Agua y salud
Por Dr. Daniel Bonet
El calor aumenta la pérdida de líquidos. Conocer las necesidades y cómo reponerlos permite evitar posibles desequilibrios.
En verano conviene protegerse del exceso de exposición al sol (ir a la playa o practicar deporte en las horas menos calurosas), hacer una alimentación más fresca (rica en fruta y pobre en carne) y cuidar especialmente la hidratación del cuerpo, pues la pérdida de líquidos es abundante debido a la mayor transpiración. Beber agua, importante siempre, adquiere en esta época un especial interés, pues no podemos privarnos de agua más de 2 a 5 días, debido al riesgo de deshidratación.
Se calcula que un adulto necesita ingerir a diario unos dos litros y medio de agua. La mitad de esta cantidad se cubre con las bebidas y los alimentos más o menos líquidos (frutas, verduras y hortalizas) y el resto a través de los alimentos sólidos.
Necesidades especiales
Las necesidades diarias de líquido pueden verse aumentadas en algunas circunstancias especiales:
Niños y adolescentes: las necesidades se van incrementando debido al crecimiento y al ejercicio físico. Conviene que beban agua, en detrimento de los refrescos y jugos comerciales. Las necesidades oscilan según la edad: De 1-6 años, alrededor de 1 litro; de 7 a 10, 1,8 litros; y de 1 a 18 años algo más de 2 litros.
Adultos: al nacer, la proporción de agua corporal es del 75%, mientras que en la tercera edad es del 50%. Con el paso de los años se tiene menos sed, pero el organismo necesita más agua, por lo que hay que beber 1,5 litros al día de agua medianamente mineralizada o incluso rica en calcio y magnesio.
Embarazadas: la falta de agua repercute especialmente en ellas y obliga a trabajar más a los riñones. Una buena medida preventiva es tener a mano una botella de agua.
Deportistas: durante el ejercicio físico intenso, el 75% de la energía consumida por los músculos se convierte en calor, siendo la transpiración el mecanismo para mantener la correcta temperatura corporal. Una buena hidratación es fundamental.
Cuándo y cómo beber
El litro y medio de agua que conviene beber cada día debe repartirse a lo largo de la jornada. No se trata de beber una gran cantidad de golpe (lo que sobrecarga la función renal), sino de ir hidratando el organismo con pequeñas cantidades. Los consejos que siguen pueden ayudar:
· Tomar un vaso por la mañana, en ayunas, depura el organismo y reemplaza el agua perdida durante la noche.
· Aunque hay autores naturistas que desaconsejan beber en las comidas, no vemos inconveniente en tomar el equivalente a uno o dos vasos de agua. Claro que la necesidad será menor si la comida es rica en frutas o ensalada. Lo que sí conviene es beber entre comidas y, por supuesto, siempre que se tenga sed.
· Es aconsejable tomar tanto el agua como otras bebidas a temperatura ambiente, ya que los líquidos demasiado fríos provocan un alivio pasajero de la sed.
· ¿Con o sin gas? Hay aguas minerales a las que se les añade anhídrido carbónico, pero no conviene abusar de ellas. Lo mismo puede decirse de las aguas muy mineralizadas que, por tener propiedades específicas, no convienen siempre ni a todo el mundo.
· El sabor del agua proviene de las sales minerales disueltas. El contenido en sales de calcio y magnesio, si es elevado, determina un agua "dura", apta para beber pero con inconvenientes a la hora de lavar. Se considera un agua débilmente mineralizada aquélla cuyo contenido mineral es inferior a 200 mg/l, y rica en sales minerales cuando es superior a 1 g por litro. Estos porcentajes se indican en la etiqueta bajo el epígrafe "residuo seco".
Las aguas ricas en calcio y magnesio pueden ser de interés de cara a las necesidades minerales de niños, adultos y futuras mamás. Pero en general es preferible utilizar aguas poco mineralizadas, tomando las más fuertes y gasificadas sólo de vez en cuando.