Febrero 10 de 2013
Nuevamente, por la gracia de Dios, nos encontramos para pensarnos desde su amor, sobre todo si consideramos que su presencia no nos sustrae de la realidad, nos anima a vivirla. Así es, en aquel lugar encantador de Galilea, su palabra, su presencia era causa de aglomeración y de atenta escucha, para volver a lo mismo; el lago los esperaba para su función cotidiana, la pesca y desde la barca enseñaba. La historia, las circunstancia de la vida es el punto de partida de la predicación de Jesús, por eso lo suyo no son elucubraciones. La vida es así, la realidad es paradójica, asusta y preocupa pues constantemente nos recuerda que “perecemos”
«Remad mar adentro, y echad las redes para pescar.» Fue lo que se escuchó en medio de ese movimiento de aguas y de brisa arrebatadora ante la frustración de un trabajo en vano. «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada” Experiencia del sentido trágico de la vida; ante tanto cansancio y esfuerzo la nada es lo que prevalece, pareciera que al final es la paga, pues “nada sacia”. Hay algo confuso en la vida del hombre que no se resuelve y es ese “¿Qué sentido tiene la vida?”
“Por tu palabra, echaré las redes.» Respondió Pedro, con la certeza de la verdad que había escuchado y visto a lo largo de aquella región donde había sido testigo de la fuerza especial que tenía en la vida de cada hombre, era salvadora. Así fue, la preocupación de una vida sin frutos valiosos, sin una respuesta verdadera, sin ánimo alguno para avanzar, sin horizonte y estática, sin más, aburrida y desencantada, obligaba a arriesgar en el nombre de Jesús, su presencia era la principal motivación “Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red” Ante la imposibilidad humana Dios actúa de la marera más prodigiosa, sacando de la nada la vida, el ánimo y la esperanza ante tantas dificultades que se nos presentan en ese mar tormentoso y carente de sentido que a veces se nos presenta en la vida. Nuestro Señor Jesús, está ahí siempre lo ha estado, en la palabra, que la Iglesia comunidad de creyentes, nos entrega; en la Eucaristía donde se nos ofrece sacramentalmente en su cuerpo y sangre.
Después de la confesión de Pedro: “Apártate de mí que soy un pecador” Jesús no pierde su condición: “desde ahora serás pescador de hombres.» Él es el amor, el perdón, por eso es el camino y la verdad y arrebatados por este amor, que redime al hombre de su frustración, desencanto y tristeza, de sus egoísmos; lo levanta a una vida nueva de encuentro con los otros en el amor que se nos entrega.
Vivamos estos días en la cercanía de tan gran presencia, con el ánimo que sus palabras nos infunden y con el alivio que la fuerza de su espíritu nos genera, a fin de que nuestra actuar revestido de amor tan grande re direccione nuestras vidas en acciones dignas y justas con quienes nos son cercanos.
Hagamos de este “Saludito” una cadena de oración por quienes padecen de algún sufrimiento. Algunos destinatarios, han dado a conocer necesidades apremiantes que ponemos en las manos de Dios para que los llene de fortaleza, anime y si es su voluntad sean curados de sus enfermedades.
PAZ y BIEN en el Señor Jesús. Ernesto B. / Docente del Colegio de la UPB
FELIZ DIA
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