Miguel Angel escultor Aunque también se dedicó a la pintura y la arquitectura, la verdadera pasión de Miguel Angel fue la escultura. Inició su aprendizaje en el taller de Ghirlandaio para entrar al poco tiempo en la escuela patrocinada por Lorenzo de Medici, donde tuvo como maestro a Bertoldo di Giovanni.
Hacia 1492 realiza el relieve de la Batalla de los Centauros, que
quedaría inconcluso. Toma como modelo a la Antigüedad clásica,
mostrando en un reducido espacio la lucha entre hombres y centauros,
destacando los escorzos de las diferentes figuras.
El cardenal Riario encarga a Miguel Angel en 1496 una estatua de Baco
ebrio, finalizada al año siguiente. Sin embargo, el cliente no quedó
satisfecho y no le pagó el trabajo. El dios del vino se presenta
desnudo, acompañado de un pequeño sátiro, sosteniendo la copa de vino
con su mano derecha y dirigiendo hacia ella su mirada, delatando su
gesto el estado de embriaguez en el que se encuentra.
La Piedad
que se conserva en San Pedro del Vaticano es una obra juvenil,
encargada en 1498 por el cardenal francés Jean Bilhères de Lagraulas.
Se trata de una obra cuya iconografía no tiene precedentes en Italia,
reprochándose al artista la juventud del rostro de María, a lo que
Miguel Angel respondió aludiendo a la pureza y virginidad de la Madre
de Dios.
El David
es considerada su obra maestra. Fue realizado entre 1501 y 1504 para la
ciudad de Florencia, como un símbolo político, emplazándose delante del
Palazzo Vecchio. Tiene 434 centímetros de altura, una escala colosal,
en sintonía con las obras de la Antigüedad. Su desnudez provocó
problemas, siendo incluso apedreada durante el traslado desde el taller
del maestro hasta su emplazamiento. Destaca la grandiosa cabeza de
mirada altiva, que irradia en su gesto una poderosa energía
concentrada.
Pero el proyecto más grandioso emprendido por Miguel Angel sería la tumba del papa Julio II,
mausoleo monumental que recordaría a las tumbas imperiales, integrado
por más de 40 esculturas. Este majestuoso proyecto no se pudo llevar a
cabo, quedando como muestra el espectacular Moisés
que hoy se halla en la iglesia de San Pietro in Vincoli, donde mejor
podemos encontrar la terribilitá que identifica la obra del maestro.
La elaboración de las tumbas de los Médicis en Florencia se prolongará entre 1520 y 1534. En la de Lorenzo
nos encontramos al duque sentado en meditabundo silencio, acompañado
por las alegorías del Crepúsculo y la Aurora. En la de Giuliano, duque
de Nemours, la figura del coraceado guerrero preside la tumba,
acompañado también por dos nuevas alegorías, la Noche y el Día. FUENTE : ARTEHISTORIA http://www.artehistoria.jcyl.es/arte/videos/750.htm
El genio creativo y la ‘terribilità’ en los primeros años de Miguel Ángel
“Dos corazones llevados por un espíritu y un deseo,y si dos cuerpos tienen una alma, crecieron inmortales,ellos como con alas, se alzan ambos hacia el cielo.”
Miguel Ángel, 1532
Durante el Renacimiento, Rafael,
Leonardo y Miguel Ángel, fueron los grandes creadores que se disputaron
el prestigio y la primacía. Los tres desarrollaron el concepto de la
belleza de su época así como imprimieron su propio carácter a la misma.
Influidos en los conceptos del neoplatonismo que estaba primando en la
cultura, desarrollan criterios propios que les harán colocarse como
pioneros. La personalidad de Miguel Ángel contrasta con el humanismo de
Rafael o la noble reserva de Leonardo de Vinci. Aún sus más dóciles
biógrafos tienen que admitir que Miguel Ángel, era irascible, terco,
violento y de temperamento enfermizo. Cuando el Papa Julio II llamó a
su rasgo más notable ‘terribilità’, se refirió no sólo a la fuerza del
espíritu sofocante de sus obras de arte, sino también a su personalidad
inspiradora terrorífica. De esta descripción podemos concluir
seguramente que uno de los rasgos dinámicos más destacados en esa
personalidad era la agresión y la violencia que se acompañaba con
episodios de depresión. Lleno de desprecio hacia sus rivales siempre
estaba listo para lanzar hacia ellos burlas e insultos, pero a pesar de
ello se muestra como el más grande y revolucionario de los artistas
florentinos del Renacimiento.
