Escritos
como este se pueden encontrar en la internet por montones,aqui les dejo
uno aparecido hace solo una semana,para que aprendan un poco de la
realidad cubana.
Les recomiendo leer.
Por Emma Zinsky
Blog de Zoé Valdés Como
saben los lectores de este blog, viajé a Cuba hace poco, con el
objetivo de realizar un reportaje sobre la disidencia y los artistas e
intelectuales cubanos. Pese a que mi estancia duró más de quince días,
y ha sido bastante larga y fructífera, apenas me he atrevido a escribir
acerca de lo que he sido testigo en Cuba. Mis padres son cubanos, yo me
siento cubana, aunque nacida en Francia soy profundamente cubana. Tengo
35 años y he viajado y he visto medio mundo, en parte gracias a mis
padres, y de otra parte, gracias a mi profesión: periodista. Conozco
América Latina y Centroamérica, he vivido la pobreza, nada me es ajeno.
Lo que vi en Cuba, recientemente, no tiene comparación con nada de lo que vi antes.
Sólo he estado dos veces
en el país de mis padres, y el mío en consecuencia, y por razones
periodísticas. Empiezo por decir que no me interesa un país que no le
proporcione a sus hijos el más mínimo sueño de libertad y de vida;
aunque por el contrario, como periodista, me interesa investigar ese
tipo de fenómeno, y Cuba no es algo usual, resulta más bien lo inusual.
Desde el primer momento,
y como entré en el país sin el permiso de prensa, tuve que hacer
malabares para contactar a las personas a las que quería entrevistar.
El permiso de prensa lo rechacé desde el momento en que comprobé que
sería perseguida en cada uno de mis movimientos. Entonces me alojé en
casa de unos amigos, ya que aceptar que me albergaran mis familiares
podría traerles problemas. Un periodista extranjero sabe que puede ser
condenado a 20 años de prisión en caso de que lo sorprendan
entrevistando a los disidentes o a personas que el régimen califique de
traidores, así que preferí actuar sola, de manera independiente, y
procurar que mis familiares no advirtieran nada de lo que iría hacer.
¿Qué hice? Nada y todo.
La lasitud es un mal contagioso, intenté liberarme de los primeros
síntomas. Me fue imposible entrevistar a los escritores y artistas
cuyos nombres llevaba en mi agenda, algunos andaban viajando, los otros
no me aportarían más que la versión oficialista del régimen. La gran
mayoría de artistas y escritores cubanos dentro de la isla actúan como
cotorras de la dictadura, repiten lo que la dictadura quiere que se
sepa; lamentable.
Intenté introducirme en
el mundo de los blogueros, pero en realidad ese mundo no existe más
allá del piso 14 de Yoani Sánchez, imposible dar con los blogueros
independientes, que no sean subalternos a Generación Y; todo pasa por
ella y lo que vi, una sucursal de la estructura gubernamental, no me
animó para reiterar lo que ya tanto se ha dicho en entrevistas a la
bloguera nacional, y lo que ella misma ha expresado en su blog. El
movimiento contestatario bloguero no existe en Cuba, se limita a
mostrar lo que vemos a diario en las calles: Una pobreza espantosa, una
manipulación extrema, una desidia infinita. Aunque algunos intenten
analizar la situación política, la brevísima distancia entre su propia
situación y la realidad, además de la falta de ejercicio de la
democracia, no les permite ser enteramente objetivos, no generalizo,
sin embargo, el intento al menos es favorable.
Los verdaderos
resistentes son los opositores que llevan años en la lucha diaria por
conseguir –no espacios de libertad- sino la libertad entera. Esa gente
sí tiene mucho que decir, muchísimo, y junto con las Damas de Blanco,
son los verdaderos protagonistas del enfrentamiento al régimen, un
enfrentamiento tenaz y con causa, la libertad de sus familiares, la
libertad de Cuba. Y los periodistas independientes, los escritores
presos. Lo demás, fuera de eso, es un entretenimiento pernicioso para
distraer de lo que realmente importa en Cuba: vivir de manera normal,
como la gente aspira a vivir en otros países.
Comparar la revolución
verde iraní, así como otros movimientos producidos a través de
internet, con lo que sucede en Cuba es totalmente falso. Internet,
twitter, y demás gadgets desgajados de la Tela han producido, sobre
todo en el caso iraní, violencia, sangre, muertes; lo que no ha
ocurrido ni en sueños en Cuba con los protagonistas del fenómeno
"blogger". Los blogueros en Cuba actúan en una especie de "cocoon" o
cápsula y las advertencias –si las hubiera- no pasan de eso,
advertencias. Ni hablar de los montajes innecesarios, y de la
chivatería penetrante.
Por otro lado, si en La
Habana se palpa la miseria, ¿qué les puedo contar del campo? Horrorosa.
Sin embargo, estamos ante una miseria contaminada de ideología, o sea,
la gente esconde la miseria, el orgullo les vence, no viven vendiendo
las escenas de miseria; sin embargo, por el contrario, no sienten
vergüenza de proponerle a los extranjeros un hijo o una hija que se
prostituya para poder cenar caliente esa noche. Contradicciones del
castrismo: En la escala de valores, vale más el buen ver de la moral
castrista, que el cuerpo virgen de una hija o de un hijo.
Sí, soy dura, lo sé;
pero no mucho más que la realidad que vi y viví, confieso un tremendo
dolor, un enorme pesar, pero estoy dando un testimonio que, muy
probablemente, quede muy por debajo de lo que mi mente y mis pupilas
consiguieron atrapar. Los hospitales dan grima, las escuelas ganas de
llorar. Los padres se matan por conseguir un uniforme nuevo, para que
los niños tengan zapatos, el dinero llega desde el exilio, vestirse
decentemente es una proeza, sobre todo del exiliado que manda el
dinero. Desayunar, almorzar, cenar, sigue siendo la tragedia cotidiana.
