Olvídate de mí si estás conmigo.
Podemos permitirnos este lujo
de abandonar los nombres,
porque el nombre es razón de los ausentes,
y nosotros estamos en la luz,
en el aire que corta las dulces siluetas,
en el tiempo que ordena las palabras
y en los escalofríos del jardín.
Incluso en la memoria que quiso ser presente.
Después vendrá el otoño
y volverán los nombres a los labios.
Apágame, viajero,
la luz cuando te vayas.
Recuérda