Cuando Felipe IV sube al trono, en 1621, la Monarquía hispánica
cuenta con posesiones en toda Europa. Los reinos peninsulares son
cuatro: Castilla, Aragón, Navarra y Portugal. En Italia, están bajo
dominio español los reinos de Nápoles y Sicilia y el Milanesado. Son
también españoles los Países Bajos y el Franco Condado. Frente a los
Habsburgo españoles, la rama austriaca domina el Sacro Imperio
romano-germánico, el mayor estado en extensión de la época. Dos son las
principales potencias enemigas de ambas ramas de la casa Habsburgo: el
reino de Francia y el de Inglaterra. Otros estados jugarán un papel
fundamental en la política europea. Así, en Italia, los Estados
Pontificios se asientan sobre buena parte de la península, rivalizando
con la República de Venecia. En el norte de Europa se sitúan los reinos
de Noruega y Dinamarca, por un lado, y el poderoso reino de Suecia, por
otro. En el este europeo se sitúan el Imperio ruso, los reinos de
Polonia y Hungría y el principado de Transilvania. Todos ellos habrán
de hacer frente al Imperio otomano, que se expande desde el sur. El
interés de franceses e ingleses será debilitar a los Habsburgo, tanto a
la rama española como a la alemana. La pérdida del poder militar de los
Habsburgo se plasmará en la paz de Westfalia, en 1648, en la que se
reconocen las independencias de Suiza y las Provincias Unidas. Además,
el Tratado de Lisboa, de 1668, ya con Mariana de Austria como regente
de Carlos II, otorga la independencia a Portugal.
A comienzos del siglo XVII, la Monarquía hispana cuenta con
posesiones en buena parte del mundo. Mientras desde la corte de Madrid
se gobiernan el resto de reinos peninsulares, en la Europa del norte y
central, son posesiones españolas los Países Bajos y el Franco Condado.
En Italia, los Habsburgo dominan el Milanesado y los reinos de Nápoles
y Sicilia. La presencia hispana en Africa se reduce a dos pequeñas
aunque estratégicas plazas, las de Orán y Melilla, además de las
Canarias, escala esencial en la navegación hacia América. En el Caribe
americano, la expansión española ha conseguido controlar las islas de
Cuba y La Española, además de la península de Florida. Ya en Tierra
Firme, se han creado el Virreinato de Nueva España, con capital en
México, y el del Perú, gobernado desde la ciudad de Lima, fundada en
1535. Por último, en Asia, la presencia española se traduce en la
colonización de las islas Filipinas. Desde 1581 y hasta 1640 el reino
de Portugal se integra en la Monarquía Hispánica, lo que suma a ésta
nuevos territorios. Los navegantes portugueses, volcados en el comercio
con Oriente, han establecido numerosas e importantes escalas, como las
Azores y Madeira. En Africa, cuentan con factorías en Tanger, Ceuta,
Guinea, Accra, Angola, y la costa oriental africana. En la península
Arábiga, los portugueses controlan el estrecho de Ormuz. En la India,
establecen factorías en Diu, Goa y Ceilán. En Indonesia, cuentan con
colonias en Syriam, Malaca, Sumatra, Java, Célebes y Timor. Finalmente,
la estratégica Macao les abre las puertas de la Gran China. Por último
hay que considerar las posesiones portuguesas en América, una amplia
franja costera en Brasil que cuenta con ciudades como Río o Recife. ARTEHISTORIA .