Cuando se considera a Leonardo da Vinci
en la variedad y complejidad de sus actividades artísticas y
científicas, se afirma comúnmente que el rasgo saliente de su genio
está en su repudio categórico de todo ‘principio de autoridad’ y en su
afirmación del valor exclusivo de la experiencia. Leonardo rechaza todo
sistema o concepto ‘a priori’ de la naturaleza, todo sistema o
teoría del espacio, del mismo modo que ignora deliberadamente la
lección de la Antigüedad. Rafael, por su lado se propuso definir una
‘belleza’ pictórica lo mismo que Bramante una ‘belleza’ arquitectónica.
Es la decoración de las Stanze del Vaticano donde afirma más
su gran tesis: la continuidad absoluta entre la ‘filosofía natural’ de
los antiguos y el dogma católico, la posibilidad
de una síntesis religiosa entre la
tradición de Platón y la de Aristóteles. A Miguel Ángel no le gustaba
ni la pintura de Leonardo o de la Rafael, ni la arquitectura de
Bramante. Leonardo había afirmado la necesidad de la experiencia o de
la práctica y Rafael había realizado su equilibrio con la teoría.
Miguel Ángel reafirma con severa intransigencia, en la primera mitad
del siglo XVI, la tesis platónica de la Idea, (Argan, G. C., 1977). La
idea de ‘belleza’ para Miguel Ángel sólo se podía conseguir mediante
una lucha contra todo lo que es materia y en lo sucesivo resulta
inseparable de una aspiración a la perfección moral, de un sentido
hondo de tragedia. Para los críticos del siglo XVIII, que discutieron
largamente sobre la superioridad de Rafael o de Miguel Ángel, el
primero es el ejemplo de la belleza natural y el segundo de la belleza sublime, es decir de la belleza moral.
Más que ningún otro arte, la escultura
está ligada a la materia, a la masa. Es la pura inercia, lo mismo que
el espíritu es pura aspiración, tensión a la trascendencia. Se dice que
la escultura es un arte que se ejercita “quitando”, es decir por
destrucción física de la materia, del tal modo que la imagen “crece
tanto más cuanto más desaparece la piedra”. El proceso del arte
consiste en esta liberación de la imagen, del espíritu, del peso de la
materia hostil. Además acentúa el volumen y la masa de sus figuras, el
peso y el esfuerzo de los elementos arquitectónicos. Miguel Ángel no se
contenta con concebir la idea formal y dejar a otros la ejecución de la
obra, sino que por el contrario rehúsa la ayuda de colaboradores, ataca
el bloque de mármol con la fuerza del cincel. La ejecución que para
Leonardo era técnica mental y para Rafael ...
experiencia inseparable de la idea, se
convierte para Miguel Ángel en una lucha tenaz contra el carácter
adverso, en un compromiso moral. La Idea no es una verdad a priori,
sino un grado de elección que se alcanza a través del drama moral de la
existencia. Para él, el arte es ‘difícil’ y el mérito del artista
consiste en superar las dificultades y para que observe mejor la
transición de la materia a la forma, algunas partes de sus obras han
sido dejadas visiblemente en estado de esbozo, pero en las señales
rudas del cincel determina la luz una vibración que anima de pronto la
masa y la hace palpitar en el espacio.
Esta lucha y superación contra la
materia y contra las adversidades va a hacer en muchas ocasiones que se
revele en él su carácter violento, el cual va a encontrar una posible
sublimación del mismo en la utilización del cincel como forma de poder
expresar sus emociones e ideas por medio de sus obras.
Miguel Ángel es el segundo de cinco
hermanos y nació el 6 de Marzo de 1475, en Caprese, Toscana, de
Ludovico de Leonardo de Buonarroti Simoni y Francesca Neri. Ese mismo
día su padre escribió: “Hoy Marzo 6 de 1475 un hijo de sexo masculino
me ha nacido y le he puesto de nombre Michelangelo. El ha nacido en
lunes entre las 4 y las 5 de la mañana, en Caprese, donde yo soy
Aguacil.” Según Ascavio Condivi (1553), contemporáneo y biógrafo de
Miguel Ángel que escribía cuando el artista era ya muy famoso el recién
nacido “había de triunfar universalmente en cualquier empresa pero
sobre todo en las artes que regocijan los sentidos como la pintura, la
escultura, la arquitectura”, gracias a una coyuntura astral especial
expresión del designio de Dios. Los Buonarroti eran una familia de
antigua nobleza de Florencia, y sobre este noble origen Miguel Ángel,
siempre tuvo sentimientos contradictorios.
La madre de Miguel Ángel, Francesca
Neri, muere joven, cuando el niño tenía solamente 6 años. Pero ya antes
de esto Miguel Ángel había conocido una infancia gris y fría. Irritable
y dispuesto siempre a responder con respuestas altaneras tendía a
aislarse. Según algunos lo hacia por timidez, aunque según otros se
comportaba de este modo por cierta propensión a desconfiar del prójimo.
