Construcciones religiosas
Iglesia de San Andrés
Tras la conquista cristiana, en 1500 se llevó a cabo el bautismo
masivo de la población mudéjar de La Alpujarra y la consagración de las
mezquitas en templos cristianos para las nuevas parroquias erigidas.
Este plan de iglesias parroquiales se manifiesta como el principal
elemento en un programa de castellanización de carácter
político-religioso, que adopta la técnica mudéjar, de herencia medieval
y autóctona, para la construcción de los templos.
En la Taha-vicaría de Andarax, a la que pertenecía Fondón, las
parroquias fueron erigidas bajo la advocación de Santa María de la
Encarnación, aunque la mayoría de ellas cambiaron de titular
posteriormente, al independizarse. Así, San Andrés de Fondón fue en un
principio, entorno a 1502, una iglesia aneja a Santa María de Codbaa
(actual Fuente Victoria) independizándose posteriormente en un momento
indeterminado del siglo XVI, y San Juan Bautista de Benecid lo hizo en
1742.
Las antiguas mezquitas fueron sustituidas por templos de nueva factura
a partir de 1530. Sabemos que la iglesia-mezquita de Fondón debió
arruinarse pronto, pues en 1527 y 1528 se decía misa en una casa
alquilada a un morisco.
Centrándonos en San Andrés de Fondón, su aspecto original, y hasta la segunda mitad del siglo XVIII, debía ser muy parecido a la iglesia parroquial de San Juan Evangelista de Paterna del Río, finalizada en 1548: planta basilical dividida en tres naves mediante tres arcos sobre pilares, con coro alto a los pies, capilla mayor cuadrada diferenciada por arco toral y cabecera recta; muros de ladrillo combinado con cajones de mampostería o tapial; y un sistema de armaduras compuesto por una de limas rectangular en la nave central, dos de colgadizo para las laterales y otra de limas cuadrada sobre la capilla mayor. Exteriormente, y adosada al templo por un lateral de la cabecera se situaba la torre.
Reformas conocidas de este primer periodo son la restauración tras el incendio de la rebelión de los moriscos entorno a 1575 y en la que trabajaron Juan Alonso, como carpintero, y el albañil Francisco Gutiérrez; la construcción en 1620 de una capilla para el Cristo en la capilla mayor, y que probablemente sea la conocida posteriormente como de la Purísima; y obras importantes de mantenimiento en 1662. Todas ellas no modificaron esencialmente su aspecto.
En cuanto a sus ornatos no hay constancia de retablos y púlpito hasta los primeros años del siglo XVIII. Fueron, lógicamente, miembros de las familias oligárquicas como los Del Moral, Moya, Godoy, Ramírez, Casanova, Yanguas, Campos,… las que contribuyeron al embellecimiento del templo y de sus capillas e imágenes.
Fue a partir de 1760 cuando se empezaron a acometer las transformaciones que le han dado al templo su aspecto actual. La primera fue la construcción del camarín del Cristo de la Luz en la cabecera del edificio, modificando el sentido espacial, muy al gusto barroco, y en el que destacan las pinturas de su falsa cúpula, de escuela granadina, y su tipología de “torre”, de escasos ejemplos en Andalucía Oriental.
La segunda gran transformación fue la ocultación de sus armaduras por bóvedas barrocas, de yeso y cañizo. El arranque de las bóvedas, tanto en la nave central como en las laterales, se hace con una molduración de entablamento, que rodea todo el perímetro del templo, excepto en la capilla mayor, y sobre la que se articulan arcos fajones y lunetos. Los arcos que separaban las tres naves tuvieron que rebajarse, y se decoraron con una estrecha serie de molduras de estuco y un pequeño resalte en la clave, y sus pilares, con molduras que tratan de imitar al orden toscano. El último arco lo ocupó un amplio coro alto con dos tribunas, sobre un arco carpanel, decorados con estuco con motivos geométricos. En la tribuna del lado del evangelio se colocó en 1796 el órgano, obra de Tomás Pavón, y que ocupa la caja del órgano anterior, de 1760, probable obra de Joaquín Jiménez. La capilla mayor se cubrió con una bóveda vaída, decorada con molduras pareadas de estuco dispuestas de forma radial a partir de una estrella central.
