¿Cómo fue envuelto el hombre de la Sábana Santa? de acuerdo a
la hipótesis del doctor en física John P. Jackson (co-descubridor de la
tridimensionalidad de la Síndone y director del STURP, equipo que
analizó la Síndone en 1978 durante 120 horas).
La Sábana Santa
Historia
Tras la
Resurrección de Jesús desaparece la Sábana Santa y sobre el paradero de la
misma hay diversos testimonios contradictorios, hasta que en el año 525, es
encontrada y expuesta en Edesa. Varios siglos después, en el año 944, el
emperador de Bizancio, Romano Lecapeno, tomó la decisión de adueñarse de la
Sábana, con el fin de que le proporcionase protección. Los habitantes de Edesa
no pudieron evitar que el ejército del emperador les robase su venerado Lienzo
y éste fue trasladado a Constantinopla.
Tras el ataque de
los cristianos a Constantinopla en 1204, desapareció el Sudario. Posiblemente
fueron los Templarios sus custodios durante más de un siglo. Se volvió a conocer
su paradero en 1349, cuando Godofredo de Charny, por orden del papa Clemente V,
mostró un Lienzo con la imagen del Hombre muerto. Posteriormente, la nieta de
Godofredo, Margarita de Charny no tuvo más remedio que vender la Síndone a la
casa Saboya, para paliar sus problemas económicos.
En 1532, es
salvada por poco de un incendio probablemente provocado por los calvinistas, que
le dejó marcas permanentes. Las hermanas clarisas de Chambéry colocaron parches
en las quemaduras en 1534. En 1578 se trasladó el Santo Lienzo a la Catedral de
Turín, lugar donde se encuentra actualmente y en el que en 1997, nuevamentetuvo que ser rescatado de otro incendio, en este casopor los
bomberos de Turín. Uno de ellos, Mario Trematore, quebró el vidrio antibalas que
lo protegía con un martillo y al ser preguntado sobre su hazaña respondió:“Este vidrio podrá detener balas, pero no es capaz de detener la fuerza de
los valores asociados al símbolo que contenía. Con sólo un
martillo y nuestras manos, rompimos el vidrio. Esto es extraordinario” “Dios me
ha dado las fuerzas para romper el cristal”.
Desde 1983, la
Sábana Santa pertenece a la Santa Sede, al haber sido dejada en herencia por
Humberto II de Saboya al Papa. Se trata de una pieza de lino de 4'41 m de largo
y 1'13 m de ancho, que muestra a un hombre con unas extraordinarias condiciones
físicas, de 1,81 m de altura y de unos 80 kilos.
Estudios científicos
La prueba del
carbono 14
Es la única
prueba contraria a la autenticidad del Lienzo. Fue realizada en 1988 por los
laboratorios de Oxford, Tucson y Zurig, que la situaron en la época medieval,
entre 1260 y 1390. Sus resultados fueron puestos en tela de juicio por otros
científicos, que detectaron 26 irregularidades en los procesos de datación de
los tres laboratorios.
Se hizo una nueva
prueba en 2005, en este caso por la “American Shroud of Turin Association for
Research” (AMSTAR), que reveló que la prueba de 1988, no se había hecho sobre el
Sudario original, sino sobre uno de sus parches, que estaba perfectamente
remendado. La prueba química demostraba que el lino del Sudario era en realidad
mucho más antiguo.
Negativo
fotográfico
En 1898, Secondo
Pía realizó las primeras fotografías al Lienzo. En el cuarto oscuro, se llevó la
sorpresa de que cada imagen en negativo aparecía como una imagen en positivo. La
Síndone, por tanto, era un negativo fotográfico. De ser cierta la teoría de que
es una falsificación procedente de la época medieval, su autor debería conocer
las propiedades de los negativos fotográficos. Esto hace dudar de la teoría de
la falsificación. Por otra parte, ningún método, ni estilo artístico conocido, puede
dar lugar a imágenes con las propiedades fotográficas que tiene la imagen de la
Sábana Santa.
Tejido
Los expertos no observaron la presencia de
ningún tipo de pinturas o pigmentos. Los estudios del tejido sitúan suprocedencia en el área Sirio-Palestina
en el siglo I. Por otra parte, se encontraron fibras de algodón. En Europa no se
tejió el algodón hasta finales del XV, al contrario que en Oriente Medio. De
hecho, el sistema de confección del Sudario, coincide con los elaborados allí en
el siglo I.
Polen
En 1978, el suizo
Max Frei, criminólogo, botánico y palinólogo, tomó muestras del polvo de la
Sábana y comprobó la existencia de
polen de flores de Palestina. También encontró restos de polen
de Turquía, Francia e Italia, que demostraban la trayectoria de la Síndone por
Israel, Edesa, Constantinopla, Francia e Italia. El falsificador tendría que
haber incorporado todos estos pólenes, imperceptibles al ojo, sin contar con la
ayuda de un microscopio. Por otra parte, el Lienzo también tenía áloe y mirra,
como las que usaban los judíos de Oriente Medio para preparar los cadáveres.
Estudios
médicos
El primer
cirujano que estudió con minuciosidad las heridas que aparecen en el cuerpo, el
profesor de Anatomía Comparada de la Sorbona, Yves Delage, verificó que la
imagen del Santo Sudario pertenecía a un hombre que había sufrido un tormento
físico como el de Jesús. Muchos médicos han confirmado estos hallazgos, y han
afirmado que la representación de las heridas es anatómicamente perfecta y
presenta detalles que se desconocían en la época medieval.