El padre reconocio muy pronto la inteligencia del niño y “ deseando que
se dedicase a las letras lo mandó a la escuela del maestro Francesco
Galeota de Urbino, que en aquella época enseñaba gramáticas”. Cuando
estudiaba los rudimentos del latín Miguel Ángel trabó amistad con un
compañero seis años mayor que él, Francesco Granacci, que aprendía el
arte de la pintura en el estudio de Ghirlandaio y lo alentó a seguir la
propia vocación artística. Durante dos años Miguel Ángel estudio
pintura en el taller de Ghirlandaio, luego de los cuales pasó al jardín
mediceo de San Marcos donde Lorenzo el Magnífico había reunido su rica
colección de estatuas antiguas ya había puesto al escultor Bertoldo
alumno de Donatello como conservador de las obras y maestro de los
jóvenes frecuentadores (De Mata, L. 1994).
Ascavio Condivi (1553) traza un retrato
de Miguel Ángel al final de la biografía que escribio en vida del
artista. Lo describe como “un hombre de buen aspecto, de un cuerpo
huesudo y musculoso, sano tanto por el ejercicio corporal como por el
estilo de vida muy sobrio. De piel rosada y de altura media, ancho de
hombros y de cuerpo enjuto. El semblante redondo y con frente cuadrada,
con un cráneo más ancho que las orejas. La nariz aplastada a causa de
una pelea con Torrigiano y los labios finos, con el inferior más
salido. Pestañas ralas, ojos pequeños y negros iluminados por chispas
amarillas y azules. El cabello negro con un amago de canicie y la barba
negra bifurcada, de cuatro o cinco dedos de longitud.” (Condivi, 1553)
En realidad parece que estaba por debajo
del tamaño del promedio, era frágil y enfermizo, aunque tenía brazos
musculosos y hombros y manos de un trabajador jornalero; podía dercirse
que era feo, con la cara mutilada y con ojos sospechosos y una
expresión mixta de humildad y ...
miseria. En muchas ocasiones no se
mudaba de ropa y se lo veía sucio y harapiento. Se dice que su
apariencia delataba los conflictos tempestuosos en su carácter. Lo que
sabemos de su conducta revela que tenía las más grandes dificultades
para tratar su agresión, caía en estados que pueden denominarse como
depresivos y la culminación de sus obras raramente conseguían cambiar
su estado de animo. Tenía que usar todos los medios de defensa para
oponerse a la agresión y a la violencia, lo que debió ser agobió para
él, y sus esfuerzos no siempre eran exitosos. Alcanzar el mando de la
agresión era un ideal que podía sólo alcanzar en el reino de creación
artística (Sterba, et al, 1956). En un hombre como Miguel Ángel la
agresión aunque la consideremos como formando parte de la pulsión de
muerte e innata en él, ha de tener que considerarse además las
experiencias de su niñez, como contribuyentes importantes a la furia
destructiva que se encontraba dentro del mismo.
Veintiséis días después de su nacimiento
su familia se mudó a Settiniano donde los Buonarroti tenían una
propiedad. Settiniano es un pueblo encantador en las montañas a menos
de cinco millas de Florencia, famoso por sus canteras de piedra. Su
población consistía principalmente en picapedreros y granjeros. Los
pequeños propietarios en Italia, entonces como ahora tenían su granja,
su ‘contadino’, en la que trabajaban los campos y viñas. Ya en
Settiniano Miguel Ángel fue entregado para su crianza a una nodriza de
una familia de picapedreros con la que vivió hasta que tuvo diez años.
Esta era una costumbre de las familias adineradas del Renacimiento, que
en el caso de Miguel Ángel además se apoya en el hecho de que la propia
madre era enfermiza. De hecho las veces que se reencontró con su madre
fue para verla aquejada de alguna dolencia o con un nuevo hermano. La
madre murió cuando Miguel Ángel tenía 6 años, habiendo tenido tres
hijos más en este tiempo. Podemos suponer que sus encuentros con su
madre fueron frustrantes ya que la salud de la misma o nuevo embarazo
no le permitía brindarle ni mucho tiempo, ni afecto. Su vida con los
picapedreros tampoco fue fácil ya que se crió rodeado de pobreza por un
lado, pero por otro, sabiendose procedente de una familia adinerada, lo
que hacia que los picapedreros le prestaran un trato diferente. Sin
embargo siempre guardó un grato recuerdo de su vida junto a esta gente
y siempre que pudo a lo largo de su vida volvía con ellos, durante
largas temporadas con la excusa de buscar personalmente los bloques de
piedra para sus esculturas, o simplemente para compartir la comida y la
cama.
