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De: IGNACIOAL (Mensaje original) |
Enviado: 16/11/2009 19:09 |
LÓGICA FILOSÓFICA DE LA EXISTENCIA DE DIOS ...
Comprobando la Existencia de Dios Eterno ...
9:54
Comprobando la existencia de Dios eterno / Proving the existence of eternal God
1- Todo lo finito y contingente tiene una causa .
-FINITO : Que tiene origen , límite y fin .
-CONTINGENTE : Que puede suceder o no suceder .
-CAUSA : Fundamento u origen de algo .
Principio productivo del efecto , o a la que hace o por quien se hace algo .
2- Ninguna causa puede crearse por si misma .
Hasta el momento no hay ninguna constatación
científica .
Por lo tanto ....
Todo es causado por otra cosa ....
Toda CAUSA ----------------> EFECTO
3- Una cadena de causas y efectos no puede ser eterna aunque puede ser infinita .
Tiene que tener necesariamente un punto de partida u origen .
Por lo tanto ...
4- Tiene que existir un principio o primera causa generadora y no generada .
Pero entonces tiene que ser una causa no causada
5- Todo lo que tuvo un principio tuvo una causa que lo originó .
6- El Universo tuvo un principio .
Al menos los científicos hablan de un origen del universo . La Gran Explosión o Big - Bang .
No
pudo existir siempre ( Entonces sería eterno ) . Desconocemos si tendrá
final . No sabemos con certeza si es finito . Si tuvo origen no puede
ser eterno .( Se especula que sus
límites están a 15 mil millones de años luz . Si eso se confirmara
científicamente , entonces el Universo sería finito ) .
7- El Universo tuvo un origen que lo causó ,
se inició de " algo "...
Nada puede surgir o nacer de la NADA .
Sólo lo logran algunas veces los ilusionistas con trucos .
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Primer
Anterior
2 a 8 de 8
Siguiente
Último
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8- Algo único , no causado , generador de causas y efectos .
Que también es ....
9- Algo autónomo , infinito y eterno .Siempre ha existido , existe y existirá .
INFINITO .- Tiene un comienzo pero no tiene fin .
Su representación gráfica podría ser :
O-------------------------------------------------->
Punto origen Sin final .
ETERNO.- No tiene principio ni tiene final .
Su representación gráfica podría ser :
<--------------------------------------------------->
Infinito Infinito
10- DIOS es la " causa "primera y última del Universo y de todas las cosas . Es ETERNO .
Su representación gráfica podría ser :
<-------------------------O--------------------------->
Tiende Tiende
hacia infinito ÉL hacia
ETERNO infinito
SIEMPRE
D I O S
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3:56
Un sacerdote demuestra con una fórmula matemática que Dios existe .
El religioso es un catedrático de filosofía especializado en
matemáticas y metafísica. Según ha publicado el británico "Times", este
antiguo amigo del Papa Juan Pablo II, ha logrado obtener el mayor
premio académico por un trabajo que demuestra que las matemáticas son
capaces de poner de manifiesto la existencia de Dios.
Un
cura polaco ha logrado uno de los más prestigiosos premios académicos
del mundo por demostrar científicamente la existencia de Dios. Michael
Heller, de 72 años, ha obtenido más de un millón de euros del Premio
Templeton de Nueva York por plantear a través de una fórmula matemática
la existencia de Dios. ( El Premio Templeton tiene una dotación
superior al Premio Nobel ) .
Su
teoría se centra principalmente en plantear dudas sobre cómo percibimos
la realidad. Heller señala que la ciencia no es sino un esfuerzo
colectivo de la mente humana para leer la mente de Dios desde las
preguntas que los hombres llevan formulándose desde hace siglos.
"Si
preguntamos sobre la causa del universo deberíamos preguntar sobre la
causa de las leyes matemáticas. Al hacerlo nos situamos en el gran plan
maestro de Dios al pensar el Universo, ante las preguntas sobre la
causalidad definitiva: ¿Por qué existe algo en vez de no existir nada?",
el sacerdote polaco afirma que al preguntárnoslo, no estamos
preguntando sobre una causa como otras cualquiera. "Estamos preguntando
sobre la raíz de todas las causas posibles".
El
trabajo del profesor Heller termina con la investigación de la teoría
fundamental de la creación. Aunque no prueba feacientemente la
existencia de Dios, su teoría ofrece pruebas de la posibilidad de que
exista. "Si suponemos que el Universo nació en algún momento, podemos
suponer que tiene un creador. Si el Universo es completo por sí mismo y
carece de límite finito, es decir, no tiene ni principio ni fin, sino
que simplemente "es", habrá que plantearse entonces el lugar que ocupa
un posible creador.
