No sé cómo viniste hasta mis manos
a llenar las tinieblas de mi lecho,
y a juntar tus encantos con mi pecho
realizando las horas que gozamos.
Aventura perfecta que libamos
en un secreto, bajo el mismo lecho,
hasta llegar al goce satisfecho
y sin saber por qué nos encontramos.
Vibración de contacto sin historia;
un recuenrdo grabado en la memoria
ignorando con quién fue compartido;
porque llegaste al beso de la noche
calmaste mi pasión con tu derroche
y te fuiste dejándome dormido.
Elías Nandino
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