Cuando tenía diez años el padre decidió
llevarlo a vivir definitivamente con la familia en Florencia, pero su
incorporación a esta nueva casa tampoco fue fácil. Los hermanos lo
trataron como a un extraño, más como un rustico jornalero que como a
alguien de la familia y tuvo que luchar para conseguir un puesto en la
misma. La lucha ambivalente en la vivió Miguel Ángel a lo largo de su
vida se forjo durante los años de su niñez, así como la forma ruda y
violenta de resolver tanto los conflictos internos como las diferencias
que tenía con los hermanos o luego con sus compañeros artistas. La
rudeza en las formas y la conducta propia de los picapedreros sirvió a
Miguel Ángel como forma de volcar en ella los profundos conflictos que
se desenvolvían en su interior y canalizar así los mismos en forma
violenta.
Cuando Miguel Ángel tenía 16 años esculpió dos bajorrelieves, “La batalla de los centauros” y “La virgen de la escalera”, así como “La cabeza de fauno”,
obras en la que el joven Miguel Ángel se inspiró en lo antiguo,
sugestionado por el arte del principio del renacimiento florentino.
Entre 1490 y 1494 Miguel Ángel estuvo en la casa de los Medicci,
tratado como un hijo, tanto por Lorenzo como por su sucesor Piero y es
en esa época en que entró en contacto con los círculos de la corte,
compuesta en aquellos años por poetas, filósofos y los artistas más
famosos. Filósofos como Marsilio Ficino frecuentaban la corte de
Lorenzo y las ideas del neoplatonismo se implantaron en Florencia con
la creación de la llamada Academia Florentina.
Durante sus años en la corte de los
Medicci, Miguel Ángel comenzó a estudiar anatomía humana, con el
permiso del prior del la iglesia de Espíritu Santo, Niccolò
Bichielline, quien recibió del artista un crucifijo de madera hecho por
él. El contacto con el cuerpo de los muertos causo problemas de salud
en Miguel Ángel, lo que lo obligó a interrumpir la actividad.
Durante el gobierno del inestable Piero,
hijo de Lorenzo el Magnífico y poco antes de que los Medicci fueran
arrojados de Florencia, Miguel Ángel se retiró brevemente a Venecia y
luego a Bolonia donde permaneció hasta 1595 hospedado por Francesco
Aldrovandi. Es durante su estadía en Bolonia conoce al monje Girolamo
Savonarola del cual le impresiona su particular visión apocaliptica, la
cual se fusiona mas tarde con el propio sentimiento trágico del destino
humano del artista. Durante este periodo boloñés Miguel Ángel estuvo en
contacto con Miccoló dell’Arca, de quien estudio con atención el
excepcional virtuosismo en el tratar en el mármol los tupidos y
elegantes juegos de pliegues, que luego desarrollaría al esculpir la
Pietà del Vaticano.
Habiendo regresado de Bolonia a
Florencia, Miguel Ángel esculpió en mármol un San Juanecillo, que un
merchante vendió como antiguo al Cardenal Riario, gran coleccionista de
antigüedades. El purpurado, admirado por la calidad de la obra, llamó a
Roma al artista, a donde por primera vez en 1496. De los cinco años de
que Miguel Ángel transcurrió en Roma nos quedan algunas obras, entre
ellas el Baco, realizado para Jácopo Galli, y el Cupido, ejecutado para el Cardenal de Villiers. La Pietà,
realizada entre 1498 y 1499, es la obra que más contribuyó a su fama
juvenil: la esculpió por encargo del Cardenal Bilheres de Lagraulas,
abad de San Dionigi y embajador de Carlos VIII ante el Papa Alejandro
VI. La Pietà es probablemente una de las mas famosas obras de arte y
fue terminada por el autor antes de cumplir los 25 años.
La Pietà (Foto, 1) es la única obra
firmada por Miguel Ángel, quizá porque es su primera creación
absolutamente personal, no vinculada a la imitación o adulteración de
lo antiguo. En la cinta que atraviesa el pecho de la Virgen se lee en
caracteres lapidarios MICHAEL ANGELVUS BONATOTVS FLORENT FACIEBAT.
Parece que luego de terminar su obra y al exponerla, un peregrino hizo
un comentario sobre que el autor de la obra era un conocido artista
cuyo nombre era Christoforo Sorlari, un compatriota de Lombardia, lo
que encolerizó a Miguel Ángel y esa noche gravó el nombre del autor y
su lugar de origen en la cinta que atraviesa el pecho de la virgen.