"
La única explicación sensata de todo lo que exuste es Dios , porque las
demas explicacioens por científicas que parezcan , suenan a absurdas y
sin sentido " .
MICHAEL HELLER
Propone un modelo teórico que responde a la idea de un Dios del que surge el espacio-tiempo .http://www.tendencias21.net/Michael-Heller,-Premio-Templeton-2008-por-sus-investigaciones-sobre-el-Universo_a2153.html
Capítulo primero La existencia de Dios
Artículo I Posibilidad y necesidad de demostrar la existencia de Dios.
Para
fijar el sentido de las palabras y evitar confusión de ideas, en este y
los demás problemas relativos a la existencia de Dios, conviene tener
presentes las siguientes
Nociones generales.
1ª Por la palabra Dios entendemos aquí un Ser Supremo que existe a se con existencia absolutamente necesaria, y del cual depende el conjunto o universalidad de los seres que no son él.
Excusado es advertir que esta no es una definición real de Dios; pues,
aparte de que ésta no es posible a la limitada inteligencia del hombre,
si se habla de una definición adecuada, aun la imperfecta o inadecuada
debe ser el resultado de la investigación relativa a su esencia y
atributos. La noción anterior es, pues, una definición nominal, más bien que real.
2ª Ya se ha dicho en la lógica, que la demostración a priori
consiste en demostrar el efecto por la causa, es decir, en demostrar la
existencia, esencia o atributos de una cosa, tomando por medio para la
demostración la causa real [301] de la cosa, y digo la causa real, causa essendi, porque no basta tomar como medio la causa de conocer aquella cosa, causa cognoscendi, que se intenta demostrar, pues en este sentido, toda demostración es per causam, sin excluir la demostración a posteriori, en la que la causa se demuestra por su efecto.
3ª Entre los adversarios más o menos directos de la posibilidad de demostrar la existencia de Dios, pueden enumerarse.
a) Los ateos especulativos o dogmáticos, que consideran la existencia de Dios como un error o hipótesis gratuita de los teístas.
b) Los ateos negativos, que coinciden con los positivistas
contemporáneos, los cuales hacen profesión de ignorar si existe o no
existe Dios, o mejor dicho, consideran esta investigación como
inaccesible a la razón humana.
c) Los ateos prácticos,
que admitiendo la existencia y realidad de Dios, la rechazan
prácticamente, en cuanto que viven y obran como si no existiera
realmente.
4ª
Bajo otro punto de vista, destruyen o niegan la demostrabilidad de la
existencia de Dios, además de Aylli y algunos otros antiguos, que sólo
admitían una demostración imperfecta y de certeza moral para la
existencia de Dios: 1º los tradicionalistas rígidos, que afirman que el
conocimiento que poseemos acerca de Dios, es debido a una revelación
divina y primitiva que llega hasta nosotros por conducto del lenguaje,
sin que sea posible a la razón humana individual y abandonada a sus
propias fuerzas, demostrar rigurosamente la existencia de Dios: 2º los sentimentalistas, es decir, los que consideran la noción de Dios como el resultado de una especie de instintos o sentido divino,
más bien que como el efecto de un procedimiento racional y científico;
pertenecen a esta escuela, entre otros, Jacobi, y hasta cierto punto el
P. Gatry: 3º Kant y los que con él afirman que la razón humana se halla
encerrada dentro de la realidad sensible, y aun ésta fenomenal, sin poder llegar a la posesión de los noumena, ni demostrar la realidad objetiva de los conceptos de la razón pura. [302]
5ª
Por lo que hace a la necesidad de la demostración que nos ocupa, o la
niegan, o al menos la debilitan su importancia, por un lado Descartes
con la hipótesis de la idea innata de Dios, y por otro los ontologistas
partidarios de la intuición primitiva e inmediata de Dios.
Dadas estas nociones, vamos a probar ahora que es posible demostrar a posteriori
la existencia de Dios. Para esta demostración se necesitan y bastan
tres condiciones: 1ª que existan realmente efectos de la causa cuya
existencia se trata de demostrar: 2ª que estos efectos tengan conexión
necesaria con la causa que por ellos se intenta demostrar: 3ª que tanto
la realidad de los efectos, como su relación o conexión necesaria con
la causa, se conozca evidentemente por la razón. Siendo, pues,
indudable que estas tres condiciones se verifican en la demostración de
la existencia de Dios por medio de sus efectos, lo es igualmente que
esta demostración es, no solamente posible, sino hasta relativamente
fácil a la razón humana. ¿Puede dudarse, en efecto, que existimos
realmente nosotros, y que existen fuera de nosotros efectos reales,
contingentes y finitos, y que estos efectos suponen necesariamente una
causa primera de los mismos, y en el concepto de primera, necesaria, superior e independiente?
