La obra fue un encargo de la Corporación de Arcabuceros de Ámsterdam para decorar la Kloveniersdoelen, sede de la milicia. Debido a esto, Rembrandt usó monumentales dimensiones para el lienzo.
En ella aparece la milicia del capitán Frans Banning Cocq en el
momento en el que éste da la orden de marchar al alférez Willem van
Ruytenburch. Detrás de ellos aparecen los 18 integrantes de la
Compañía, que pagaron una media de cien florines
al pintor por aparecer en el cuadro, una suma más que considerable para
la época. Los dos oficiales probablemente pagaron más, por el lugar
privilegiado que ocupan en el cuadro. En total, Rembrandt cobró 1600
florines por este cuadro.[4] Al ser la compañía de arcabuceros una institución municipal, La ronda de noche
sigue siendo propiedad del Ayuntamiento de Ámsterdam, que la cede al
Rijksmuseum en préstamo de uso sin contraprestación económica.
Los personajes aparecen captados por el pintor holandés tal y como
los pudo contemplar en numerosas ocasiones en el momento en que a
diario la compañía se preparaba para formar y salir a continuación
ordenadamente para recorrer la ciudad en su misión de vigilantes del
orden. Además, en el cuadro aparecen tres niños corriendo y un perro
que animan la escena.
El encargo, que debía ser concluido para el banquete de inauguración de la sede de la compañía, fue, junto a otros retratos corporativos, parte de la conmemoración de la llegada en 1638 a Ámsterdam de la reina madre María de Médicis, viuda de Enrique IV de Francia, exiliada por orden de su hijo Luis XIII y del intrigante cardenal Richelieu. Esta visita regia a la capital holandesa fue celebrada por sus autoridades con gran pompa y boato.[5]
El pago del trabajo se retrasó debido a que no cubrió las
expectativas de los miembros de la milicia, por no estar perfectamente
definida la presencia de la mayoría de ellos. A pesar de su calidad,
también pasó desapercibida para la crítica en su día.
La escena de la compañía forma parte fundamental de la tradición
holandesa de retratos colectivos que surgió en la llamada "Edad de Oro
del arte holandés". Autores contemporáneos como Frans Hals se dedicaron casi en exclusiva a este tipo de retratos de encargo.