A
veces las cosas más simples, nos llevan a comprender que el momento
imperfecto pudo convertirse en mágico, depende tan solo de la forma de
ver y mirar. La percepción, algo inicialmente
tan simple, básico incluso, nos lleva a separar los momentos que tejen
nuestras simples y en ocasiones, lineales existencias.
En
un cajón los momentos ingratos, en otro los indelebles, en el altillo
los marrones, los rosáceos en el primer cajón de la derecha, siempre a
mano por si acaso…
Empeñados
como estamos en catalogar el momento, etiquetarlo como bueno, nefasto o
mediocre, olvidamos el motivo que nos llevó a ponerle o quitarle
matices, excluyendo hábilmente si hace falta, aquellos cuyo recuerdo
producen auténtico dolor...Son realmente distintos, o llegaron
simplemente en el momento menos idóneo ?.
Empleamos
conceptos tan relativos como: felicidad o infelicidad, basándonos en un
patrón universal y previamente establecido, cuando en realidad, dependen únicamente de la filosofía de vida a la que cada individuo se acoge, por considerarla adecuada para un óptimo desarrollo personal y emocional.
Los distintos arquetipos, hacen que reaccionemos de forma muy
diferente ante hechos iguales o de una gran similitud; otro
condicionante es la directa relación entre: causa-efecto, será nuestro
estado anímico elemento determinante, inclinará la balanza, fijando en
nuestra memoria el recuerdo vivido como positivo o negativo.
La vida es comparable a un viaje, acomodados en el lugar que nos corresponde, electo unas veces y otras impuesto, pasamos por ella, y no pocas veces sin pena ni gloria.
Desde el ventanal de nuestros ojos, vemos muchas veces sin mirar, y al hacerlo, dejamos escapar los nimios detalles que a
fin de cuentas, son los que tejen y dan forma a nuestra existencia.
Si vemos el paisaje y no nos detenemos a observar la flor que creció en un recodo del camino; si pasamos
por alto su hermosura, su fragancia, el milagro que la sostiene en un
lugar árido; la mano invisible que le permitió crecer, la función que
ésa simple flor tiene, en este complejo pero perfecto entramado del que
formamos parte…posiblemente estemos pasando por alto, la única
oportunidad de estar y ser, desaprovechando el
más preciado bien que nos fue concedido, regalo del único ingeniero
capaz de conseguir la perfección y cubrirla de imperfección.