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La
certeza absoluta y racional con respecto a una verdad perteneciente al
orden espiritual e inteligible, como es la existencia de Dios, objeto
inmaterial, imperceptible a los sentidos y puramente inteligible, sólo
puede obtenerse, o por evidencia inmediata, o por evidencia mediata.
Verdades o proposiciones de evidencia inmediata son aquellas en las
cuales basta percibir el significado obvio y como literal de los
términos, para descubrir que el predicado pertenece a la esencia del
sujeto, como sucede en los axiomas o primeros principios. ¿Pertenece a
esta clase la proposición: Dios existe? [303] No: porque la
razón humana no descubre instantáneamente, ni ve con claridad la verdad
de semejante proposición, como descubre la de la proposición el todo es mayor que la parte.
Luego la razón humana no llega a la posesión cierta y racional de la
verdad de esta proposición, sino por medio de una demostración más o
menos fácil. La razón filosófica de lo que se acaba de decir es que
nosotros no conocemos la esencia de Dios, quia nos non scimus de Deo quid est,
dice santo Tomás, y sólo poseemos una noción muy imperfecta de su
esencia, antes de realizar las investigaciones científicas que nos
descubren algunos de sus atributos. De aquí es que aunque, en realidad,
la existencia actual pertenece a la esencia de Dios, y bajo este punto
de vista la proposición Dios existe, es per se nota en sí misma, en su realidad objetiva, quoad se, no lo es quoad nos,
para nosotros, es decir, para la razón humana, considerada en su estado
ordinario en la generalidad de los hombres, y aun por parte de los
hombres de ciencia, en el momento anterior a la constitución y desarrollo de ésta.
He
aquí ahora algunos corolarios de la doctrina que se acaba de exponer,
los cuales pueden servir para responder a las objeciones principales
que en esta materia suelen proponerse.
1º Los efectos son posteriores respecto de Dios, considerados en su existencia, pero son anteriores en el orden de conocimiento, quoad nos;
porque lo primero que percibimos, ya con los sentidos, ya con la
inteligencia, son las cosas sensibles que nos rodean y los fenómenos
que en nosotros mismos se verifican.
2º Lo mismo puede decirse de la cognoscibilidad de los efectos con relación a Dios, que es su causa: Dios, considerado en sí mismo, quoad se,
posee mayor aptitud para ser conocido, mayor inteligibilidad que sus
efectos materiales y sensibles; porque la inteligibilidad de un objeto
está en relación y proporción con la inmaterialidad y la perfección de
ser el mismo, de manera que cuanto el objeto está más apartado de las
condiciones de la materia de su potencialidad e [304] imperfección;
cuanto mayor es su actualidad y cuanto más tiene de ser, tanto es más
inteligible de su naturaleza. Empero, atendida por una parte la
imperfección y límites de la razón humana, y en atención por otra, a
que el origen de nuestros conocimientos actuales son los sentidos, cuyo
propio objeto son las cosas materiales y sensibles, es lo cierto que
Dios es menos cognoscible o inteligible quoad nos
que sus efectos. Y bajo este punto de vista, podemos y debemos decir,
que los efectos o seres creados que constituyen las premisas para
demostrar la existencia de Dios, son notiores, son más
conocidos, más claros, más evidentes, que su causa, que es Dios, así
como decimos que aunque son posteriores a Dios y dependientes de él en
cuanto a la existencia, son primero que Dios y causa de él,
en el orden subjetivo o de conocimiento, según que nosotros, primero
conocemos los efectos y fenómenos finitos, que a Dios que es su causa,
y su conocimiento es causa o nos conduce al conocimiento de su autor.
3º
Como algunos filósofos pretenden negar la posibilidad de la
demostración de la existencia de Dios, fundándose en que Dios es la
primera verdad, y la primera verdad no puede demostrarse so pena de
proceder in infinitum, bueno será tener presente, que todo ese aparato de objeción se disipa con una sola palabra, distinguiendo la verdad in essendo, de la verdad in cognoscendo. Dios es la primera verdad in essendo,
porque es la Verdad infinita, el Ser verdaderamente tal, el origen y el
ejemplar de toda verdad finita, el objeto que tiene no sólo ecuación de
conformidad, sino hasta de identidad con el entendimiento, pero no es
la primera verdad in cognoscendo para el hombre; porque ésta
es el principio de contradicción, o si se quiere, los primeros
principios o proposiciones de evidencia inmediata. De la primera verdad en este sentido, de la primera verdad in cognoscendo, es de la que se dice y en la que tiene lugar la afirmación de que la primera verdad es indemostrable. [305]
Establecida la posibilidad y necesidad de demostrar la existencia de Dios, vamos a probar ahora que Dios existe
realmente, reasumiendo las varias demostraciones que aducirse pueden,
en la triple demostración perteneciente al orden metafísico, al físico
y al moral.
