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De: IGNACIOAL (Mensaje original) |
Enviado: 26/11/2009 09:30 |
LA POESÍA MÍSTICA
TERESA DE CEPEDA Y AHUMADA .
SANTA TERESA DE JESÚS . ( 1515 -1582 ) .
NADA TE TURBE Señale aquí para escuchar este poema.
"Nada te turbe, nada te espante todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta sólo Dios basta
VIVO SIN VIVIR EN MÍ . Santa Teresa de Jesús .
![](http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/2/2b/Teresa_of_Avila_dsc01644.jpg/627px-Teresa_of_Avila_dsc01644.jpg)
Vivo sin vivir en mí
- Vivo sin vivir en mí,
- y tan alta vida espero,
- que muero porque no muero,
- Aquesta divina unión,
- del amor con que yo vivo,
- hace a Dios ser mi cautivo,
- y libre mi corazón;
- mas causa en mi tal pasión
- ver a Dios mi prisionero,
- que muero porque no muero
- ¡Ay! ¡Que larga es esta vida!
- ¡Que duros estos destierros,
- esta cárcel y estos hierros
- en que el alma está metida!
- Solo esperar la salida
- me causa un dolor tan fiero,
- que muero porque no muero.
- ¡Ay!¡Que vida tan amarga
- do no se goza al señor!
- Y si es dulce el amor,
- no lo es la esperanza larga;
- quíteme Dios esta carga,
- más pesada que el acero,
- que muero porque no muero.
- Sólo con la confianza
- vivo de que he de morir;
- porque muriendo, el vivir
- me asegura mi esperanza:
- muerte do el vivir se alcanza
- no te tardes que te espero,
- Que muero porque no muero
- Mira que el amor es fuerte;
- vida, no seas molesta;
- mira que sólo te resta,
- para ganarte perderte;
- venga ya la dulce muerte,
- venga el morir muy ligero,
- que muero por que no muero
- Aquella vida de arriba
- es la vida verdadera:
- hasta que esta vida muera,
- no se goza estando viva;
- muerte no seas esquiva
- vivo muriendo primero,
- que muero porque no muero.
- Vida, ¿Qué puedo yo darle
- a mi Dios que vive en mí
- si no es mejor perderte a ti,
- para mejor a el gozarle?
- Quiero muriendo alcanzarle,
- pues a el sólo es al que quiero,
- que muero porque no muero.
- Estando ausente de ti,
- ¿Qué vida puedo tener,
- sino muerte padecer
- la mayor que nunca vi.?
- Lástima tengo de mí,
- por ser mi mal tan entero
- Que muero por que no muero.
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CÁNTICO ESPIRITUAL . San Juan de la Cruz .
Argumento
El
orden que llevan estas canciones es desde que un alma comienza a servir
a Dios hasta que llega al último estado de perfección, que es
matrimonio espiritual; y así, en ellas se tocan los tres estados o vías
del ejercicio espiritual por las cuales pasa el alma hasta llegar al
dicho estado, que son, purgativa, iluminativa y unitiva, y se declaran
acerca de cada una algunas propiedades y efectos de ellas.
El principio de ellas trata de los principiantes, que es la vía
purgativa. Las de más adelante tratan de los aprovechados, donde se
hace el desposorio espiritual, y ésta es la vía iluminativa. Después de
éstas, las que se siguen tratan de la vía unitiva, que es la de los
perfectos, donde se hace el matrimonio espiritual. La cual vía unitiva
y de perfectos se sigue a la iluminativa, que es de los aprovechados; y
las últimas canciones tratan del estado beatífico, que sólo ya el alma
en aquel estado perfecto pretende.
