Eppur si mueve
Ignacio Escolar
El
bulo es casi más conocido que la teoría heliocentrista. 22 de junio de
1633: Galileo Galilei, 70 años, acusado de herejía ante la Inquisión por defender que la Tierra gira alrededor del Sol, reniega de su ciencia de rodillas, frente a la Biblia.
"Yo, Galileo Galilei, he abjurado como queda escrito por propia
voluntad", dice el manuscrito original, que estos días se puede ver en
Madrid, en una exposición sobre Galileo y la astronomía. una exposición
sobre Galileo y la astronomía en el Museo Nacional de Ciencia y
Tecnología. Tras la abjuración vino la leyenda: "Eppur si muove" (y sin
embargo se mueve), dicen que murmuró, aún postrado frente al tribunal.
La
famosa cita es apócrifa. Al parecer, la inventó 124 años después un
crítico literario italiano, Giuseppe Baretti. De poco le habría servido
a Galileo renegar de sus descubrimientos si terminaba con ese
desafiante "eppur si muove" frente al tribunal de la Inquisición
que iba a decidir su condena. Gracias a que la historia no fue como la
inventaron, la pena fue benévola. Fue sentenciado a cadena perpetua,
pero su amigo y protector, el Papa Urbano VIII, conmutó la penitencia
por arresto domiciliario y más tarde le perdonó. Ni antes ni después
del juicio, Galileo llegó a pasar una sola noche en prisión.
Pero
el "eppur si muove" no sólo es falso, también es insultante para un
Galileo pragmático, como buen científico. El padre del telescopio, que
este año cumple cuatro siglos, no quiso ser un mártir y por eso se
arrodilló para sobrevivir porque de nada habría servido defender la
razón contra la fe ante diez cardenales; porque sabía que los
astrónomos que tras él se asomasen a las estrellas descubrirían la
verdad. Hizo bien. Mártires ya había de sobra.
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"Yo,
Galileo, hijo de Vicenzo Galileo de Florencia, a la edad de 70 años,
comparecido personalmente en juicio y arrodillado ante vosotros,
Eminentísimos y Reverendísimos Señores Cardenales, Inquisidores
generales en toda la República Cristiana contra la herética perversidad; teniendo ante mis ojos los sacrosantos Evangelios, que toco con mis propias manos,
Juro que siempre he creído, creo aún y, con la ayuda de Dios seguiré creyendo todo lo que mantiene, predica y enseña la Santa,
Católica y Apostólica Iglesia Romana. Pero como, después de haber
sido jurídicamente advertido por este Santo Oficio de que debía
abandonar la falsa opinión de que el Sol sea el centro del mundo y que
no se mueva y que la Tierra
no sea el centro del mundo y se mueva, y que no podía mantener,
defender ni enseñar de ningún modo, ni de palabra ni por escrito, la
mencionada falsa doctrina. Y después de serme notificado que la tal
doctrina es contraria a la Sagrada Escritura,
escribí y di a la imprenta un libro en el cual trato de la mencionada
doctrina perniciosa y aporto razones con mucha eficacia a favor de ella
sin aportar ninguna solución, soy juzgado vehementemente sospechoso de
herejía, es decir, de haber mantenido y creído que el Sol sea el
centro del mundo, e inmóvil, y que la Tierra no sea el centro y que se mueva.
Por
lo tanto, queriendo yo levantar de la mente de Vuestras Eminencias y de
todos los fieles Cristianos esta vehemente sospecha, razonablemente
concebida contra mí, con el corazón sincero y fe no fingida, abjuro,
maldigo y detesto los mencionados errores y herejías y, en general,
todos y cada uno de los otros errores, herejías y sectas contrarias a la Santa Iglesia;
y juro que en el futuro nunca diré ni afirmaré, de palabra o por
escrito, cosas tales que por ellas se pueda tener sospecha semejante de
mi; empero que si conozco a algún hereje, o que sea sospechoso de
herejía, lo denunciaré a este Santo Oficio o al Inquisidor u
Ordinario del lugar donde me encuentre.
Juro y prometo cumplir y
observar completamente todas las penitencias que me han sido o me
serán impuestas por este Santo Oficio; y si incumplo alguna de mis
promesas y juramentos, lo que Dios no quiera, me someto a todas las
penas y castigos que imponen y promulgan los sacros cánones y otras
disposiciones generales y particulares contra semejantes delincuentes.
Así Dios me ayude y estos sus santos Evangelios que toco con mis
propias manos.
Yo,
Galileo Galilei he abjurado, jurado y prometido y me he obligado como
queda escrito; y como prueba de verdad he escrito con mi propia mano la
presente cédula de mi abjuración y la he recitado palabra por palabra
en Roma, en el convento de Minerva este 22 de junio de 1633.
Yo, Galileo Galilei, he abjurado como queda escrito por propia voluntad."
Galileo Galilei