Desde
que critiqué el concierto de Juanes han empezado a rodar falsas
biografías que me atribuyen personas que no conozco de nada y a los que
ni siquiera he visto en mi vida. Ayer un amigo me mandó un email donde
me acusan de haber sido pagada por el presidente Aznar, y de haber
trabajado para su gobierno. Jamás ningún gobierno, desde que estoy en
el exilio, me ha pagado por trabajar para ellos, lo que es una pena, con
gusto hubiera trabajado con Esperanza Aguirre, y con gusto hubiera
trabajado para Aznar -aún equivocado durante la guerra-, pero sin duda
alguna ha sido el mejor presidente que ha tenido España. En los años de
su presidencia, España salió en varias portadas de las mejores revistas
francesas como un país que prosperaba económicamente, un país al que se
podía ir a buscar trabajo. Ha sido el último presidente que se reunió
con la disidencia anticastrista dentro de la isla. Que buscaba negocios
en Cuba y que tiraba trompetillas cuando le hablaban de los cubanos que
debían tener los mismos derechos de inversores, bueno, es lo que nos
merecemos por carneros. Lo que no es ni remotamente el caso con Rodríguez Zapatero, que ha hundido a ese país en la miseria económica y en el desempleo.
Lo
que sí es cierto es que desde que yo denuncio a los Castro, la gente de
izquierdas que ostenta el poder me pone barreras y
"tampocomuchomenosjamás" me ha ofrecido un trabajo, e incluso, algunos
escritores de prestigio, y sus agentes literarios, y sus editoriales
-porque hasta han inventado premios y editoriales para sacar a la luz a
escritores oficialistas cubanos que defienden el castrismo
solapadamente y algunos abiertamente-, me atacan con virulencia. Los
tiempos han cambiado, ya no envían agentes para que hagan el trabajo,
ahora los agentes son los escritores y los artistas, con caras de
mosquitas muertas y de medio quendis. Me imagino que así se ahorran un
burujón de salarios.
Ha comenzado
también, además de la pira y del periodismo de culo estreñido, la
calumnia, la mentira; y las echan a rodar desde los blogs de los
corresponsales mantenidos por el castrismo desde la noche de los
tiempos. Nada me asombra, nada me aterra.
Ayer
también recibí otro email, de otro amigo, pidiéndome que me cuidara,
que el castrismo envenenaba con cloruro de potasio en las comidas.
Bueno, de algo tiene que morirse uno. No tengo miedo. No lo tuve en
Cuba, no lo tendré aquí. Y no pierdan tiempo inventándome biografías,
porque no tendrán con qué sostenerlas nunca. Y no se preocupen, les
prometo que les contaré todo cuando escriba mis memorias.