La tercera transformación es la que ha dado al templo mayor personalidad. A finales también del XVIII se elevó un cuerpo la torre porque no se oían bien las campanas en todo el pueblo y su vega. Era muy importante que se escucharan para regular bien los riegos y la administración de medicinas a los enfermos. El resultado fue una torre alta y esbelta que recuerda a las de Andalucía occidental, aunque sin ornamentación de cerámica vidriada. Sus distintos cuerpos se van retranqueando al ganar en altura, y destacan el cuerpo de sobrecampanas, de planta octogonal con pilastras que flanquean los vanos, y el tejado o chapitel de aguja piramidal que se recubre con tejas o escamas de pizarra. Esta torre es, sin duda, el emblema y el orgullo de todo el pueblo.
En la Guerra Civil se destruyó la mayor parte de su patrimonio histórico-artístico: imágenes, retablos, cuadros, orfebrería,… Se conserva parte del órgano, el retablo del siglo XIX de la Virgen de los Dolores, alguna pieza de orfebrería, y su archivo parroquial.
La devoción de Fondón a la Virgen de las Angustias llegó desde la ciudad de Granada en el siglo XVII. Muchos eran los vecinos que al morir dejaban en sus testamentos misas por su alma y limosnas para la Virgen de las Angustias en su Santuario de aquella ciudad.
La devoción llegó a ser tan grande que un grupo de vecinos se decidió a fundar una hermandad para venerarla en Fondón. Era el año de 1694 cuando don Martín de Azcargorta, arzobispo de Granada, a cuya archidiócesis ha pertenecido Fondón hasta hace unos 40 años, aprobó las constituciones. De dos años antes consta la noticia más antigua de la presencia de la Virgen de las Angustias en el pueblo: el testamento de Bernarda Gómez es el más antiguo que se ha encontrado en el que se nombra a la Virgen en Fondón.
Por entonces su fiesta se celebraba el Viernes de Dolores, y debido
a la poca capacidad de la ermita, se llevaba en procesión al templo
parroquial, y así fue hasta finales del siglo XIX, cuando además se le
empezó a hacer fiesta junto al Cristo de la Luz en el mes de septiembre.
La construcción de la ermita no parece ir más allá de 1693, según los
datos conocidos hasta ahora. Probablemente se hizo a expensas de
numerosos vecinos, y fue en su principio un edificio enormemente
sencillo: era un templo mudéjar de planta de cajón y armadura de
madera, como tantos otros de La Alpujarra, de reducidas dimensiones (la
actual nave), y de cuyo aspecto nos podemos hacer una idea si vemos la
actual ermita de la Reina de los Ángeles, en Fuente Victoria. Desde un
principio la capacidad de la ermita era reducida para celebrar su
fiesta, por lo que ya desde el primer año, la Hermandad solicitó a la
Parroquia se trasladase en procesión la imagen al templo parroquial de
San Andrés.
A pesar de estar establecida ya esta costumbre, para más comodidad y
solemnidad en las celebraciones litúrgicas, la ermita se amplió en
torno a 1710, y adquirió sus dimensiones actuales: por el cabecero, en
el lado de poniente, se prolongó primero con el presbiterio, y a
continuación, con el camarín de la Virgen, cubiertos ambos con dos
bellas falsas cúpulas, de estilo barroco; en el lado norte se adosaron
la sacristía y la casa del ermitaño, cuyo primer inquilino conocido fue
el gallego Pedro Duro. Exteriormente esta ampliación presentaba una
decoración de esgrafiado de formas geométricas, ya desaparecidas, que
serían parecidas a las que podemos ver en la fachada de la plaza de la
iglesia de Benecid.
Su interior pronto empezó a embellecerse, primero con cuadros y otras
donaciones de devotos, y más tarde, a comienzos de la segunda mitad del
siglo XVIII, con un trono dorado para la Virgen y con la construcción
de un retablo de madera en el altar, que en 1779 estaba terminándose de
dorar; todo desapareció al comienzo de la Guerra Civil.
