Hay
libros que no atraen sólo por su trama, sino que se vuelven más
interesantes por sus repercusiones en el mundo, las eventuales
polémicas que pueda generar y su vigencia a través del tiempo. “El alquimista”, del brasileño Paulo Coelho, es uno de ellos.
esde 1988,
año en el que apareció, esta novela no ha dejado de sorprender con los
récords batidos. Más de 65 millones de ejemplares vendidos a nivel
mundial y ediciones disponibles en más de sesenta idiomas con presencia
en 150 países son sólo algunas de las cifras que se esconden detrás de
este exitoso material que, a través de la alquimia y un lenguaje
simbólico, pretende desparramar fuerza, coraje, amor y enseñanzas por
todo el planeta.
Por las características de su contenido, podría decirse que “El alquimista” es un cuento para reflexionar,
por ejemplo, sobre nuestros sueños y todo lo que hacemos, o no, para
poder convertirlos en realidad. Asimismo, la obra también permite
apreciar el valor de la honradez y la importancia de ser perseverante,
demostrativo y compañero.
En este encantador relato que intenta demostrarnos que “Cuando una persona desea realmente algo, el universo entero conspira para que pueda realizar su sueño”, Coelho seduce (y consigue atrapar) al lector con la historia de Santiago,
un joven pastor andaluz que, tras escuchar a su corazón y reunir el
valor necesario, un día decidió abandonar su rebaño para ir en pos de
un sueño.
Valiéndose
de esta circunstancia y de las aventuras vividas en medio del desierto
por el protagonista de este clásico, el autor intenta conmover y
motivar a aquellos que leen “El Alquimista”
con un mensaje esperanzador y optimista sobre el destino y la
importancia de detectar las señales que la vida pone sobre nuestro
camino para ayudarnos a hacer realidad nuestros anhelos más profundos.