Esta anécdota, cierta o no, revela el apelativo de “terribilità” que lo
acompaño durante toda su vida y la necesidad que tenia del control de
la misma para desarrollar su genio creador. También se dice que quizá
firmo la obra ya que se trataba de su primera creación absolutamente
personal, no vinculada a la imitación o adulteración de lo antiguo.
El mármol se hizo llegar enseguida de
Carrara y el artista trabajó en él hasta 1499, año en que la obra se
colocó en la iglesia romana de Santa Petronilla, donde el cardenal
tenía su tumba. Posteriormente fue llevada a San Pedro, donde tuvo
diferentes ubicaciones hasta 1749, cuando fue colocada en la capilla de
la derecha donde todavía se encuentra. En 1972, un alienado arrancó a
martillazos unos cincuenta fragmentos de la obra maestra, que se
reintegraron de modo excelente gracias a los calcos existentes. Vasari
(1568) y Condivi (1553) atribuían valor simbólico a la juventud de la
Virgen, viendo en ella la falta de mancilla de la Madre de Dios. Más
recientemente, se ha creído ver en el grupo el significado de
presentimiento o de trágica y doliente meditación sobre la muerte. La
postura no tiene los aspectos trágicos ni el realismo de las piedades
ultramontanas, aunque sin duda está inspirada en ellas. El volumen de
las rodillas de María es agrandado para que el cuerpo de Cristo repose
en ellas sin estorbo y responda perfectamente al esquema piramidal
según el cual la ...
composición se organiza. Así, pues, el
grupo es portador de organicidad y equilibrio a la vez que responde a
los ideales estéticos de unidad, armonía y perfección, acentuados aún
más por la belleza de las figuras y la finura del trabajo del mármol,
pulido con copos de paja. Sin embargo, el altísimo valor artístico de
la obra no ofusca el mensaje ante todo religioso, que en la belleza de
esta famosísima obra maestra resplandece de modo tanto más incisivo y
sublime cuanto más está mediado por la silenciosa y purísima ejecución
de la forma.
Un gran problema en el estudio de la
vida y de la obra de Miguel Ángel es ver la importancia que tuvieron en
ambas las dos madres que tuvo en su infancia y los sucesivos
subrogados. Liebert (1979) señala muestra como este par contradictorio
esta representado en sucesivas obras del autor florentino mostrando ora
a una madre idealizada en forma de Madonna y otra terrible en forma de
Medea. La tensión entre las dos figuras disociadas, es particularmente
notable con la muestra de aspectos violentos en una de ellas y la
muestra de ideales en la otra, que Miguel Ángel pudo darle artística
solución en muchas de sus grandes obras. Los estudios psicoanalíticos
de las Pietàs hechas por Miguel Ángel revelan los sentimientos
profundos del autor y las motivaciones que lo llevaron a las
ejecuciones de las mismas (Oremland, 1978).
Es poco de lo conocemos de su madre,
salvo su nombre y que falleció cuando Miguel Ángel tenía 6 años. No
sabemos de que murió, aunque se presume que murió de forma inesperada o
que era una mujer débil y que los sucesivos embarazos no hicieron más
que debilitar más su cuerpo. Liebert (1979) se inclina por la primera
de posibilidades ya que el más joven de los hermanos había nacido en el
mismo año. El enviar al recién nacido a ser criado a la distancia de la
familia natal para ser amamantado por una nodriza era una practica
habitual en las familias de clase media del Renacimiento (Ross, 1974),
retornando a la familia de origen luego de varios años donde en muchas
ocasiones era considerado como un extraño por las personas con las que
no había tenido un contacto físico ni emocional. Esto sabemos que
sucedió cuando con diez años Miguel Ángel regresó a la casa paterna,
cuando ya hacía cuatro años que había fallecido la madre y fue
maltratado por los hermanos quienes no lo consideraban de la familia.
Su regreso definitivo coincidió con el nuevo casamiento de su padre con
Lucrezia con la cual no tuvo ningún hijo y que falleció cuando Miguel
Ángel tenía 22 años. Tampoco sabemos nada de la influencia que tuvo su
madrasta en su desarrollo, durante los años que vivió en casa paterna.
