SONETO A CRISTO
CRUCIFICADO ...
ANÓNIMO Siglo XV - XVI
Es
necesario contraponer un rasgo de belleza y serenidad a tanta acritud y
desasosiego como reina entre nosotros. Por ventura no todo está
perdido. Es mucha la gente que ha vivido con humildad y recogimiento
estos días pasados de Semana Santa, porque nunca como hoy en día se
hace más necesario el mensaje de Cristo y cobra más vigor su ejemplo de
sacrificio por el género humano.
"A
Cristo crucificado" es uno de los poemas más hermosos que se hayan
escrito en lengua castellana en todos los tiempos. Se podría ir más
lejos, sin temor a exagerar, si afirmáramos que se trata de uno de los
textos líricos más grandes de la historia de la literatura.
Este
poema fue escrito en el siglo XV español por un poeta que todavía nos
resulta desconocido, aunque durante décadas se atribuyera su autoría a
diferentes místicos, como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz;
también al padre capuchino Torres y al franciscano Antonio Panes. Pero
descartada por lingüistas acreditados la paternidad de estos versos, no
por ello su belleza y maestría disminuyen.
La
grandeza poética de dicho texto reside en su desbordante lirismo. Se
trata de una apasionada declaración de amor a Jesucristo, iluminada por
una fe sin concesiones ni tibiezas. Es una obra maestra del lenguaje
poético, escrito en forma de soneto, que expresa magistralmente la
dimensión humana del hijo de Dios.
Por
su perfecta factura literaria, "A Cristo crucificado" figura como texto
modélico en todas las antologías líricas en lengua castellana desde que
lo incluyera en la suya de Las Cien Mejores Poesías de la Lengua
Castellana Don Marcelino Menéndez Pelayo.
http://blogs.periodistadigital.com/agora.php/2007/04/04/p85661
CRISTO CRUCIFICADO . VELÁZQUEZ .
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
SONETO :
Catorce versos de once sílabas o endecasílabos :
dos cuartetos [o serventesios] y dos tercetos
El anónimo Soneto a Cristo crucificado, también conocido por su verso inicial «No me mueve, mi Dios, para quererte», es una de las joyas de la poesía mística española. Aunque su autor permanece desconocido, se atribuye con gran fundamento al escritor Juan de Ávila, aunque algunos lo atribuyen también al agustino Miguel de Guevara, que lo publicó en su obra Arte doctrinal y modo general para aprender la lengua matlazinga (1638) y a otros autores. Si bien apareció impreso por primera vez en la obra del doctor madrileño Antonio de Rojas Libro intitulado vida del espíritu (Madrid, 1628), circulaba desde mucho tiempo antes en versión manuscrita. El argumento más sólido para la atribución a Juan de Ávila, como señala Marcel Bataillon, es que el precedente de la idea central del soneto (amor de Dios por Dios mismo) se halla en bastantes textos del Santo:
- "El
que dice que te ama y guarda los diez mandamientos de tu ley solamente
o más principalmente porque le des la gloria, téngase por despedido
della." En sus Meditaciones devotísimas del amor de Dios.
- "Aunque no hubiese infierno que amenazase, ni paraíso que convidase, ni mandamiento que constriñese, obraría el justo por sólo el amor de Dios lo que obra." Glosa del "Audi filia", cap. L.
La atribución a Santa Teresa de Jesús no se sostiene porque la mística abulense no supo manejar los metros largos; tampoco puede atribuirse a San Francisco Javier ni a San Ignacio de Loyola,
porque de ellos no se conserva obra poética alguna estimable. Montoliú,
por otra parte, defiende la tesis de que el autor del soneto pueda ser Lope de Vega
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SONETO RECITADO