Para facilitar su inteligencia conviene tener presente:
1º Que en el ser absolutamente necesario no se distinguen, o al menos se enlazan necesariamente, la posibilidad de existir y el acto
de existir; porque en tanto una cosa se dice necesaria, en sentido
absoluto e incondicional, en cuanto que la existencia actual pertenece
a su esencia y se identifica con ella.
3º Que toda limitación
de un ser, supone alguna causa interna o externa de la misma. De donde
se infiere que el ente absolutamente necesario excluye toda limitación;
porque siendo improducido y a se, no puede ser limitado por
otro fuera de sí, en cuanto a su esencia, de manera que ésta incluye
necesariamente toda la realidad posible, todo lo que puede haber en una
esencia, y por consiguiente es infinito en su ser por necesidad de su
esencia y de su modo de existir.
He aquí ahora las tres demostraciones indicadas. [306]
A) Demostración metafísica.
La
razón y la experiencia nos revela a cada paso seres que comienzan a
existir de nuevo, seres que dejan de existir después de un tiempo dado,
seres que, atendida su naturaleza, pueden existir o no
existir, y que si existen es porque reciben el ser de alguna causa, lo
cual vale tanto como decir que a la luz de la razón y de la
experiencia, es indudable que existen seres contingentes y producidos:
luego es necesario que exista algún ser necesario y no producido. La
legitimidad de esta deducción se prueba, porque el ser contingente,
como contingente, envuelve en su concepto la posibilidad y hasta la
indiferencia para existir o no existir, y el ser producido, en cuanto
producido, supone y exige un ser producente, a no ser que digamos que
una cosa puede producirse a sí misma, y ser causa eficiente antes de
existir. Ahora bien: el ser o la cosa que determinó el ser contingente
y producido A a existir, o existe por sí mismo y por necesidad absoluta
de su naturaleza, o recibió el ser de otra causa anterior y superior.
Si lo primero, ya tenemos un ser que existe por necesidad de su
naturaleza, y por consiguiente a se, independiente de todo
ser, y no producido, que es precisamente lo que entendemos en general
por Dios. Si lo segundo, o es necesario proceder in infinitum
en la serie de causas, o es preciso llegar finalmente a una suprema y
primera, en la que se verifiquen los atributos o predicados indicados.
Es así que una serie infinita de causas es inadmisible: 1º porque
implica contradicción un número actualmente infinito, como se probó en
la cosmología: 2º porque, aun admitida esta serie infinita de causas,
no podría explicarse por ella la existencia o producción del efecto A,
puesto que para llegar hasta él, fue necesario pasar por una serie
infinita, y por consiguiente interminable, toda vez que lo que es
infinito no puede pasarse nunca, y como decían los Escolásticos infinitum pertransiri non potest.
Esto sin contar que en semejante hipótesis, la serie infinita que
precede la existencia y producción del efecto A, que comienza hoy, es
mayor que la serie que precedió a la existencia y producción del efecto
B, producido hace mil [307] años. Tendremos, pues, dos series
infinitas, y, sin embargo, la una mayor que la otra, contradicción
palpable para la razón más vulgar.
B) Demostración del orden físico.
Presupuesta,
en virtud de la demostración anterior, la necesidad de una causa
primera, suprema, independiente y no producida del mundo, o de los
seres contingentes, mudables y finitos que encierra, el orden admirable
que entre estos seres existe, las leyes constantes que rigen su
conservación y movimientos, la relación y proporción de los medios con
los fines, el enlace y subordinación de las causas y efectos, y
últimamente la existencia del hombre dotado de inteligencia y libertad,
persuaden a la razón más rebelde que la causa suprema y primitiva del
mundo, debe ser una inteligencia y una inteligencia muy superior a la
del hombre, y tan perfecta como poderosa.
En resumen: el mundo que exige un poder infinito por parte de su origen ex nihilo,
único origen racional que puede asignársele, exige, supone y revela a
la vez, una razón infinita, a no ser que digamos con los modernos positivistas,
aventajados discípulos y restauradores de la doctrina de Empédocles,
Leucipo, Demócrito, Epicuro y demás ateos y materialistas de las
antiguas escuelas, que el mundo y todos sus seres, así como el orden,
conexión y armonía que en ellos se observan, son lisa y llanamente el
resultado de una feliz casualidad, a beneficio de la cual comenzó a
existir el mundo actual con su orden y seres presentes, merced a
choques y movimientos fortuitos de la materia y de sus fuerzas ciegas y
necesarias, ni más ni menos que las obras de san Agustín, pueden
resultar compuestas y ordenadas, arrojando al aire y moviendo
violentamente y al acaso algunas arrobas de caracteres de imprenta.
