Los
iberos se extienden desde el sur de la península Ibérica hasta la
desembocadura del Ródano, abriéndose a la costa mediterránea. Por ello,
su cultura se va a ver influida por el contacto continuo con otros
pueblos mediterráneos que llegaron y se establecieron en sus costas.
La sociedad ibérica estaba constituida por un gran número de pueblos
con identidad propia, que tuvieron en común una serie de rasgos
culturales: hablaron la misma lengua, aunque se reflejara en varios
tipos de escritura, y tuvieron una forma de vivir y unas creencias
parecidas, porque se habían originado en el contacto que mantuvieron
con otros pueblos mediterráneos. Estas relaciones dieron lugar no
sólo a la importación e imitación de productos extranjeros, sino
también a la asimilación de ideas, costumbres y técnicas nuevas, que
permitieron trabajar nuevos materiales, como el hierro, o mejorar la
producción, como el torno del alfarero, o facilitar las transacciones
comerciales, como la moneda. La más famosa estatua de época
ibérica fue realizada en piedra caliza con restos de pintura hacia el V
a. C. Conservada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el busto
de la famosa Dama de Elche mide 56 cm de altura y parece segmentado de
una estatua de cuerpo entero, por lo abrupto e irregular del corte
inferior. Se trata de una espléndida creación, de rostro sereno y
clásico y un exuberante atavío, especialmente llamativo por las joyas y
su complejo tocado. Este busto femenino apareció de forma casual
el 4 de agosto de 1897 en La Alcudia (Elche, Alicante), por lo que
algunas de la dudas acerca de su significado sólo han podido aclararse
al hallarse la Dama de Baza, con la que tiene en común el agujero en su
parte posterior que, posiblemente, también sirvió para guardar las
cenizas del difunto
La
Dama de Elche es un busto de 56 centímetros de altura, aunque lo
probable es que fuera segmentado a partir de una estatua de cuerpo
entero. Está realizado en caliza porosa de tonos ocres, y conserva
restos de color, sobre todo el rojo de los labios y de algunas zonas
del ropaje. Se halló casualmente en 1897, en un escondrijo hecho con
losas, adosado a la muralla, al este de la ciudad. El principal
efecto de la escultura corre a cargo del contraste entre el lujoso
atavío y, sobre todo, el exuberante tocado -todo ello realista,
recargado de detalles- y el semblante sereno, idealizado de mujer. El profundo hueco que lleva a la espalda pudo servir para alojar los despojos resultantes de la cremación de un difunto.
Va vestida con tres prendas: una fina túnica abrochada con una diminuta
fíbula anular, sobre ella un vestido que se ve terciado sobre el pecho,
y, por encima de todo, un manto de tela gruesa, cerrado algo más abajo
del borde conservado, y por arriba abierto forzando una especie de
solapas de plegado muy anguloso.
La Dama de Elche .
Dibujo hipotético de la policromía según Francisco Vives