Las promesas de Mujica, como las del castrochavismo, no poseen ni merecen credibilidad ni confiabilidad.
Por el Prof. Alexander TORRES MEGA
Sincero es quien se expresa
con veracidad y sin doblez, mientras que hipócrita es aquél que finge
ser lo que no es, el que representa lo que no piensa ni siente.
En los voceros de la izquierda
observamos un discurso que pretende aparentar moderación y fingir
espíritu democrático. Ocultan permanentemente su verdadera identidad
ideológica y todo lo que de ella se deriva. Son maestros de la mentira.
En boca de los marxistas hasta la misma verdad se transforma en
mentira.
La razón de la simulación
estriba en que, cuando el marxismo se muestra tal cual es, con toda su
perversidad intrínseca al descubierto, la opinión pública lo rechaza
automática y categóricamente. Tanto la injusticia de su doctrina
antinatural como la brutalidad de sus métodos han merecido siempre la
más severa condena. En diversas partes del mundo, han logrado dominar
territorios y someter tiránicamente a millones de almas pero nunca han
podido convencer a la mayoría de las personas.
Cada vez que la radicalización
de la izquierda ha sido prematura o excesiva, surgieron resistencias
que terminaron frustrando su avance y consolidación. Para evitar el
rechazo que despierta, la izquierda se esfuerza en aparentar lo que no
es. Simula sistemáticamente para postergar, diluir o impedir la
reacción que provocan sus procedimientos y sus fines últimos cuando
ellos son percibidos con claridad.
Los exponentes de izquierda
han aprendido de Maquiavelo que “la hipocresía es condición
indispensable del poder” y que “el Príncipe debe dominar el arte de su
uso”. Aplican aquel consejo dado al "Príncipe": "es de gran importancia
disfrazar las propias inclinaciones y desempeñar bien el papel del
hipócrita".
La mentira es consustancial a la izquierda
En ese marco, se entiende que
la mentira sea arma principalísima en la propaganda izquierdista y, por
ello, mentir ha sido y es una constante omnipresente en los discursos
de las más destacadas figuras de la izquierda en todas partes. Los
vemos prometer, demagógicamente, paraísos terrenales y terminan
imponiendo infiernos repletos de opresión y miseria de los cuales casi
nunca se termina de salir.
Así ha sido desde 1917, en la
ex URSS, hasta los anuncios de Fidel Castro, al inicio de su mayor
protagonismo (1959-1961) de convocar a elecciones y respetar derechos y
libertades; pasando por los juramentos de Chávez, antes de las
elecciones en las que se postuló, por primera vez, a la presidencia de
Venezuela, de respetar el derecho de propiedad y garantizar la
inversión extranjera, para llegar ahora a la invitación formulada por
Mujica a los inversores para que confíen en el gobierno de la coalición
de izquierda.
La mentira es consustancial al
marxismo. Revel es muy elocuente al describirlo así: “Un carácter
sorprendente del comunismo es haber realizado punto por punto durante
sesenta años exactamente lo contrario de lo que anunciaba y pretendía
hacer. Ésa es la esencia del leninismo. Lenin proclama el poder de los
consejos obreros (los soviets) e introduce el partido único, monstruo
político del cual es el indiscutible inventor. Afirmaba respetar la
voluntad de «las masas» y la democracia, pero disuelve mediante un
golpe de estado la asamblea constituyente, en enero de 1918, porque las
masas no eligieron más que una cuarta parte de los diputados
bolcheviques. Habla en nombre del pueblo y hace que se dispare contra
él. En nombre de la libertad crea la Checa, antepasado de la KGB. De
hecho el terror y los campos de concentración comienzan con Lenin. Más
tarde Stalin no hizo más que sistematizar las técnicas del maestro.
Predica el desarme y se lanza a la carrera de armamentos. Estigmatiza
al imperialismo... y él comienza la constitución por la violencia pura
del último imperio colonial moderno: el imperio soviético".
Veamos, también, resultados
concretos de esas promesas en la realidad cubana y venezolana. En el
caso del sanguinario dictador vitalicio de Cuba, todas las promesas
fueron traicionadas: en los hechos, nada de elecciones libres,
abundaron paredones de fusilamientos y se violaron sistemáticamente
todos y cada uno de los derechos fundamentales hasta el día de hoy.
Cuba terminó transformada en una gran cárcel y cada habitante es
prisionero del dios-Estado-gobierno de partido único.
Chávez también juró respetar la propiedad privada y luego…
En el caso de las promesas de
Chávez, el otro déspota inescrupuloso con maquillaje democrático, los
peores resultados están a la vista. En vez de cumplir lo prometido en
cuanto respetar el derecho de propiedad y asegurar la inversión
extranjera en todas las áreas, viene llevando adelante, a sangre y
fuego, una serie de expropiaciones y confiscaciones brutales.
Acabo de recibir un video
conteniendo las declaraciones formuladas por Chávez poco antes de
aquellas primeras elecciones. En ellas asegura que entregará el
gobierno al cumplirse los cinco años de su período y que los medios de
comunicación deben ser privados (al Estado -dice- le basta con uno) y
proclama que esos medios privados gozarán de todas las garantías. Ya
sabemos que todas esas promesas terminaron en el basurero. En vez de
entregar el gobierno, se va perpetuando, en vez de respetar a los
medios de comunicación, los clausura y lo que sí asegura a todo
opositor es cárcel, exilio o muerte.
Quien todavía tenga alguna
duda, puede preguntarle a los empresarios venezolanos, hoy víctimas de
confiscaciones y humillaciones de todo tipo, en qué quedaron las
promesas de ser respetados cuando también ellos confiaron y
aplaudieron.