Que
en la infancia, por decirlo así, de la filosofía; que durante sus
primeros pasos, y cuando estaba privada de la luz que la idea cristiana
irradia sobre la razón humana, hubiera filósofos que profesaran
semejantes absurdos, todavía [308] se concibe, siquiera con dificultad;
pero que en el siglo que se llama a sí mismo el siglo de las luces;
que en medio de una Europa tan orgullosa de su civilización y de su
saber; que viviendo en una atmósfera literaria en la cual la idea
científica se halla rodeada y como compenetrada por la idea cristiana,
haya hombres que no solamente se llamen filósofos, sino que pretendan
regenerar y fundar la verdadera filosofía, desenterrando los absurdos
de Epicuro y Lucrecio, y las caducas teorías de la antigua escuela
jónica, cosa es que apenas alcanzamos a comprender, y que demuestran
una vez más la impotencia y los extravíos a que es arrastrada la razón
humana abandonada a sus propias fuerzas, y sobre todo, cuando en su
orgullo satánico se esfuerza en cerrar los ojos a la luz que se
desprenden en vivos fulgores de la revelación divina y de la idea
católica.
C) Demostración o argumento moral.
Si
lo que la lógica llama criterio de sentido común tiene valor real y
científico, es indudable que la existencia de Dios, es una verdad
inconcusa; porque ninguna de las que suelen apellidarse verdades de
sentido común, reúne con tanta exactitud las condiciones de este
criterio. Los ignorantes, las naciones civilizadas y los pueblos
salvajes, los paganos y los cristianos, durante los períodos primitivos
de la historia, como en los siglos medios y modernos, la humanidad
toda, por decirlo de una vez, afirma y reconoce la existencia de Dios
como ser superior al hombre y a los seres que le rodean, siquiera al
determinar su naturaleza y atributos, incurra en errores más o menos
notables.
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Añádase a esto:
a) Que la razón y la ciencia apoyan y confirman esta existencia.
b)
Que el reconocimiento de esta verdad, tiende a contrariar las
inclinaciones y propensiones del hombre a los vicios y pasiones, lejos
de serles favorable.
c)
Que esta verdad se sostiene hasta en medio de las tribus cuya barbarie
los acerca a los irracionales, y hasta en medio de las naciones,
pueblos y clases, en que la inmoralidad [309] más profunda y universal,
tienden de su naturaleza a borrar la idea de Dios.
d)
Que se conserva y persevera en la razón y conciencia universal de la
humanidad, no solo a pesar de las extravagancias de todo género que
mancharon y manchan el politeísmo, sino a pesar también de ciertas
objeciones aparentes y obvias, que tienden a persuadir lo contrario a
la razón débil e inculta de la generalidad de los hombres, como es por
ejemplo, la prosperidad y abundancia de los malos, al lado de las
miserias e infortunios que rodean con frecuencia al justo.
Es,
pues, indudable a los ojos de la sana razón, si se tienen en cuenta las
reflexiones y condiciones indicadas, que la existencia de Dios es una
de aquellas verdades, cuya evidencia arrastra y determina enérgicamente
el asenso de la razón humana, siquiera ésta, no siempre, ni en todos
los hombres, sepa darse cuenta explícita a sí misma, ni posea la
concepción científica y refleja del origen y fundamento de semejante
asenso.
Excusado
es advertir, que existen otras demostraciones de la existencia de Dios
no menos eficaces y concluyentes, demostraciones que la naturaleza y
condiciones de esta obra no nos permiten aducir, y que hacen de la
existencia de Dios una de las verdades más evidentes e inconcusas de la
ciencia.
Debemos consignar, sin embargo, que no incluimos en estas demostraciones lo que se llama el argumento ontológico,
y esto por dos razones principalmente: 1ª porque consideramos inútil y
hasta imprudente echar mano de una demostración, cuyo valor y
legitimidad son problemáticos para muchos teólogos y filósofos,
teniendo a la mano otras demostraciones sencillas, evidentes y
admitidas por todos: 2ª porque tenemos por más probable que el
argumento ontológico envuelve un sofisma en lugar de una demostración.