Lo que sí se sabe, es Miguel Ángel sufrió sucesivas separaciones y
pérdidas importantes durante los 10 primeros años de su vida, que de
alguna manera marcaron su tipo de carácter. Su ambivalencia en los
afectos así como las descargas violentas de agresión marcaron su vida,
así como la realización de actos impulsivos que fueron descriptos como
huidas (Sterba et al., 1956). Liebert (1979), hace su propia
reconstrucción sobre los primeros 10 años de vida de Miguel Ángel: fue
enviado tan pronto como nació con una nodriza, de la cual no conocemos
su carácter, durante dos años. Su desdete estuvo asociado con las
abruptas separaciones de su propia madre. Cuando retorno con sus
propios padres tantos ellos como el niño se sintieron extraños entre
todos y su reencuentro con su madre biológica coincidió con los
embarazos de otros hijos. Fue así miembro de dos familias colectivas,
no conociendo una madre sustitutiva y un padre, que solo aparecía para
endurecer su carácter luego de la muerte de su esposa y aparte de tener
que vivir con unos hermanos que lo consideraban una carga y con los que
tenía que pelear para poder ocupar su lugar. La fortaleza de su
carácter y de sus respuestas tal vez fueron aprendidas en la
convivencia con los picapedreros de Settignano, con los cuales
desarrolló también un profundo afecto, regresando a pasar temporadas
con ellos en cuanto sus propias actividades se lo permitieron.
La Pietà del Vaticano completada cuando aún no había
cumplido los 25 años tiene como antecedentes otras madonnas. El primer
esfuerzo en esa dirección es La virgen de la escalera,
bajorrelieve esculpido cuando contaba con 16 años. Algunos autores han
visto en los genios que en el fondo la sábana un presentimiento de la
muerte de Cristo y una mención de su sudario, mientras que la escalera
se ha puesto en relación con algunos textos religiosos difundidos en la
época. El relieve recuerda el esquema donatelliano de la Virgen de la
Leche, pero en él se pueden encontrar relaciones con figuraciones
antiguas de sarcófagos romanos o relieves griegos del siglo VI. De
Donattello el artista tomó la técnica del “stiacciato”, relieve de
reducidísimo realce que pone en evidencia las formas de modo plástico y
no pictórico. Sin embargo, ya pertenecen plenamente a Miguel Ángel la
monumentalidad de las formas, la atención antropológica que cuida los
volúmenes corpóreos, el elegante y sobrio dinamismo nunca representado
por sí mismo, sino orientado completamente hacia la expresión unitaria,
cumplidamente encarnado y, aun con ello, lanzado hacia lo trascendente,
evocador del misterio de Dios y del hombre. Un detalle importante
comparativo de ambas obras es el echo de que la Virgen de Miguel Ángel,
no toca el cuerpo del niño, solo lo sostiene, mientras que la de
Donattello esta tocando la piel del mismo, lo que da cuenta en Miguel
Ángel de un distanciamiento de la figura materna.
Otra obra que antecede a la Pietà es la Virgen con el Niño
labrada allá por el 1498, no se sabe para quién. Miguel Ángel había
encarecido a su padre que no mostrase a nadie esta escultura, ni
siquiera durante su transporte a Brujas. Por este motivo, tanto Vasari
como Condivi se equivocaron al indicarla: para uno era de bronce,
mientras que para el otro era un redondel. El semblante de la Virgen es
sereno y austero, viendo muchos un presentimiento de la muerte, dado
que la bellísima, trascendente y celestial figura carece del gozo
afectuoso que en general caracteriza a las Vírgenes con el Niño. Se
observan en ella una solemnidad casi arquitectónica, portadora de
significados morales, y analogías estructurales con la Caridad del
púlpito de Nicola Pisano, en Pisa. La técnica refinadísima vuelve este
mármol transparente como el alabastro. El Niño, enojado y aun con ello
majestuoso, resplandece de grandeza y señorío en sus formas infantiles,
pena y graciosamente humanas. Ese gesto de enojo que iba a estar
presente en una obra posterior de Miguel Ángel como es el David, así
como también esta presente en una de sus últimas obras como es el
Moisés.
