El canto mozárabe 01
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Se
conoce como canto mozárabe (aunque una denominación más precisa sería
visigótico o hispánico) a la expresión musical asociada a la liturgia
hispánica, propia de la Iglesia visigoda española y que pervive hasta
nuestros días.
Historia del canto hispánico
La historia de este sistema musical está íntimamente unida al desarrollo de la liturgia a la que sirve.
Origen del canto hispánico
Se
sabe poco sobre el origen y la formación de la liturgia hispánica y
sobre el canto asociado a ella. Obviamente, el origen se halla en
relación con la expansión del cristianismo en la península Ibérica
durante los primeros siglos de nuestra era. Las provincias de Hispania
fue una de las primeras en ser cristianizadas de la parte occidental
del Imperio romano, hecho favorecido por tres importantes factores:
La numerosa población de origen romano.
La pronta actividad evangelizadora en Hispania.
La existencia de ricas comunidades judías antiguas.
La influencia de la liturgia sinagogal
La
importancia del culto sinagogal judío en la Liturgia cristiana y en su
expresión musical es patente, sobre todo, en dos aspectos:
La salmodia (recitación de salmos).
La lectio (lectura de la Biblia).
Interrelación con otros sistemas musicales cristianos
Aparte
de la liturgia judía, hubo otros factores que influyeron en la
formación y configuración de la liturgia y el canto hispánicos. Entre
estos cabe citar elementos prerromanos y romanos. Las diversas
liturgias religiosas de la Antigüedad contenían, todas ellas, sistemas
de recitación y de organización tonal. La interrelación cultural que se
produjo en el territorio del Imperio romano hace muy difícil distinguir
unas de otras, sobre todo cuando entran en contacto cristianos de otras
áreas de Oriente y Occidente. Desde luego se puede apreciar un sustrato
común en las liturgias cristianas de las distintas áreas del Imperio,
sobre todo entre las occidentales que nos han llegado más completas: la
romano-gregoriana, la milanesa o ambrosiana y la hispánica. Este
sustrato común se ve reflejado, sobre todo, en la evolución de los
responsorios, cantos salmódicos de origen judío que eran silábicos y
que en estas tres liturgias se convierten en melodías muy melismáticas
y adornadas.
Otro ejemplo es la evolución común del recitativo, que
en las tres liturgias citadas parte de una cuerda madre en Re,
siguiendo un esquema de ascenso-descenso Do-Re, Re-Do.
La fijación del canto hispánico
Tras
la instauración en la mayor parte de Hispania y el extremo suroriental
de la Galia del Reino visigodo de Toledo, se consolida la unidad y
especificidad de la Iglesia hispana, aferrada a la tradición latina y
en continua lucha con el arrianismo de los nuevos gobernantes
visigodos. La filiación del clero católico hispano a la población
romana, frente al clero arriano, de origen germánico, fija en la
península Ibérica], más que en ningún otro lugar de Occidente, las
tradiciones culturales del Imperio. De hecho, el caso español es una
excepción de desarrollo cultural en estos tiempos turbulentos, que
termina cuajando durante el III Concilio de Toledo, cuando el rey
Recaredo se convierte, con sus nobles visigodos, al catolicismo.
La
fijación del canto hispánico queda reflejada en los cánones conciliares
y en los escritos eclesiásticos. Definitivamente se incorpora el
sistema musical grecorromano a través de las obras de Boecio, Casiodoro
y Marciano Capella, popularizadas en las Etimologías de san Isidoro de
Sevilla, y la organización de los distintos cantos se asume en los
diversos misales, códices litúrgicos y reglas monásticas.
En este
periodo cristaliza también la influencia de otras liturgias cristianas:
de la Ambrosiana se recoge el Himno, muchos compuestos por los padres
españoles; se incorporan tradiciones, como la Schola, de la liturgia
romana; y las melodías melismáticas de origen oriental se multiplican
por la presencia bizantina en la costa oriental de la Península.