fue la
respuesta del muchacho.
La dama lo tomó de la mano y entraron a la tienda,
le pidió al vendedor
que trajese una media
docena de calcetines para el muchacho. Entonces,
le preguntó si podía conseguirle una vasija con agua y una toalla.
Él se las trajo rápidamente. Ella se llevó al muchacho a la parte
trasera de la tienda y,
quitándose sus guantes, se arrodilló, lavó sus
piecitos y los secó con la toalla.
Para entonces, el vendedor había regresado con los calcetines.
Colocando un par en los pies del muchacho,
entonces ella le compró un
par de zapatos,
y atando el resto de los pares de calcetines, se los
entregó.
Le dio una palmadita en la cabeza y le dijo: "No hay duda, mi
amiguito, te sentirás más cómodo ahora".