¡No corras. Ve despacio,
que donde tienes que ir
es a ti solo!
¡Ve despacio, no corras,
que el niño de tu yo, recién nacido
eterno,
no te puede seguir!
Si vas deprisa,
el tiempo volará ante ti, como una
mariposilla esquiva.
Si vas despacio,
el tiempo irá detras de ti,
como un buey manso.
Juan Ramón Jiménez, Eternidades 1918 poema (XXXVI)