El tejido
envolvió un cadáver durante 30 a 36 horas. Los exámenes realizados aseguran que
se trata de una imagen de un hombre,
coronado de espinas, azotado, crucificado y traspasado por una lanza. No hay
indicios de putrefacción.
Arte de la
Edad Media
La iconografía de
los siglos XIII o XIV, que se asemejaba poco a la realidad anatómica, denota
además, que los artistas desconocían con exactitud los métodos de flagelación y
crucifixión del siglo I, que sí aparecen reflejados en la Sábana.
Expertos
de la NASA
El Santo Sudario fue analizado por un numeroso
grupo de científicos del proyecto “STURP”, la mayor parte perteneciente a la
NASA. Realizaron una serie de descubrimientos sorprendentes, que echaron por
tierra las conclusiones de la prueba del carbono 14.
-Al estudiar los hilos, observaron con asombro que de sus aproximadamente
doscientas fibras, solamente dos o tres eran responsables de la formación
de la imagen. También, descubrieron que la imagen se plasmó después de las manchas de sangre.
-La sangre que encontraron era
del tipo AB, muy común entre los judíos. El supuesto falsificador medieval,
también debía saber identificar la sangre del grupo AB.
-Observaron
que los músculos dorsales y deltoides aparecían abombados, lo que les llevó a la
conclusión de que el cadáver tuvo que permanecer inmóvil y en el aire
en el momento de la formación de la imagen.
-Mediante
métodos informáticos descubrieron que la imagen tiene propiedades
tridimensionales, porque las zonas del lienzo
que tocaban el cadáver, eran más luminosas que las más alejadas al cuerpo. El
falsificador de los siglos XIII o XIV, por tanto, también tendría conocimientos
en 3D, algo que no ha sido desarrollado hasta el siglo XX.
-Los estudios también revelaron la existencia de dos círculos sobre los
ojos. En los enterramientos próximos al sábado, sobre los párpados se colocaban
monedas. En uno de esos círculos
encontraron las letras DCAI, idénticas a las de unas monedas de bronce acuñadas
en Judea entre los años 19 y 32.
¿Radiación?
¿Deshidratación?
La impresión de
la imagen es un misterio. Se podría deber a una desconocida radiación, o a una
deshidratación en centésimas de
segundo, como manifestaron los científicos del proyecto “STURP”, tras advertir
que las hebras del hilo no estaban quemadas. En todo caso, podría proceder del
cuerpo de Cristo en el momento en el que va a resucitar.
Después de todos
estos hallazgos, creer que la Sábana Santa es una falsificación resulta
verdaderamente inverosímil. Si no se tratase de un tema relacionado con algo
siempre tan polémico como las creencias, no existirían dudas sobre la veracidad
del Lienzo.
¿La imagen pertenece a Jesús?
Diversos estudiosos, han puesto en duda que la imagen plasmada en la Síndone,
pertenezca a Jesús. Para dar respuesta a este interrogante, el profesor de la
Universidad de Turín, Bruno Barberis, realizó un cálculo de probabilidades, con
un procedimiento muy sencillo:
Si se lanza una moneda al aire, existe una probabilidad sobre dos (1/2) de que
caiga por el lado previamente elegido. En el caso de un dado, sería una sobre
seis (1/6). Lanzando al aire simultáneamente a ambos, la probabilidad de obtener
las caras preestablecidas sería de una sobre doce (1/2 x 1/6 = 1/12).
A continuación, Barberis toma en
consideración los siete elementos más característicos de Jesús y calcula las
probabilidades de que tales particularidades vayan vinculadas a otro hombre que
haya sido crucificado:
1. Tanto Jesús como el
hombre de plasmado en el Santo Sudario han sido envueltos en un lienzo tras morir en la cruz.
La mayoría de los crucificados no recibían este tipo de sepultura, por el
desprecio que se les tenía. Por tanto, se calcula una probabilidad entre cien
(1/100).
2. Jesús y el hombre
de la Síndone han sido coronados de espinas. Aparte de los referidos a Jesús, no
hay ningún otro documento que hable de esta práctica. Una probabilidad entre
cinco mil (1/5000).
3. El “patibulum”
está gravado en la espalda del hombre que aparece en el Lienzo. Solamente, en
algunas ocasiones, el condenado debía llevar este madero horizontal. Una
probabilidad entre dos (1/2).
4. Con respecto a la
fijación de las manos y los pies a la cruz, que podía ser con clavos o con
sogas, la misma probabilidad (1/2).
5. La herida en el
costado, una probabilidad entre diez (1/10).
6. El hombre de la
Síndone fue envuelto en un lienzo nada más ser bajado de la cruz, sin ser
lavado o uncido previamente, pues
estaba por llegar la Pascua y los judíos no podían realizar ningún trabajo
manual. Una probabilidad entre veinte (1/20).
7. En el Lienzo no hay
restos de descomposición, por lo que cubrió un cuerpo durante un breve periodo
de tiempo. El cadáver de Jesús estuvo en el sepulcro durante 30 a 36 horas. Al
ser esta una coincidencia tan extraordinaria, Bruno Barberis, le otorga una
probabilidad entre quinientas (1/500).
Sumando todas estas probabilidades, Barberis obtiene que la probabilidad
conjunta sería de:
Es decir, que de 200.000
millones de crucificados, sólo uno podría haber tenido unas características
iguales a las de Jesús de Nazaret y al hombre de la Síndone.