Amanece La Gloria.....
En el umbral abierto a la
esperanza.
La Voz se manifiesta como las Escrituras anunciaban.
María Magdalena, absorta,
le contempla y Él le manda
llevar a sus amigos la Verdad revelada en sus palabras. Dos discípulos quieren comprobarlo,
en el suelo, ordenada, la mortaja,
signo de la Resurrección, y
a uno de ellos se le conmueve
el alma. Se reúnen, por miedo,
en el Cenáculo, con las puertas cerradas.
Al atardecer de aquel glorioso
día,el primero de la feliz semana,
se aparece Jesús a sus discípulos,
en el lugar en el que se encontraban.
Saluda con la Paz y les muestra
las manos taladradas y su
costado hendido por la última lanzada.
Les envía a cumplir con la misión.
El Espíritu Santo les inflama.
Les da el poder de perdonar pecados. Tomás, que era discípulo, no
estaba, no creería sin ver lo que
sus compañeros le narraban.
Ocho días después, Jesús dijo a Tomás que comprobara.
Tomás tocó y creyó. Señor mío
y Dios mío, es la plegaria que pronunció el incrédulo por la
gloria que ante él se desvelaba.
Las almas que, sin ver, en Él
confían son bienaventuradas..
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