FRANCISCO DE GOYA Y LUCIENTES . ( 1746 - 1828 ) . http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Goya
GOYA . PINTOR DE LUCES Y SOMBRAS
Quizá la figura de Goya
sea tan atrayente por lo que supone de ruptura, tanto con la pintura
como con la sociedad que le rodea, convirtiéndose en el eterno
insatisfecho, casi en un maldito al final de su vida. Francisco
de Goya y Lucientes nace en un pequeño pueblo de la provincia de
Zaragoza llamado Fuendetodos, el 30 de marzo de 1746. Sus padres
formaban parte de la clase media baja de la época. La familia tenía
casa y tierras en Fuendetodos, pero pronto se trasladaron a Zaragoza.
En la capital aragonesa recibió Goya sus primeras enseñanzas; con doce
años aparece documentado en el taller de José Luzán, quien le introdujo en el estilo decadente de finales del Barroco, estilo en el que realizará sus primeros trabajos.
Zaragoza era pequeña y Goya deseaba aprender en la Corte; este deseo
motiva el traslado en 1763 a Madrid. En la capital de España se
instalará en el taller de Francisco Bayeu, cuyas relaciones con el dictador artístico del momento y promotor del Neoclasicismo, Antón Rafael Mengs, eran excelentes. Bayeu mostrará a Goya las luces, los brillos y el abocetado de la pintura.
Deseoso de continuar su aprendizaje artístico, decidió ir a Italia por
su cuenta. En 1771 está en Parma, presentándose a un concurso en el que
obtendrá el segundo premio con el cuadro Aníbal contemplando los Alpes. La estancia italiana va a ser corta pero muy productiva.
A mediados de 1771 está trabajando en Zaragoza, donde recibirá sus
primeros encargos dentro de una temática religiosa y un estilo
totalmente académico. El 25 de julio de 1773 Goya contrae matrimonio en
Madrid con María Josefa Bayeu, hermana de Francisco y Ramón Bayeu, por lo que los lazos se estrechan con su "maestro".
Los primeros encargos que recibe en la Corte son gracias a esta
relación. Su destino sería la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara,
para la que Goya deberá realizar cartones, es decir, bocetos que
después se transformarán en tapices. La relación con la Real Fábrica
durará 18 años y en ellos realizará sus cartones más preciados, en los
que nos presenta un sensacional retrato de la sociedad española de la
Ilustración, con sus majos, majas, manolos y nobles, interesándose el
maestro por los efectos de la luz y el color, aunque todavía los
rostros de sus personajes no presentan una fisonomía particular. Por
supuesto, durante este tiempo va a efectuar otros encargos importantes;
en 1780 ingresa en la Academia de San Fernando, para la que hará un Cristo crucificado, actualmente en el Museo del Prado. Y ese mismo año decora una cúpula de la Basílica del Pilar de Zaragoza,
aunque el estilo colorista y brioso del maestro no gustará al Cabildo
catedralicio y provocará el enfrentamiento con su cuñado Francisco
Bayeu. En Madrid se iniciará la faceta retratística de Goya.
Durante el verano de 1783 retrata a toda la familia del hermano menor
de Carlos III, el infante D. Luis, en Arenas de San Pedro (Avila),
sirviéndole para abrirse camino en la Corte. Aprovecha también su
contacto con grandes casas nobiliarias, como los Duques de Osuna o los de Medinaceli, a los que empezará a retratar o a realizar escenas para decorar sus palacetes.
Carlos IV sucede a su padre en diciembre de 1788; la relación entre
Goya y el nuevo soberano será muy estrecha, siendo nombrado Pintor de
Cámara en abril de 1789. Este nombramiento supone el triunfo del
artista y la mayor parte de la Corte madrileña pasa por su estudio para
hacerse retratos, que cobra a precios elevados. Durante 1792 el
pintor cae enfermo; desconocemos cuál es su enfermedad pero sí que como
secuela dejará a Goya sordo para el resto de sus días. Ocurrió en
Sevilla y Cádiz y en Andalucía se recuperará durante seis meses; esta
dolencia hará mucho más ácido su carácter y su genio se verá reforzado.
