y conversaba animadamente,
en un momento sacó de su bolso un libro y varios lápices de colores, y se distrajo
pintado y coloreando diferentes dibujos. No demostraba nada de ansiedad
o preocupación por estar en un avión.
En un momento, el avión entró en una tempestad muy fuerte, las turbulencias
y las sacudidas bruscas me asustaron, como al resto de los pasajeros.
Pero el niño parecía estar en otro mundo, seguía concentrado en sus pinturas
como si estuviera plácidamente sentado en la sala de su casa.
Aterrorizado por la situación, ya que parecía que no íbamos a salir con vida de
semejante tormenta, me llamó la atención el comportamiento de este niño,
ya que en ningún momento expresó miedo alguno.
Casi sin voz por el miedo, le pregunté:
¿No tienes temor, no te das cuanta de que podríamos estrellarnos?.
Con una voz de absoluta paz y levantando los ojos rápidamente de su libro me respondió:
No, no tengo miedo. ¡Mi padre es el piloto de este avión!
Cuantas veces has pasado por fuertes tempestades, por crisis,
problemas, situaciones extremas, de las cuales pensaste que jamás
ibas a salir y sin embargo sin darte cuenta, de repente, todo pasó.
Cuando eso ocurre normalmente pensamos que hemos tenido mucha suerte.
Pero déjame decirte que no es la suerte la que te hace salir de una situación dolorosa.
Sin que lo notes, ni lo veas, tú y yo tenemos un piloto, que nos lleva por este
mundo las 24 horas del día. Él cuida de nosotros, está a nuestro
lado cuando atravesamos las situaciones más difíciles y nos ayuda a llegar
a nuestro destino, sanos y salvos.
Como el niño confiaba en su padre, aprendamos a confiar en ese maravilloso piloto,
que nos cuida y ayuda con muchísimo amor a pasar por cualquier tormenta,
dificultad o problema, por más difícil que éste sea.
Ese piloto se llama: “JESÚS”
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