Es cierto que la existencia física y real es una perfección positiva:
es cierto también que un ser no será perfectísimo si no tiene
existencia real; pero también es cierto que yo puedo [310] concebir un
ser perfectísimo y por consiguiente, como existente, sin que por eso
este ser exista realmente; porque mi concepción no es la medida, ni la
causa de la existencia real del objeto concebido. Esta sencilla
reflexión basta para probar que en el argumento ontológico se pasa al
orden ideal al real, y por consiguiente, que envuelve un verdadero
sofisma (1).
{(1)
Por lo demás, Descartes ni siquiera tiene el mérito de la originalidad
con respecto a esta pretendida demostración ontológica, con la cual
tanto ruido metieron él y sus discípulos; pues algunos siglos antes le
había presentado ya san Anselmo en los siguientes términos: «Certe, id
quo majus cogitari nequit, non potest esse in intellectu solo: si enim
vel in solo intellectu est, potest cogitari esse et in re, quod majus
est. Si ergo id quo majus cogitari non potest, est in solo intellectu,
ic ipsum quo majus cogitari non potest; sed certe hoc esse non potest.
Existit ergo pro culdubio aliquid, quo majus cogitari non valet, et in
intellectu, et in re.» Proslog., cap. 2º. Por su parte
santo Tomás, descubrió y llamó ya la atención sobre el sofisma que
encierra esta argumentación, a la cual contesta en los siguientes
términos: «Dato etiam, quod quilibet hoc nomine. Deus,
significari hoc quod dicitur, scilicet, illud quo majus cogitari non
potest, non tamen propter hoc sequitur, quod intelligat, id quod
significatur per nomen, esse in rerum natura, sed in apprehensione
intellectus tantum. Nec potest arqui quod sit in re, nisi daretur, quod
sit in re aliquid quo majus cogitari non potest; quod non est datum a
ponentibus Deum non esse.» Sum. Theol., 1º P. cuest. 2ª, art. I, ad. 2.}
De lo dicho en este artículo y en el anterior, se desprenden los siguientes
Corolarios
1º
Es imposible, o al menos, muy difícil, que se dé ignorancia negativa,
ni invencible de la existencia de Dios; porque es imposible que a un
hombre en el uso de su razón, no le ocurra alguno de los varios y
fáciles argumentos que prueban la existencia de Dios; y esto tiene
lugar, aun tratándose de un hombre aislado y de pueblos salvajes. Que
si se trata de hombres que viven en una sociedad civilizada, y sobre
todo cristiana, es absolutamente imposible, salvo el caso de [311]
circunstancias muy excepcionales y rarísimas, que haya ninguno que no
conozca, o al menos dude de la existencia de Dios.
2º
Con mayor razón es, o imposible, o sumamente difícil que existan ateos
especulativos o dogmáticos. Porque es imposible moralmente que un
hombre en posesión de cierto grado de desarrollo de la razón y de la
ciencia, cuales son los que hacen profesión de ateísmo, no reconozca el
valor científico que encierran las demostraciones y pruebas sobre la
existencia de Dios, o que por lo menos no abrigue dudas sobre esto. No
carece de fundamento, por lo tanto, la opinión de los que niegan que
hayan existido y puedan existir verdaderos ateos teóricos o dogmáticos.
3º Más fácil es la existencia de ciertos ateos que pudiéramos llamar indirectos,
es decir, aquellos que atribuyen a Dios alguna cosa incompatible con la
verdadera Divinidad, o que le niegan algún atributo que lleva consigo,
en buena lógica, la negación de la esencia divina. En este sentido, son
ateos los que niegan la creación o la Providencia, los politeístas que
admiten la pluralidad de dioses, y, por regla general, los panteístas
que identifican a Dios con el mundo.
4º
Luego Dios posee una inteligencia suma, y una sabiduría suma, porque
sólo así se comprende el orden admirable, el conjunto armónico y las
leyes tan constantes como eficaces y poderosas, que resplandecen en el
mundo.
5º Luego Dios es un ser perfectísimo, y por consiguiente absoluto e infinito: porque siendo, como es, un ser que existe a se, independientemente de otro, no producido y absolutamente necesario, excluye toda causa de limitación y finidad, y en virtud de la necesidad y condición absoluta de su esencia, posee todas las perfecciones posibles. [312]
Objeciones
Obj.
1ª Una cosa necesaria no puede demostrarse sino por algo que sea
necesario; es así que los seres que observamos en el mundo que nos
rodea, no son necesarios: luego no pueden servir de premisas para
demostrar la existencia necesaria de Dios.
