¿Has tenido tú alguna vez la experiencia de herir fuertemente a alguien, pero que la persona ofendida te perdonara, quizás con dificultad, pero aceptando tu apología, y el problema se acabó? ¿Recuerdas qué aliviado te sentiste, como si fueras una nueva persona? Así es como Dios sigue perdonándonos a nosotros: él nos vuelve a hacer nuevos cada vez. ¿Vivimos nosotros como perdonados, como pueblo nuevo? ¿Hacemos nuevos a otros con nuestro perdón? --- Encontremos nuevamente en esta eucaristía a nuestro Señor, Jesús, paciente y que siempre nos perdona, como perdonó a la mujer adúltera a quien iban a apedrear.. Mira Primero a Tu Propio Corazón Algunas personas, cuando han pecado, especialmente si ha sido de forma grave, tienen miedo de que Dios las esté buscando para castigarlas, como un policía que tiene que aplicar la ley. Hoy aprenderemos de Jesús que Dios va más allá de la ley, porque perdona, y sigue perdonando. Ésta es la actitud que aprendemos de Dios. Mira a tu propio corazón y date cuenta de que necesitas perdón. Y así, repetidas veces. Entonces, perdonarás también fácilmente a otros.
--- Pidámosle a Jesús esta actitud, incluso cuando todavía sentimos la herida infligida.
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