El estilo suave y adulador que hasta ahora caracterizaba la pintura de
Goya dará paso a una nueva manera de trabajar. Al fallecer su
cuñado Francisco Bayeu en 1795 ocupa Goya la vacante de Director de
Pintura en la Academia de San Fernando, lo que supone un importante
reconocimiento. Este mismo año se inicia la relación con los Duques de
Alba, especialmente con Doña Cayetana,
cuya belleza y personalidad cautivarán al artista. Cuando ella enviudó,
se retiró a Sanlúcar de Barrameda y contó con la compañía de Goya,
realizando varios cuadernos de dibujos en los que se ve a la Duquesa en
escenas comprometidas. De esta relación surge la hipótesis de que Doña
Cayetana fuera la protagonista del cuadro más famoso de Goya: la Maja Desnuda. En estas fechas de la década de 1790 Goya también intervendrá en la elaboración de los Caprichos,
protagonizando doña Cayetana algunos de ellos. En estos grabados Goya
critica la sociedad de su tiempo de una manera ácida y despiadada,
manifestando su ideología ilustrada. En 1798 el artista realiza la llamada Capilla Sixtina de Madrid: los frescos de San Antonio de la Florida,
en los que representa al pueblo madrileño, ubicado tras una barandilla,
asistiendo a un milagro, utilizando un estilo en el que anticipa el
impresionismo por la forma de trabajar y el expresionismo por los
gestos de sus personajes. Goya está en la cresta de la ola y su
fama como retratista se afianza, convirtiéndose en el verdadero número
uno. Toda la nobleza y buena parte de la burguesía adinerada desea
posar para el maestro, consiguiendo amasar una pequeña fortuna con la
que se permite tener algunos lujos. El contacto con los reyes va en aumento hasta llegar a pintar La Familia de Carlos IV, en la que el genio de Goya ha sabido captar a la familia real tal y como era, sin adulaciones ni embellecimientos. La Condesa de Chinchón
será otro de los fantásticos retratos del año 1800, mostrando a una
delicada joven por la que Goya sentía una atracción especial. Los
primeros años del siglo XIX transcurren para Goya de manera tranquila,
trabajando en los retratos de las más nobles familias españolas, aunque
observa con expectación cómo se desarrollan los hechos políticos. El
estallido de la Guerra de la Independencia en mayo de 1808 supone un
grave conflicto interior para el pintor, ya que su ideología liberal le
acerca a los afrancesados y a José I, mientras que su patriotismo le
atrae hacia los que están luchando contra los franceses. Este
debate interno se reflejará en su pintura, que se hace más triste, más
negra. Su estilo se vuelve más suelto y empastado, como muestran El Coloso o los bodegones
pintados en este tiempo. Una de las obras clave de este momento es la
serie de grabados titulada Los Desastres de la Guerra, serie que puede
considerarse atemporal, ya que en ella se muestran las atrocidades que
implica un conflicto bélico y el sufrimiento del pueblo que lo padece,
lanzando Goya un grito contra toda forma de guerra o tortura. Al finalizar la contienda pinta sus famosos cuadros sobre el Dos y el Tres de Mayo de 1808,
en los que narra de manera directa el origen del reciente
enfrentamiento con la Francia napoleónica, convirtiendo al espectador
en un protagonista más de tan atroces episodios. La relación
entre Fernando VII y el artista no es muy fluida; no se caen bien
mutuamente. La Corte madrileña gusta de retratos detallistas y
minuciosos que Goya no proporciona, al utilizar una pincelada suelta y
empastada. Esto provocará su sustitución como pintor de moda por el
valenciano Vicente López.
