Tras la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975, España se
encamina de manera lenta e insegura hacia una democracia. En septiembre
de 1976, el Gobierno de Suárez aprueba su proyecto de reforma política
que habrá de preparar las primeras elecciones a Cortes. Dos meses más
tarde, la Ley de reforma política obtendría el apoyo mayoritario de los
españoles vía referéndum, con el respaldo del 94,2% de los votantes. Aprobada
la ley, en febrero de 1977 desaparecen las principales restricciones
para la legalización de los partidos políticos. Todos, excepto el PCE,
que lo hará más tarde, pasan a la legalidad. El país respiraba nuevos
aires de libertad: los exiliados volvían a casa, las mujeres
reivindicaban la igualdad y el Ejército perdía protagonismo. La
sociedad civil se organizaba, hambrienta de derechos. Sin embargo, el
camino hacia la libertad no es fácil: en los primeros meses de 1977, la
extrema derecha y el terrorismo ponen en peligro la transición. Más
de un centenar de partidos, en coalición o independientes, se
preparaban para concurrir a las primeras elecciones, convocadas para el
15 de junio. Por aquel entonces, las calles comenzaron a dibujar un
paisaje desconocido, con miles de carteles de las más variadas
formaciones políticas. La propaganda electoral asombraba a los
españoles, que asistían atónitos ante tan desconocido despliegue de
siglas y medios de propaganda. Los mítines de las formaciones
políticas comenzaron a poblar el paisaje de las ciudades. En ellos,
miles de españoles escucharon un nuevo discurso político y pudieron
conocer de primera mano las opiniones de sus líderes. Por fin se
celebran los comicios el 15-J, iniciando España uno de los capítulos
más trascendentales de su historia reciente. Diecinueve meses después
de la muerte del dictador Francisco Franco, unos 35 millones de
votantes acudían a las urnas para participar en las primeras elecciones
libres desde la Guerra Civil. El resultado de las urnas dio como
vencedor a la UCD de Suárez, que logra 165 diputados al Congreso. Le
siguieron el PSOE de Felipe González, con 118; el PCE de Carrillo, con
20; y la Alianza Popular de Fraga, con 16, además de otros partidos. El
camino hacia la normalidad democrática ya estaba trazado, aunque aun
habrían de sortearse importantes dificultades.