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Primer
Anterior
2 a 3 de 3
Siguiente
Último
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ESPOSA |
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1. ¿Adónde te escondiste, |
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Amado, y me dejaste con gemido? |
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Como el ciervo huiste, |
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Habiéndome herido; |
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Salí tras ti clamando, y ya eras ido. |
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2. Pastores, los que fuerdes
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Allá por las majadas al otero, |
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Si por ventura vierdes |
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Aquel que yo más quiero, |
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Decidle que adolezco, peno y muero. |
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3. Buscando mis amores,
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Iré por esos montes y riberas, |
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Ni cogeré las flores, |
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Ni temeré las fieras, |
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Y pasaré los fuertes y fronteras. |
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4. Oh bosques y espesuras,
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Plantadas por mano del Amado, |
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Oh prado de verduras, |
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De flores esmaltado, |
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Decid si por vosotros ha pasado. |
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RESPUESTA DE LAS CRIATURAS |
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5. Mil gracias derramando, |
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Pasó por estos sotos con presura, |
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Y yéndolos mirando, |
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Con sola su figura |
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Vestidos los dejó de su hermosura. |
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ESPOSA |
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6. ¡Ay, quién podrá sanarme! |
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Acaba de entregarte ya de vero; |
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No quieras enviarme |
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De hoy más ya mensajero, |
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Que no saben decirme lo que quiero. |
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7. Y todos cuantos vagan,
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De ti me van mil gracias refiriendo, |
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Y todos más me llagan, |
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Y déjame muriendo |
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Un no sé qué que quedan balbuciendo. |
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8. Mas ¿cómo perseveras,
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Oh vida, no viviendo donde vives, |
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Y haciendo porque mueras, |
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Las flechas que recibes, |
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De lo que del Amado en ti concibes? |
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9. ¿Por qué, pues has llagado
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Aqueste corazón, no le sanaste? |
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Y pues me le has robado, |
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¿Por qué así le dejaste, |
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Y no tomas el robo que robaste? |
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10. Apaga mis enojos,
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Pues que ninguno basta a deshacellos, |
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Y véante mis ojos, |
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Pues eres lumbre de ellos, |
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Y sólo para ti quiero tenellos, |
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11. Descubre tu presencia,
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Y máteme la vista y hermosura; |
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Mira que la dolencia |
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De amor, que no se cura |
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Sino con la presencia y la figura. |
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12. ¡Oh cristalina fuente,
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Si en esos tus semblantes plateados, |
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Formases de repente |
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Los ojos deseados, |
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Que tengo en mis entrañas dibujados! |
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13. Apártalos, Amado,
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Que voy de vuelo, |
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ESPOSO |
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Que el ciervo vulnerado |
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Por el otero asoma, |
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Al aire de tu vuelo, y fresco toma. |
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ESPOSA |
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14. Mi Amado, las montañas, |
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Los valles solitarios nemorosos, |
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Las ínsulas extrañas, |
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Los ríos sonorosos, |
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El silbo de los aires amorosos. |
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15. La noche sosegada
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En par de los levantes de la aurora, |
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La música callada, |
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La soledad sonora, |
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La cena, que recrea y enamora. |
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16. Cazadnos las raposas,
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Que está ya florecida nuestra viña, |
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En tanto que de rosas |
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Hacemos una piña, |
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Y no parezca nadie en la montiña. |
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17. Detente, cierzo muerto,
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Ven, austro, que recuerdas los amores, |
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Aspira por mi huerto, |
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Y corran tus olores, |
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Y pacerá el Amado entre las flores. |
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18. Oh, ninfas de Judea,
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En tanto que en las flores y rosales |
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El ámbar perfumea, |
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Morá en los arrabales, |
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Y no queráis tocar nuestros umbrales. |
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19. Escóndete, Carillo,
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Y mira con tu haz a las montañas, |
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Y no quieras decillo; |
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Mas mira las campañas |
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De la que va por ínsulas extrañas. |
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ESPOSO |
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20. A las aves ligeras, |
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Leones, ciervos, gamos saltadores, |
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Montes, valles, riberas, |
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Aguas, aires, ardores, |
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Y miedos de las noches veladores. |
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21. Por las amenas liras
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Y cantos de Sirenas os conjuro |
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Que cesen vuestras iras, |
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Y no toquéis al muro, |
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Porque la Esposa duerma más seguro. |
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22. Entrádose ha la Esposa
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En el ameno huerto deseado, |
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Y a su sabor reposa, |
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El cuello reclinado |
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Sobre los dulces brazos del Amado. |
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23. Debajo del manzano
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Allí conmigo fuiste desposada, |
Allí te di la mano, |
Y fuiste reparada |
Donde tu madre fuera violada.