Goya inicia un periodo de aislamiento y amargura, con sucesivas
enfermedades que le obligarán a recluirse en la Quinta del Sordo. En
esta finca de las afueras de Madrid realizará su obra suprema: las
famosas Pinturas Negras,
obras en las que Goya se permite recoger sus miedos, sus fantasmas, su
locura. En la Quinta le acompaña su ama de llaves, Dª. Leocadia
Zorrilla Weis, con quien tendrá una hija, Rosario. Esta temática casi
surrealista tendrá su continuidad en una de sus series de grabados: los
Disparates, conjunto de estampas pobladas por variopintos personajes en
curiosas actitudes. Goya está harto del absolutismo que impone
Fernando VII en España, así que en 1824 se traslada a Francia, en
teoría a tomar las aguas al balneario de Plombières, pero en la
práctica a Burdeos, donde se concentraban todos sus amigos liberales
exiliados. Aunque viajó a Madrid en varias ocasiones, sus últimos años
los pasó en Burdeos, donde pintará sus obras finales, en las que anticipa el Impresionismo. También por estas fechas realizó su última serie de grabados, los Toros de Burdeos,
cuatro láminas que enlazan con una serie anterior también de asuntos
taurinos, la Tauromaquia, poniendo de manifiesto la devoción del pintor
por la fiesta nacional. Goya fallece en Burdeos en la noche del 15
al 16 de abril de 1828, a la edad de 82 años. Sus restos mortales
descansan desde 1919 bajo sus frescos de la madrileña ermita de San
Antonio de la Florida, a pesar de que le falte la cabeza, ya que parece
que el propio artista la cedió a un médico para su estudio. Con su
muerte se pierde un artista de raza, que trasmitió de manera
insuperable la idiosincrasia de la sociedad española de un tiempo tan
atractivo como desconocido: la Ilustración. Por desgracia, su estilo
apenas fue continuado, pero sí que será admirado por los jóvenes
artistas franceses que con el Impresionismo romperán las reglas del
juego de la pintura tradicional.
LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO .
En
1814, una vez finalizada la Guerra de la Independencia, Goya pinta este
lienzo por encargo de la Regencia. El pintor nos presenta la
culminación del episodio ocurrido el día anterior, cuando los
madrileños se sublevan contra las tropas francesas que ocupaban la
capital; ahora vemos cuales son las consecuencias de aquella feroz
resistencia. El modo de componer la escena determina las
características de los dos grupos protagonistas: por un lado los
ejecutados, ofreciendo su cara al espectador y al grupo de los
verdugos, rostros vulgares, atemorizados y desesperados, en toda una
galería de retratos del miedo que Goya nos ofrece. Cada uno se recoge
en una postura diferente, según sea su actitud ante la muerte: está el
que se tapa el rostro porque no puede soportarlo o el que abre sus
brazos en cruz ofreciendo su pecho a las balas. Este personaje, en
concreto, es un elemento terriblemente dramático, puesto que mira
directamente a los soldados y su camisa blanca atrae el foco de luz de
la lámpara que se sitúa a su lado, como una llamada de atención a la
muerte que se acerca. A sus pies, los cuerpos de los ajusticiados
anteriormente caen en desorden. Detrás, los otros sentenciados aguardan
su turno para ser fusilados. El otro grupo, paralelo al anterior,
lo conforman los soldados franceses que van a ejecutar a los patriotas.
Los soldados están de espaldas al espectador, que no puede ver sus
rostros, puesto que no tienen importancia: son verdugos anónimos,
ejecutando una orden, como una auténtica máquina de matar. Todos
los personajes se encuentran en un exterior nocturno, indefinido, pero
que históricamente se sabe fue la montaña de Príncipe Pío, donde según
las crónicas se pasó por las armas a los sublevados de la jornada
anterior. La pincelada empleada por el maestro es absolutamente
suelta, independiente del dibujo, lo que facilita la creación de una
atmósfera tétrica a través de las luces, los colores y los humos. Los
rostros gozan de tremenda expresividad, anticipándose Goya al
Expresionismo que caracteriza una etapa pictórica del siglo XX.