Resp. Dist. la menor. Los seres del mundo no son necesarios en cuanto a su existencia, pero sí son necesarios en cuanto a la relación y conexión
con su primera causa. Dada la libertad de la creación por parte de
Dios, la existencia del mundo y de los seres que le componen, no es
necesaria con necesidad absoluta, sino con necesidad hipotética, en
fuerza del decreto de Dios sobre la creación, puesto que pudo Dios no
sacarlos de la nada. Empero, dada su existencia de hecho, es
absolutamente necesario que hayan recibido esta existencia de alguna
causa, y bajo este punto de vista, los seres contingentes tienen algo
de necesario, porque, y en cuanto tienen conexión y dependencia
necesaria de Dios.
Obj.
2ª Para la producción de un efecto contingente y finito basta una causa
contingente y finita: luego la existencia de seres contingentes y
finitos, no puede demostrar la existencia de Dios como ser necesario y
causa infinita.
Resp. Aunque un ser contingente y finito sólo pide una causa contingente y finita, si se trata de su causa inmediata
e inadecuada, exige una causa necesaria e infinita, si se trata de su
causa inmediata e inadecuada, exige una causa necesaria e infinita, si
se trata de la causa primitiva y adecuada. La causa
contingente A puede producir el efecto B, pero la existencia y acción
de ésta causa presupone la existencia de una causa primera que no
reciba el ser de otra, y por consiguiente que existe necesariamente por
sí misma. Igualmente, el efecto B, en cuanto es tal efecto determinado, procede de tal causa finita, pero en cuanto envuelve la razón de ser,
de realidad, de entidad, envuelve en su concepto el tránsito originario
y primitivo del no ser al ser, y en este concepto exige y supone una
causa infinita; porque ninguna causa finita produce todo lo
que hay en el efecto, sino que supone siempre una [313] materia, o
sujeto que recibe la acción. Por eso enseña santo Tomás que en todo
efecto de las causas segundas, la razón de ser, el esse, corresponde a la acción y causalidad de Dios como causa primera, universalísima, infinita y creadora.
Obj.
3ª No es imposible una colección que sea necesaria y no producida como
colección, aunque cada uno de los seres que la componen sea contingente
y producido: por consiguiente, de la existencia de éstos, no se infiere
necesariamente la existencia de un ser necesario y no producido,
distinto de la colección. Y esto se corrobora y confirma, porque a un
ser colectivo puede convenir un predicado que no conviene a cada una de
sus partes: una colección de mil hombres puede mover una piedra, que no
puede ser movida, sin embargo, por cada uno de los que entran en la
colección.
Resp.
Decir que una colección de seres contingentes puede ser necesario, es
lo mismo que decir que muchas negaciones pueden producir una
afirmación, o muchos cuerpos un espíritu. Por grande que se suponga una
colección de seres, desde el momento que admitimos que cada uno de
estos, sin excepción, es contingente y necesita recibir la existencia
de otro, es preciso, o admitir una serie infinita en la colección, lo
cual tampoco explicaría las existencias contingentes, además de
implicar contradicción, o admitir un ser distinto de la colección,
anterior y superior a ella, que contenga la razón suficiente de la
existencia de ésta. Ni se oponen a esto la confirmación y el ejemplo
que se citan, porque se trata de predicados ejusdem generis o
del mismo orden, y, sobre todo, se trata de fuerzas físicas y
materiales, capaces de ser adicionadas y sumadas, y no de predicados o
atributos contradictorios, como aquí. Entre la fuerza de un individuo,
capaz de mover una parte de la piedra B, y la fuerza reunida de mil
individuos, hay una distancia determinada, pero no hay contradicción,
ni distancia infinita, como la hay entre la contingencia y la
necesidad, la producción y la no producción, cosas que envuelven
oposición entere el ser y no ser.
Obj.
4ª No repugna una serie infinita de causas, y por consiguiente no es
necesario llegar a una primera. Además [314] es posible una serie
infinita de causas a parte post, o sea una serie de causas sin una última: luego también lo será una serie sin primera.
Resp.
Ya se ha demostrado, tanto en la cosmología, como en las pruebas de la
existencia de Dios, que implica contradicción una serie o multitud
actualmente infinita, y se ha visto también que, admitida esta
hipótesis, no podría realizarse la producción y existencia actual de un
efecto, porque para ello sería necesario haber pasado lo infinito, como
si dijéramos, lo imposible; y el efecto A sería el término presente y el fin de un infinito.