Lo modesto de los materiales constructivos y la construcción de la
carretera en torno a 1875, han provocado una serie de problemas en el
edificio, derivados sobre todo de la humedad, y que motivaron distintas
intervenciones y obras, que han ido dejando su huella en esta ermita.
Artísticamente destaca en su interior la nave cubierta con armadura de
par y nudillo, con restos de policromía; tras el arco toral decorado
con molduras, la capilla mayor se cubre con una bóveda de media naranja
ampliamente moldurada en su arranque, sobre pechinas decoradas con
veneras y ángeles, y en la que hay unos curiosos bajorrelieves. Tras la
capilla mayor se desarrolla el camarín, de planta cuadrada, cuya
cubierta es asimismo una bóveda de media naranja sobre pechinas,
sustentada en cuatro arcos cuya rosca muy moldurada descansa sobre
pilastras situadas en las esquinas del cuadrado. Las pechinas se
decoran con cabezas coronadas, que se repiten en las claves de los
arcos, veneras y elementos vegetales. En la bóveda propiamente dicha se
desarrolla una decoración geométrica de estuco formando medallones en
cuyo centro aparecen cabezas de ángeles, llamados “putti”.
En su exterior se pueden comprobar los dos momentos constructivos: el
primero con muros de ladrillo y cajones de mampostería, aunque en su
interior son de tapial; el segundo, de muros de piedra y mortero,
recubiertos de enfoscado.
Ermita de San Marcos
La edificación se levantó en el lugar que ocupaba la antigua cruz de San Marcos, que se remontaba a los tiempos de la Repoblación.
Guarda en su interior las imágenes de San Marcos, San Isidro y Santa María de la Cabeza.
Ermita de las Ánimas Benditas
Junto a la ermita de Las Angustias
se sitúa esta pequeña construcción, dedicada a las Ánimas Benditas del Purgatorio, devoción muy extendida por toda La Alpujarra, y de una manera especial en Fondón, y cuyo origen se encuentra en la rebelión de los moriscos y martirio de los cristianos viejos en 1568. Aunque ha sido recientemente reconstruida, se remonta a comienzos del siglo XVII.
Cruces y calvarios
Son numerosos los elementos de religiosidad popular, tanto los
conservados en la toponimia, como los existentes en la actualidad. De
entre estos destacan las cruces de San Bartolo y de Santa Ana. Se
remontan a comienzos del siglo XVII, y la tradición popular las explica
por la intervención de estos santos que en días de tormenta,
protegieron al pueblo y sus vecinos de graves desgracias.
Especialmente significativo es el calvario de Fondón, final de un
espectacular y sentido Via Crucis en Semana Santa. Situado en el paraje
de la Erilla Empedrá, domina todo el pueblo y la vega. Lo constituyen
tres cruces de piedra, labradas con motivos de la Pasión de Cristo. A
mediados del siglo XVII se levantaba en este lugar la Cruz de los
Mártires, que recordaba a los cristianos que murieron a manos de los
moriscos en la Navidad de 1568.
Iglesia de La Encarnación
El templo parroquial de la antigua Codba es un ejemplo excepcional por
aunar, aunque con soluciones modestas, diversas manifestaciones del
mudéjar, gótico, renacimiento y barroco. Su construcción se remonta a
1557, cuando se compra un haza de morales al morisco Lorenzo Melarí
como solar para el nuevo edificio. Entre 1557 y 1560 Juan Trujillo hizo
la albañilería, Pedro de Villanueva, la cantería de las gradas, Melchor
de Melgar, la carpintería, con madera de álamo del Andarax y pino de
fuera, y la viuda de Tenorio proporcionó azulejos y alizares.
