DOÑA ROSITA.
Estás entre algodones
en el altar de mis recuerdos,
viajaste una mañana
dejándome el suave perfume
del verano,
solo llevaste el equipaje
con los años.
A veces los ojos pesan tanto
que no quieren ver el cielo.
Me acompaña tu sonrisa,
tu mano era amor
posada en mi mejilla.
Vas conmigo por todos
los rincones
como antes lo hice yo
en tus entrañas.
Te beso en silencio
no puedo decirte
feliz día,
sé que eres feliz
a tu manera,
allá, en el lugar exacto
adonde van
los humildes elegidos.
Ven aquí, te necesito
quiero sentarme
nuevamente en tus rodillas,
imaginarte regando
la seca enredadera,
verte en cada planta
que florece.
Uniré los pedazos del patio
con los broches caídos
de la ropa,
para jugar después
de la siesta
otro ratito.
Jorge de león.
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