Las casas se caen a pedazos, desconchadas, apuntaladas, la gente duerme
en colchones de hace 50 años, las sábanas ripiadas, zurcidas, vueltas a
coser. Pero eso sí, la inmoralidad castrista está intacta, aún cuando
la gente se queje, en cuanto notan que se les graba, algo bueno le
encuentran a la revolución, por muy risible que sea.
La música cubana se ha
rebajado aún más, de la timba –que ya era baja- al perreo, todo es
perreo. No estoy hablando de Los Aldeanos que sólo se ven en youtube y
hacia afuera, ¿qué cubano de a pie puede acceder a youtube? Ni saben de
lo que se les habla. El rock sigue siendo un movimiento contestatario,
solapeado, perseguido, aplastado, asesinado. El perreo es la moda, lo
último.
Me hizo gracia esa
polémica sobre los Van Van. Este grupo musical es la prehistoria de la
música dentro de la isla, visto como una antigualla; decir que son los
mejores músicos de Cuba y los que representan la música de ese país es
mentir descaradamente. La juventud se muere por oír artistas
extranjeros, principalmente norteamericanos, y por los artistas cubanos
que sólo han escuchado en sueños: Willy Chirino sigue estando en el
paladar, así como otros, que han ido pasando en el recuerdo, pero que
en ellos continúan vibrando, porque los siguen anhelando. Mientras que
a ellos les importa poco Los Van Van, ya están cansados de la
politiquería de la orquesta, incluso alguno me dijo: "que se vayan a
cantar su comunismo a Miami y que nos traigan a Bebo Valdés, a Paquito
D'Rivera, a Albita", resulta curioso cómo los exiliados recientes
añoran una música que la gente en Cuba desprecia por repetitiva y
machacona de lo mismo, de la papilla que el gobierno les obliga meterse
día a día. La mayoría está al tanto del último disco de Lucrecia, y del
éxito de Xiomara Laugart interpretando a Celia Cruz. Y se preguntan por
qué no se ha producido con Olga Guillot, el mismo fenómeno de Compay
Segundo y de la Omara Portuondo.
Hice entrevistas a gente
sencilla, perseguida, tocadas en lo más hondo por el racismo y el
clasismo de la sociedad cubana, antes y después de 1959, gracias a las
preguntas de la autora de este blog, porque les tengo que confesar
algo, yo no me sentía con ánimos de nada. La tristeza me invadió y me
sentí absolutamente incapaz de terminar el viaje, aún cuando llegué al
fin, extenuada, airada, echa mierda. Atrás quedaron mis primos, mi
gente, un país moribundo, inerte, olvidado, y a la espera de que un
milagro ocurra. Un país donde la mitad son héroes y la otra mitad
pícaros, nadie en Cuba es perfectamente normal. Eso, que es lo que
precisamente encanta a los extranjeros, a mí me produjo un rechazo
insoportable, y un dolor agudo, que no se me quita del costado.
De los oficialistas que
me tropecé no hubo uno solo que no me hablara mal del exilio, sin
embargo, muchos de ellos viven gracias al exilio, de los viajes, y de
ese capitalismo que tanto desprecian con los dientes apretados y un
velo de envidia en las pupilas.
Los artistas –pintores y
músicos en su mayoría- que regresan con dinero, se instalan en
mansiones pagadas con dólares y compradas junto con el estado, y se
olvidan de lo que existe a su alrededor; lo que vale es buscarse la
vida, enriquecerse, y no tener que pagar impuestos fuera de Cuba, aún
cuando el dinero que ganan lo ganan fuera. Pagan impuestos, y
altísimos, al estado castrista, es el precio para conservar un cierto
status, la casa, el automóvil, y el permiso de entrada y de salida,
pícaros quoi!
Mi conclusión, no sé si
sirva para algo, los únicos que merecen apoyo son la disidencia, las
Damas de Blanco, y los presos. Lo demás se mueve en una especie de
jineteo constante, en una secuencia interminable de pedigüeñería
vergonzosa. El negocio con la policía da asco, incluso, cualquiera
puede fabricarse un caso de opositor y negociar con la misma policía
que lo detengan unas horas, para empezar a engrosar expediente de
disidente, o sea, que hasta los verdaderos disidentes en la actualidad
deben enfrentarse a los falsos, a los bichos, que pretenden ocupar sus
puestos y salirnos por la pantalla de internet para, una vez fuera, los
incautos los apreciemos como héroes, y que como inmortales creídos los
coloquemos en el pedestal de la gloria, inmerecida, claro.
Sólo me resta un lamento: ¡Pobre Cuba! Lo que soy yo, no vuelvo nunca más.
Este texto ha sido
coescrito con la autora del blog, a partir de mis notas de viaje. Ella
me ha animado a reacomodar mis notas y les ha dado forma. No hubiera
podido hacerlo sola, y mucho menos hubiera alcanzado a recortar de tal
modo mis impresiones.
Gracias a los cubanos de
buena voluntad y de fe. Allí dejé no sólo mi dinero y mis vestimentas,
dejé parte de mi alma. Agradezco a mis padres que me hayan salvado del
horror castrista, y que se hayan esforzado para que yo pudiera ser una
profesional con toda la seriedad del término, pero sobre todo, una
persona que aspira a la vida, y a la muerte, como cualquier ser humano,
con dignidad.