En general, se entiende que la
vida del personaje es la que da fe de sus palabras y que son los hechos
concretos los que contribuyen a otorgarle credibilidad. Pues bien, la
vida y los hechos de Mujica no le hacen merecedor ni de credibilidad ni
de confiabilidad. El que fue líder del terrorismo guerrillero, el mismo
que comandó una organización para secuestrar empresarios y asesinar a
civiles y uniformados, ahora -travestido o metamorfoseado- también
promete que respetará derechos y libertades y que garantiza la
inversión privada, que no habrá expropiaciones ni impuestos excesivos.
¿Alguien bien informado puede
creer en la sinceridad de Mujica cuando hace estas
aseveraciones? Frágil memoria la de algunos empresarios. Y no lo digo
pensando únicamente en el pasado sanguinario, repleto de secuestros,
robos y homicidios, sino que estoy pensando en lo dicho por Mujica hace
muy poco tiempo: arrasar la propiedad de la tierra y suprimir la
herencia. Para él y los suyos, la tierra no debe ser "un bien
transferible", ni "una propiedad", sino "un bien de uso". El Estado
debe ser su "arrendador".
¿Cómo puede entenderse que la
prensa y su legión de papagayos rojos presente a Mujica como genio
inventor de la pólvora porque reconoce que la pobreza y el desempleo es
derrotada con inversión?
En medio de tanta mentira, hay
algo cierto y es la condición de “aliados” que determinados empresarios
tienen (al menos por ahora) para con Mujica. Sin esa “alianza
incondicional” de personas como López Mena, la izquierda nunca hubiese
alcanzado los logros que hoy detenta.
Es sabido que la meta de
Mujica es adormecer toda eventual resistencia. Para ello evita “asustar
a los burgueses” y hace pensar que, en esta etapa, no liquidará a la
empresa privada sino que apenas la "ordeñará".
Simbiosis sindicatos-gobierno
Habría que agregar mucho más a
lo dicho. Pero, permítaseme un último ingrediente: el poder artificial
de los sindicatos que, aliado del propio gobierno izquierdista, termina
sovietizando la empresa.
Recuérdese que hasta el bueno
de Astori, el hombre sedante o somnífero, cuando tuvo que definirse por
el tema de las ocupaciones de empresas, lo hizo en los peores términos,
respaldando al entonces ministro Eduardo Bonomi y dándole “todo su
apoyo” a este “compañero” muy cercano a Mujica y a su “orga”, además de
próximo superministro.
Los empresarios (genuinos o
ficticios) que aplaudieron a Mujica, deberían saber que bajo estos
gobiernos de izquierda, quien manda realmente en cada empresa es el
sindicato (o mejor dicho, los miembros de la cúpula sindical
coordinados con agentes gubernamentales) y que el propietario suele ser
un siervo de la patota sindical. Si el empresario quiere modificar
algo, tomar, promover o despedir empleados, requerirá la bendición de
los sindicalistas.
¡¿Uniformados también aplaudirán a sus verdugos?!
Es previsible que la maniobra
para conquistar empresarios y transformarlos en “aliados
incondicionales” tenga muy pronto otro complemento deplorable y
repugnante: será captar la simpatía de militares y policías. Confieso
que desearía equivocarme pero me parece que así como los empresarios
(considerados ayer objetivos militares a ser muertos o secuestrados por
la guerrilla) hoy lo aplauden, la maquinaria de propaganda izquierdista
logrará pronto que no pocos uniformados también lo aplaudan. Para ello,
bastará con un puñado de elogios, algunos aumentos en las
retribuciones, mejorar condiciones presupuestales, digitar bien
ascensos, viajes, misiones y nuevos cargos, etc. Así los mismos
uniformes que fueron blanco preferido de la metralla asesina, cobarde y
traicionera, se pondrán de pie para aplaudir a su verdugo. Quiera Dios
que no tengamos que ver eso.
Ante las promesas de Mujica
todos aplauden. Hasta los más derechistas(?) dirigentes de la
oposición(?). Aplauden como ya lo hicieron antes de las elecciones por
no saber ni querer marcar diferencias claras de fondo y alertar a la
población frente a la prédica y a los métodos nocivos de la izquierda.
Es inadmisible que tales
dirigentes halaguen públicamente a alguien como Mujica. Pisotean así,
una ética sin la cual no vale la pena la vida política ni la propia
existencia humana.
Con una oposición como esta,
cada vez resulta más fácil para la izquierda consolidarse y
perpetuarse. Si el común de las personas de bien no obliga a los
políticos a cambiar de actitud, la izquierda se alza con la suma total
de poder sin la menor oposición seria y efectiva. Ello posibilitará que
se cometan los peores atropellos, como en Venezuela y Cuba, aunque, por
ahora, la izquierda prefiera usar cosméticos de moderación y algunos
edulcorantes para que el veneno ideológico sea bebido sin mayor rechazo
inicial.
Una vez más, confirmamos: la
izquierda logra avanzar, no tanto por su propio poderío, sino por la
ceguera, la pseudo ingenuidad y la debilidad cómplice de quienes
debieran combatirla con firmeza y no lo hacen.
Quienes califiquen de
exagerada esta actitud de desconfianza, tienen, desde siempre, el
agradecimiento de la izquierda. Pero, sepan también que son culpables
de debilitar toda reacción capaz de enfrentar la embestida roja.
Desgraciadamente, el tiempo se
encargará de continuar demostrando a los “ingenuos” en que tipo de
abismos desembocan esas posiciones "moderadas" de la izquierda. Se
confirmará que la moderación de hoy es meramente estratégica y que la
agresividad -todavía oculta- crecerá sin límites, haciendo que los excesos excepcionales se conviertan, después, en regla general.
Prof. Alexander TORRES MEGA
Dir. Resp. de FLASHESCulturales
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