La Pietà de San Pedro es imponente por su belleza,
remarcada tanto por el concepto de ejecución, como por ser la más
terminada de sus esculturas. Las exquisita expresión de amor y
resignación en el rostro de la Virgen produce un gran impacto estético
así como también la juventud de la misma, que no puede coincidir con la
de la muerte de su amado hijo. Para algunos el rostro de la Virgen
(Foto, 2), coincide con la pureza de la concepción, mientras que para
otros, en lugar de aparentar dolor, se contiene, se refrena, con una
expresión en el rostro de total resignación. La edad de la virgen puede
acercarse más a la imaginaria edad que madre tendría cuando nació
Miguel Ángel. De esta manera pudo conjugar una imagen idealizada de la
Virgen con la de su propia madre, sosteniendo en sus brazos el cuerpo
de su hijo. La amplitud de las piernas y las rodillas de la Virgen
sosteniendo el cuerpo de su hijo da al conjunto total de la obra esa
estructura piramidal de la que tanto se ha hablado y que le confiere un
gran volumen. Aquí tampoco la virgen no toca tampoco, directamente el
cuerpo de su hijo, sino que tiene interpuestos los paños, cuyos
pliegues han sido esculpidos con sumo detalle. El cuerpo de Jesús no da
muestras del sufrimiento que hubo de pasar en la cruz, sino que su
piel, sus venas están finamente talladas y la expresión de su rostro da
muestras de una gran serenidad, como si se encontrara en un placentero
sueño, con la seguridad de encontrarse sostenido por los brazos de su
madre. La joven imagen de la Virgen se mantiene en todas las Pietàs que
esculpe a lo largo de su vida, en la que muchos han querido ver la
imagen de pureza de la misma y que desde el punto de vista
psicoanalítico puede verse la necesidad de tener en su mente una imagen
de una madre permanente joven que sostiene a su hijo serenamente y en
el caso de Miguel Ángel, este sostén le permite seguir viviendo y
creando. La Pietà de San Pedro es la obra más acabadas de todas que
hizo a lo largo de su vida mostrando en ella el genio creador que lo
distinguió luego. Con esta obra Miguel Ángel resume las innovaciones
escultóricas de sus predecesores, como Donatello, a la vez que
introduce un nuevo criterio de monumentalidad característico del estilo
alto renacentista del siglo XVI.
El rol de la diferenciación del objeto en la
creatividad ha sido remarcado por Winnicott (1953), conceptualizando lo
mismo con la metáfora de un espacio en la mente que denomino, “espacio
transicional”, en el cual se puede localizar la cultura y la
experiencia creadora del artista. Los autores que siguen el modelo de
la mente de Melanie Klein (1929), se esfuerzan por demostrar la
importancia de la posición depresiva y la reparación de los objetos
dañados puestos en marcha en el proceso creador. Cuando el mundo
externo es visto como destrozado, muerto y sin amor, y los seres
queridos están en pedazos, el artista debe recrear el mundo interno y
externo mediante la creación de una obra de arte que restaure el self y
los objetos (Segal, 1952, 1992). De la misma manera el artista se pone
en contacto con su mundo más primitivo, con el pensamiento delirante y
alucinatorio, así como los impulsos tanto de vida como de muerte,
expresados estos en la conducta violenta y agresiva. Los autores de la
psicología del yo consideran al acto creador como una función regresiva
del yo al servicio del mismo (Weissman, 1967).
La piedra y el mármol por su origen y por su
durabilidad se las puede considerar como una analogía con el
inconsciente atemporal, así como el lecho de roca del que hablaba Freud
al referirse a esa parte del mismo inaccesible. El artista al acceder
en la roca a lo más oculto que hay en ella y descubrir con esfuerzo la
idea que ella en se esconde produce en el mismo el efecto de
reencontrarse con la Idea. Esto no lo consigue plenamente el artista,
que en general como en el caso de Miguel Ángel se encontraba siempre
insatisfecho de su obra si no que este efecto es reencontrado por el
espectador de la obra, el cual empatiza con la obra y con su creador,
dando entonces al conjunto el aspecto oceánico. Este sentimiento es
descrito cuando se estudia la desorganización del yo y su acercamiento
al proceso primario. El proceso creativo consiste para Giovaccini
(1964), en un balance entre le proceso primario y el proceso secundario
y en la habilidad del yo en hacer una ligadura entre los impulsos
caóticos que emergen del inconsciente y fusionarlos con la realidad
externa en un refinado producto que es la obra de arte concluida. Por
otro lado también se ha estudiado la actividad delirante y la creación
artística, haciendo un enlace entre ambos a través del estudio de
diversos creadores (Segal, 1974).
