Como curiosidad, quiero deciros, que este monólogo, pero completo y en el andaluz original,
lo representé yo varias veces, en el salón del Patronato y en la Emisora Parroquial, de jovencita, que tiempos amigas,
y cuando nos juntamos las amigas o las catequistas aun me lo piden y lo tengo grabado recitándolo jaja, me acuerdo de todo, en andaluz es mucho mas gracioso, pero dificil de escribir.
CHIQUITA Y BONITA (Fragmento)
Monólogo andaluz de los hermanos Álvarez Quintero, arreglado al castellano.
Antoñita es una muchacha lindísima, a quien le amarga la existencia su poca estatura. Llega de la calle acongojada.
ANTOÑITA.- ¡Qué quiero estar sola, que no quiero ver gente ... (Se sienta acongojada). ¡Ay! ¡Pobrecita de mí! ¡Pobre Antoñita Valenzuela, que es el hazmerreír de todo el mundo ! Dice mi madre que soy tonta. Sí, sí tonta, a la mas lista le doy yo lo que a mi me sucede. ¡Es mucha pención!... me voy a encerrar en un convento. A la calle no salgo más, ni de noche.
Y eso que a mí me gusta que me digan cosas, siempre que sean
decentes, claro; ¡ pero en cuanto me dicen algo sobre mi estatura, ya estoy de mal humor! Y hoy parece que todos se han puesto de acuerdo para meterse conmigo.
. ¿Pues no me acaba de decir un mal ange que si duermo en la funda de unas gafas? ¡Qué gracioso! ¡ Así se tenga él que sembrar de lentes las narices pa encontrar un garbanzo que llevarse a la boca ¡
¡ Me pongo nerviosa, me vuelvo loca con el dichoso tema. ¿Acaso ser chiquitita es un pecado, señor? Yo soy chiquita sí. Bueno, soy pequeña.
¿Y qué? ¿ Me falta a mi algo ?…Entonces, ¿ qué tienen las demás que no tenga yo? A ver. Son ganas de meterse con una. ¡Vaya! Pero se sufre, se sufre…
Un día en una fiesta, un borracho de esos cansinos, la tomó conmigo y empezó a decirme… ¡Ay, niña, lástima que no tenga usted cuatro deos mas! ¡Y dale! Y… “¡qué lástima que no tenga usted cuatro deos más!” Y vuelta… Hasta que al final me cansé, me volví, le di un zopapo y le dije: “¡Pa que vea usted que no necesito cuatro dedos más, que con estos cinco tengo bastante!”
Se sufre, se sufre. Lo que más me enrabia son las cosas que tocan al corazón. Yo me enamoré de un hombre y él de mí, y no pudimos arreglarnos. Es verdad que ahí se juntaron mi falta y la suya. Él es el hombre más largo que me he echado a la cara; duerme enroscado. Las farolas las apaga soplando. ¿Por qué será que estos grandotes se enamoran de las chiquititas como yo?…
Bueno, pues nos citamos para hablar de lo nuestro y fue un caso. Nunca
nos habíamos visto cara a cara. El me decia agachándose: “Mire usted , Antoñita, me gusta desde que te conozco...” Y yo... alzando la cabeza:
- “Mire, Rafaé, también usted a mi me es mu zimpático...”
-Gracias, Antoñita, es ustad tan bonita.
-Favor que usted me hace Rafaé.
Y así seguimos media hora. A mí ya me dolía la nuca y a él los riñones. En esto se le antoja pedirme una rosa que yo llevaba clavada en el pelo. Le digo que sí, y me pide entonces que se la ponga en el ojal de su chaqueta. ¡Y se tuvo que sentar!
Empezaron a reírse los chiquillos, y las comadres, y hasta el guardia...
Y ahí acabó todo. Aquello era imposible. Pero es por lo que yo digo: no por ser pequeña yo, sino por ser demasiado largo él. ¿ Ay, se sufre, se sufre…
Y, sin embargo, a mí no me convence nadie de que ser pequeñita es una falta, una sobra no es, pero una falta no es tampoco…
Y mi madre dice que los buenos perfumes, vienen en frascos pequeños.
Y hay hombres a quienes les gustan las pequeñas, y les sacan coplas como los poetas. Yo en cuanto oigo una copla ponderando a
las pequeñas, me quedo con ella en la memoria y ya no se me olvida nunca. Como aquella que dice:
“La mujé chiquita
Es un regalo:
Más vale poco y bueno
Que mucho y malo.”
¡Qué talento tenía el que la sacó!
¡ Ay !Se empieza a recordar coplas y no se acaba nunca:
“Mientraz la rosa más chica
Más fino tiene el oló:
Por eso estoy yo queriendo
A esta chiquita flor.”
¡Bendita sea la madre del que lo trajo al mundo! ¡Qué sentimiento más fino! ¿Por qué no vivirá ese poeta en esta calle?
Aunque es imposible que viva ya, ni en ésta ni en ninguna. ¡Esa copla me la enseñó mi abuela! ¡Mi abuela, que me llegaba a la cintura! Parecía una escoba.
¡Bueno, pues tuvo doce hijos! ¡Y de dos en dos!... Para que luego digan.
Y esta:
“Eres chiquita y bonita,
Eres como yo te quiero:
Pareces campanillita
Hecha en casa del platero.”
¡También me la enseñó mi abuela!
¡Total: que las pequeñas les gustamos a muchos hombres!
¡Y a muchos hombres que son poetas!
¿Y hablaba yo de encerrarme en un convento?
¿De quedarme en la casa?... ¡Eso quisieran más de tres larguiruchas!
No, no, Antoñita, no: ¡A la calle ahora mismo! ¡A la calle! ¡Acompañá o sola! ¿Acaso no se me ve?...
¡A ver si entre tanto ezaborío que me echa en cara el tamaño que tengo, me tropiezo con uno de esos de las coplas, se me pone delante y me cierra el paso y me dice con toda su alma:
“La pimienta es chica y pica
Y sazona los guisos:
¡Tú eres chiquita y me tienes
El cuerpo desazonado!”
Que como me lo diga, yo juro en cruz que voy a contestarle:
“Gasto dos tercios de falda,
Y una tercia de tacón:
¡Pero tengo un corazón
Más grande que la Giralda!”
¡A la calle ahora mismo!
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