EXPOSICIÓN SOBRE LA INFLUENCIA DE LA PINTURA DE GOYA EN EL MUNDO MODERNO .
LA MAJA VESTIDA - LA MAJA DESNUDA
FRANCISCO DE GOYA Y LUCIENTES (1746-1828) Lienzo (95x188 cm.) Escuela Española Siglo XIX Sala 89 - Museo del Prado - Madrid
NOTA: Actualmente en la exposición "La sala reservada y el desnudo en el Museo del Prado".
El
nombre de "majas" con que se conoce a estas dos pinturas es una
denominación reciente, aun cuando ciertamente el término era del siglo
XVIII; con él se denominaba a las mujeres de esa clase social baja
madrileña que se caracterizaba por una cierta libertad de costumbres y
un típico desparpajo popular en el trato. Pero estas
pinturas figuraban con el nombre de "Gitanas" en el inventario de los
bienes del ministro de Carlos IV, Manuel Godoy, que fue su primer
propietario. Se supone que formaban un juego pícaro frecuente en la
época, en el que la Vestida cubría a la Desnuda. Sorprende cómo el
atuendo que porta la Maja Vestida se ciñe de tal modo
a sus formas que se ha llegado a decir que parece más desnuda que su compañera. Ciertamente, la técnica empleada por
Goya también acentúa este aspecto: las pinceladas con que pintó la
Vestida, sueltas, pastosas y muy libres, chocan con la pulida
perfección académica de la Desnuda. En los dos casos poco tiene que ver
la cabeza (con ese rostro burlón y poco hermoso) con la belleza de los
cuerpos representados.
Las
pinturas fueron de Godoy. Las compró en la subasta que se hizo después
de la muerte de la Duquesa de Alba. Posteriormente fueron incautadas y
pasaron a ser de propiedad real. La Santa Inquisición las consideró
lascivas. Para eludir la persecución, los desnudos solían esconderse en
las estancias de sus propietarios, que los enseñaban a sus invitados en
fiestas y celebraciones.
Los
cuadros fueron pintados hacia 1797-1800. Han pertenecido a la Duquesa
de Alba, a Manuel Godoy, al Rey Carlos IV y, por último, al Patrimonio
Español.
La identidad de la mujer
pintada es un misterio. Se ha especulado con la posibilidad de que
fuera la entonces Duquesa de Alba debido a los amores de Goya con ella.
Otros identifican a la retratada con Pepita Tudó amante de Godoy. En
realidad no sabemos quién fue la joven que Goya pintó. Parece que Goya,
de alguna forma, ocultó a la mujer bajo una máscara. El rostro es poco
agraciado, de mirada gélida y cejas pobladas; sus labios esbozan una
leve sonrisa burlona de cierta picardía. La cabeza está mal colocada en
el cuerpo, como impuesta o añadida.
Goya ha sabido captar con gran precisión y sagacidad la personalidad y
rasgos psicológicos de sus modelos femeninos. El Prado ha reunido a
reinas, aristócratas, majas y brujas del universo goyesco. Sea como
fuere, a la maja desnuda se la considera una obra maestra del genial
pintor aragonés, y hoy sigue siendo uno de los principales atractivos
del Museo del Prado. Esta obra es uno de los escasos desnudos que se
conservan en nuestra pintura. Seguramente, desde el punto de vista
académico y de la técnica, la maja vestida sea superior. Pero el
encanto del recogido y misterioso erotismo de la maja desnuda es
insuperable.
Goya viste y desnuda el cuerpo de la mujer y también sus sentimientos y su alma.
José Ignacio Martínez Martín
FOTOMUSICA.NET
Enviado: 05/12/2009 12:33
LA MAJA DSNUDA . Francisco de Goya . Museo del Prado (Madrid ) . 1797-1800
LA MAJA VESTIDA . Francisco de Goya . Museo del Prado (Madrid ) . 1797-1800