El 4 de agosto de 1501, después de varios años de
confusión política, la república fue nuevamente proclamada en Florencia
y 12 días después de lo mismo el Gremio de la Lana comisionó a Miguel
Ángel la estatua del David, para colocar en la Catedral de la cual el
gremio, era el responsable del mantenimiento y la ornamentación. La
escultura fue realizada entre 1501 y 1504, después de su retorno a
Florencia y es de un gran tamaño. El mármol había sido traído a
Florencia en 1463 por la Obra de la Catedral y confiado a Agostino di
Duccio para que esculpiese un gigante, probablemente un profeta, que
debía colocarse en el espolón de la catedral, pero nunca la llevó a
cabo y el mármol, “mal esbozado, quedó abandonado en el patio de la
Obra. Miguel Ángel esculpe a un David (Foto, 3), con una serie de
innovaciones iconográficas ya que el mismo está representado como un
joven y no como un muchacho, y esta completamente desnudo. No aparece
en el momento de la acción, sino en el de un potencial momento, con una
mirada de desafío, de manera que la fuerza no está representada de modo
explícito, sino que se encuentra contenida. El tamaño de la escultura
es de 4, 34 m, estando más cerca de las medidas sugeridas en el libro
de Samuel para Goliat. La cabeza y las manos son desproporcionadamente
grandes, sugiriendo un dialogo entre el pensamiento y la acción. De
esta manera, Miguel Ángel quiso trasgredir los cánones clásicos de las
proporciones e infringir la contraposición clásica colocando a la
izquierda, o sea, en un mismo lado, las dos extremidades en movimiento,
aun asegurando el equilibrio de la figura con la contraposición
armónica de las extremidades superiores. El gran tamaño de la cabeza y
de las manos establecen una conexión entre ambas ideas. Por un lado la
idea del pensamiento que se encuentra en la mirada y la expresión del
David y por el otro la idea de la acción, oculta en las manos que
contienen, que ha de seguir al pensamiento. La acción se halla
contenida y detenida en el momento previo de reflexión que precede al
acto y que anticipa lo que vendrá o lo que podrá venir en caso de que
lleve a cabo el pensamiento. Tanto el arma como el proyectil a ser
usados por David no se encuentran a la vista, sino que están
escondidos, uno detrás de la espalda y el otro dentro del puño. Ambos
están sugerido por el autor de manera que el observador pueda
comprender lo que sucederá, en caso de que los pensamientos que se
encuentran dentro de esa gran cabeza se lleven a cabo. El ideal del yo
de Miguel Ángel y de todo el pueblo de Florencia encuentran expresión
en el David, de manera que el autor se aúna con los espectadores
florentinos dando expresión a una idea individual y colectiva. La obra
de arte se completa luego con la visión de la misma donde el espectador
se identifica con la misma y con el autor en una unión ideal. En
diversos trabajos Freud (1907, 1908) se ocupo de la creación y de la
relación entre el creador y el espectador mostrando el placer estético
que tiene para el lector en el caso de una novela o para el observador
en el caso de una obra pictórica o escultórica. El David expresa muy
bien el propio deseo de Miguel Ángel de poder vencer a enemigos mayores
y mas fuertes y poderosos, como fueron en su niñez y juventud sus
propios hermanos y luego sus compañeros escultores y pintores. También
el David bíblico vence a sus propios hermanos los cuales no creían que
él fuese por sí solo a vencer a Goliat. El David da posibilidad al
autor de mostrar su self grandioso en esta monumental escultura el cual
puede ser admirado por todos los florentinos que ven en la misma muchas
de las ideas propias y de los propios ideales de perfección y belleza.
La creación artística se ha visto muchas veces como
una posibilidad terapéutica capaz de poder a través de la misma, el
autor superar conflictos internos que no consiguen liberarse
adecuadamente. Esto ha hecho pensar que la psicoterapia ha de ser
beneficiosa en los artistas para poder llevar a cabo mejor sus obras.
Esto último no parece ser del todo cierto (Amati Mehler, 1998) y la
dificultad, el dolor y el conflicto por el que pasan los creadores
parece ser parte misma del proceso creador. En Miguel Ángel esto estuvo
presente a lo largo de toda su vida y en su mismo pensamiento sobre la
creación. Pensaba que la Idea que se encontraba dentro del mármol,
debía alcanzarse con esfuerzo de modo que casi siempre fue él mismo el
que trabajaba con la escultura, no dejando que discípulos concluyesen
su idea esbozada en los bocetos.
Miguel Ángel pudo expresar a través de
sus obras de juventud sus ideales del yo y aspectos narcisististicos de
su self, así como la necesidad que tuvo de poseer una madre que diese
sostén y firmeza a su self. En estas dos grandes obras de sus primeros
años da cuenta de sus motivaciones internas para la realización de las
mismas, pero consigue además que las mismas encuentren en el mundo que
le tocó vivir los observadores de las mismas que van a dar completud a
la creación artística. No siempre el autor encuentra en su misma época
la posibilidad de que su obra sea admirada por la gente y muchas veces
ha de sobrevenirle la muerte para que esto sea posible. El autor
necesita del observador para que su obra sea contemplada y admirada en
una conjunción que hace que idea adquiera así significado. Cuanto más
ideas y significados se desarrollan en una obra artística más es la
calidad de la misma y más los observadores que descubren, aspectos que
el mismo creador no pudo tener en cuenta concientemente durante su
creación.
Dr. Eugenio Cornide Cheda
Santiago de Compostela
GALICIA
Marzo - 1999
MIGUEL ÁNGEL .
Retrato de Miguel Ángel
Marcello Venusti, h. 1504-1506.