Fue quemada durante la rebelión morisca, y después rehecha la armadura por Juan Alonso “el mozo” y un grupo de aserradores franceses. Esta armadura tuvo que ser apuntalada en 1709, y un año más tarde Francisco Márquez levantó las armaduras actuales. A mediados del siglo XVIII fue ampliada con una nave abovedada en el lado de la epístola. La antigua sacristía se ubicaba en la parte baja de la torre, con una bóveda de aristas, mientras que la actual corresponde al siglo XVIII.
En su exterior sobresale en su lado norte una bella y sencilla portada latericia, inspirada en modelos renacentistas, y con un interesante segundo cuerpo, que presenta un nicho con venera, entre semicolumnas dóricas sobre ménsulas, muy deterioradas, y entablamento.
Iglesia de San Juan Bautista
Digno ejemplo de las iglesias rurales construidas en la segunda
mitad del mudéjar granadino, es considerada erróneamente por algunos
autores como iglesia-mezquita. Su exterior manifiesta la tradicional
técnica mixta de cajones de mampostería entre rafas e hiladas de
ladrillo y una cornisa de mensulones de ladrillos doblados, que produce
un gran efecto. La portada de ladrillo muestra finas molduras que
cuelgan del entablamento. En su interior se aprecia su única y sencilla
nave rectangular cubierta por una armadura de lima bordón con tirantes
y cuadrales simples, que es producto de una reforma posterior, y poco
tiene que ver con la original, de la que sólo se conservan los canes de
perfil en S, y algunos pares con decoración.
Las obras de esta iglesia estuvieron a cargo del licenciado
Buenaventura Moyano, beneficiado de Codba (actual Fuente Victoria), de
cuya parroquia dependía el anejo Benecid. En 1562 hacía la albañilería
Alonso Hernández, que utilizó ladrillo y teja suministrados por el
morisco Bernabé Hatit. La armadura fue realizada por Francisco González
y Gaspar de Velasco. En 1579 “la yglesia estava muy buena y enluzida
porque no la quemaron los moriscos” durante la sublevación, aunque hubo
de repararse en 1590 por el albañil Juan Ruiz y el carpintero Juan
Alonso.
A finales del siglo XVII carecía de sacristía y torre, por lo que
entre 1704 y 1706 Juan de la Torre trabajó en la obra de la sacristía,
que fue tasada por Juan de Muros, mientras que la torre se levantó con
posterioridad. La fábrica de la sacristía se diferencia del resto por
el uso exclusivo de mampostería y cantería en los ángulos, cornisa y
ventana.
A mediados del siglo XVIII se adosó a la cabecera un impresionante
camarín para la imagen de Nuestra Señora de la Piedad. En su exterior
destaca una variada decoración de esgrafiado de formas geométricas y
algunas figurativas, además de la bella reja y carpintería de la
ventana –transparente del camarín. A instancias de la hermandad de la
Virgen de la Piedad su interior se decoró, en la década de los 50 del
siglo XVIII, con pinturas murales representando la asunción de la
Virgen con los Apóstoles, numerosos “putti”, tondos con la virgen y el
niño, cartelas con anagramas, guirnaldas, y relieves de follajes,
veneras y volutas.
Ermita de la Reina de los Ángeles
El origen de esta ermita dedicada a la Reina de los Ángeles hay que
buscarlo en don Francisco de Morales, vecino que sobrevivió a la
rebelión de los moriscos siendo un niño, y que era el mayor propietario
del valle a su muerte en 1618. Por su testamento sabemos que había
construido una ermita diez años antes, pero que se le había arruinado,
por lo que mandaba a sus herederos que construyesen una nueva. Pocos
años después estaba reconstruida y durante un siglo fue esta familia la
encargada de su culto. A mediados del siglo XVIII existía ya la
Hermandad para atender la ermita.
Es una construcción sencilla, que tuvo adosada la casa del ermitaño y
la sacristía hasta su reciente restauración, en la que perdió también
los escasos restos que conservaba del esgrafiado geométrico de su
fachada.
A finales del siglo XIX, hubo que modificar el interior de la ermita
para facilitar el cambio de acceso desde la nueva carretera, ya que el
antiguo camino real pasaba por el lado norte, donde se abría la portada
original, que todavía hoy podemos ver.