ESPOSA |
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24. Nuestro lecho florido, |
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De cuevas de leones enlazado, |
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En púrpura tendido, |
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De paz edificado, |
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De mil escudos de oro coronado. |
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25. A zaga de tu huella
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Los jóvenes discurren al camino |
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Al toque de centella, |
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Al adobado vino, |
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Emisiones de bálsamo divino. |
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26. En la interior bodega
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De mi Amado bebí, y cuando salía |
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Por toda aquesta vega, |
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Ya cosa no sabía, |
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Y el ganado perdí que antes seguía. |
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27. Allí me dio su pecho,
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Allí me enseñó ciencia muy sabrosa, |
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Y yo le dí de hecho |
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A mí, sin dejar cosa; |
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Allí le prometí de ser su esposa. |
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28. Mi alma se ha empleado,
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Y todo mi caudal, en su servicio, |
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Ya no guardo ganado |
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Ni ya tengo otro oficio; |
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Que ya sólo en amar es mi ejercicio. |
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29. Pues ya si en el ejido
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De hoy más no fuere vista ni hallada, |
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Diréis que me he perdido, |
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Que, andando enamorada, |
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Me hice perdidiza y fui ganada. |
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30. De flores y esmeraldas
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En las frescas mañanas escogidas, |
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Haremos las guirnaldas, |
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En tu amor florecidas, |
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Y en un cabello mío entretejidas. |
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31. En solo aquel cabello
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Que en mi cuello volar consideraste, |
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Mirástele en mi cuello, |
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Y en él preso quedaste, |
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Y en uno de mis ojos te llagaste. |
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32. Cuando tú me mirabas,
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Su gracia en mí tus ojos imprimían; |
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Por eso me adamabas, |
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Y en eso merecían |
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Los míos adorar lo que en ti vían. |
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33. No quieras despreciarme,
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Que si color moreno en mí hallaste, |
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Ya bien puedes mirarme, |
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Después que me miraste; |
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Que gracia y hermosura en mí dejaste. |
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ESPOSO |
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34. La blanca palomica |
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Al arca con el ramo se ha tornado, |
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Y ya la tortolica |
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Al socio deseado |
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En las riberas verdes ha hallado. |
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35. En soledad vivía,
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Y en soledad ha puesto ya su nido, |
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Y en soledad la guía |
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A solas su querido, |
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También en soledad de amor herido. |
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ESPOSA |
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36. Gocémonos, Amado, |
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Y vámonos a ver en tu hermosura |
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Al monte y al collado, |
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Do mana el agua pura; |
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Entremos más adentro en la espesura. |
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37. Y luego a las subidas
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Cavernas de las piedras nos iremos, |
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Que están bien escondidas, |
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Y allí nos entraremos, |
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Y el mosto de granadas gustaremos. |
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38. Allí me mostrarías
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Aquello que mi alma pretendía, |
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Y luego me darías |
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Allí tú, vida mía, |
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Aquello que me diste el otro día. |
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39. El aspirar del aire,
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El canto de la dulce Filomena, |
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El soto y su donaire, |
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En la noche serena |
Con llama que consume y no da pena
40. Que nadie lo miraba,
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Aminadab tampoco parecía, |
Y el cerco sosegaba, |
Y la caballería |
A vista de las aguas descendía. |
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