LA BAILARINA
Una joven había tomado clases de ballet durante toda su infancia,
y había llegado el momento en que se sentía lista para convertir
su afición en profesión. Deseaba llegar a ser una primera bailarina
y quería comprobar si poseía las cualidades necesarias, de manera que,
cuando llegó a su ciudad, una gran compañía
de danza fue al teatro y habló con el director.
-Quisiera llegar a ser una gran bailarina-, le dijo, -pero no sé si
tengo el talento necesario o qué me hace falta para conseguirlo-
-Hazme una demostración, le dijo el director.
Pero apenas había bailado unos segundos, la interrumpió,
moviendo la cabeza en señal de desaprobación-.
-No, usted no tiene las condiciones necesarias-, le dijo.
La joven llegó a su casa con el corazón desgarrado,
arrojó las zapatillas de baile en lo más profundo de un armario
y no volvió a calzarlas nunca más. Se casó, tuvo hijos y cuando
se hicieron un poco mayores, empezó a trabajar
como cajera en un supermercado.
Años después asistió a una función de ballet y a la salida se topó
con el viejo director, ella lo saludó y le recordó la charla que
habían tenido años antes, le mostró fotografías de sus hijos
y le comentó de su trabajo en el supermercado, pero al final,
antes de despedirse, le preguntó.
-¿Cómo pudo usted saber tan rápido que yo no tenía condiciones de bailarina?
-¡Ahhh! apenas la miré cuando usted bailó delante de mí,
simplemente le dije lo que siempre le digo a todas, le contestó.
-¡Pero eso es imperdonable! exclamó ella, ¡usted arruinó mi vida,
pude haber llegado a ser primera bailarina! -No lo creo, repuso
el viejo maestro. Si hubieras tenido las dotes necesarias y
una verdadera vocación para bailar, no habrías
prestado ninguna atención a mi comentario.
“Sin duda, si te crees perdido, estás perdido y si crees que no puedes,
no podrás. Si quieres hacer algo pero lo crees imposible,
no creo que triunfes jamás. En la vida no sólo el valiente o
el veloz triunfa, al final el que vence es el que cree que es posible”


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