La fuerza de la gravedad de la Luna mantiene a la Tierra en un
equilibrio estable y gracias a ella los polos se mantienen fijos, sin
la Luna los cambios climáticos serían devastadores, el eje de la Tierra
cambiaría y las zonas polares recibirían la luz solar de forma más
intensa derritiéndose el hielo y subiendo los niveles del mar hasta
inundar las zonas costeras e islas, la linea que separa los hemisferios
podría convertirse en las nuevas zonas glaciares y toda la vida como la
conocemos correría un grave riesgo.