El cielo amatista
con níveos ramos de nubes
dibuja un angel que llora...
se ríe...corre...juguetea...
se despereza...se arrodilla y ora.
La tierra buena
acuna al árbol y a la flor,
palpa el miedo y la nostalgia
en un rincón del corazón.
Un trueno extraviado
rompe la coraza de la tarde gris,
tiembla el pájaro en el nido,
el cielo se viste de plata y añil.
Cae una estrella,
sólo una, en el universo sin fin,
mis tres deseos presurosos
guarda en secreto la tarde de Abril.
La luna se amodorra
muestra su cara de azúcar y miel.
La brisa recoge murmullos
que trae despacio, en puntas de pie.
Con los ojos del alma,
con voz de tinta y papel,
plena de ternuras y de soles
creo el poema que anida en mi ser.
Dora Forletti