Los
positivistas modernos, para evitar el absurdo de tener que admitir
números infinitos mayores unos que otros, suelen decir que la serie de
las plantas y de los animales y del hombre no forman series distintas,
sino una serie única, considerando los hombres como un desarrollo de
los animales, a éstos como el desarrollo de las plantas, éstas de los
minerales, &c., pero ni aun con esta hipótesis materialista
consiguen su propósito; porque siempre será verdad que el número de las
hojas de los árboles, y sobre todo el número de los brazos o de los
cabellos del hombre, es mayor que el número de éstos, aun incluyendo en
la escala humana los seres inferiores como partes de la misma. Esto sin
contar que la serie infinita de causas y efectos, tropieza por todas
partes con absurdos que sólo puede devorar la razón, o mejor dicho, la
palabra de los materialistas.
Ni
se opone a esto la posibilidad de una serie de causas sin alguna
última; porque esto solo prueba la posibilidad de una serie no infinita
actualmente, sino simplemente indefinida, y, sobre todo, exige y supone necesariamente una causa primera.
Obj.
5ª El orden que resplandece en el mundo tiene su causa y razón
suficiente en las fuerzas y leyes de la misma naturaleza, y por
consiguiente no demuestra la existencia de Dios, como ser de suma
inteligencia y sabiduría.
Resp. Las leyes y fuerzas de la naturaleza contienen la causa próxima y la razón suficiente inmediata e hipotética del [315] orden y conservación del universo, pero no la causa primera ni la razón suficiente a priori y absoluta;
porque las fuerzas y leyes que regula la producción de los efectos
contingentes y sus relaciones, no pueden poseer una necesidad superior
a la que corresponde a los seres en los cuales se hallan. Por otra
parte, estas leyes y fuerzas, además de ser absolutamente contingentes
en sí mismas, existen en los mismos seres, y no tienen una realidad o
existencia abstracta y separata de estos fuera de Dios: luego suponen
un primer principio y una primera causa eficiente, lo mismo que los
seres contingentes y producidos que obran por medio de ellas.
Obj.
6ª Hay en el mundo muchos seres y fenómenos inútiles y nocivos, a los
cuales no podemos señalar fines convenientes, como los infusorios,
muchos insectos, los rayos que destruyen árboles, o desmenuzan rocas,
las lluvias que caen en los arenales, con mil otros fenómenos análogos
que indican que el mundo es más bien la obra del acaso que de una
inteligencia superior.
Resp.
Esta objeción sólo tendría fuerza en la hipótesis de que el hombre
poseyera un conocimiento perfecto y adecuado del mundo, de todas y cada
una de sus partes, y de todas las fuerzas, leyes y relaciones, que
entre estas y en estas existen, hipótesis que dista mucho de ser una
realidad, y esto es lo único que de la objeción se deduce
legítimamente. Empero, nuestra ignorancia acerca de los fines
especiales de algunos seres, no prueba que no existan estos fines, o
que no sean conocidos y fijados por Dios. Para la legitimidad y valor
científico de la demostración a que se refiere la objeción, basta que
conozcamos, como conocemos, por la razón y la experiencia, el orden y
armonía general del mundo, y los fines especiales de muchos de los
seres que encierra, junto con el presentimiento racional de otros, por
más que no los conozcamos todos con claridad y certeza.
http://www.filosofia.org/zgo/zgfe2.htm
Zeferino González Filosofía elemental
http://www.filosofia.org/zgo/index.htm
Cardenal Zeferino González 1831-1894
Zeferino González Diaz de Tuñón OP 1831-1894
http://www.filosofia.org/ave/001/a135.htm
Ceferino González y Díaz Tuñón
(Nicolás
de Villoria, 1831-Madrid, 1894) Prelado y filósofo español. Dominico
(1844), estudió y enseñó teología (1859-1866) en Manila. De nuevo en
España, fue nombrado obispo de Córdoba (1875), cardenal (1883) y
arzobispo de Toledo (1885). Fue un notable defensor de las tesis
tomistas en la España del s. XIX (Estudios sobre la filosofía de santo Tomás, 1864).
¿ Acaso no se ocupa la Filosofía de investigar la existencia de DIOS ? ...
LA MARIPOSA DISECADA
"La existencia de Dios puede ser negada científicamente, pero lógicamente no"
Cierta
vez me encontraba muy orgulloso rodeado de una pléyade de
personalidades con motivo de participar en una conferencia de
filosofía, que se llevaba a cabo en mi Alma Mater. Al finalizar la
intervención del orador principal, me dispuse a realizar un intercambio
intelectual, directo, "face to face" con algunos de los profesores que
permanecían en el recinto, debido a que afuera estaba cayendo un fuerte
aguacero. Aprovechando la ocasión me dispuse a hacer una pregunta, para
mí esencial pero, justo cuando esperaba la respuesta, ¡zás! se fue la
luz y quedamos todos sumergidos en una total oscuridad. Fue un largo
apagón, pero la respuesta que recibí de una voz que provenía de la
oscuridad fue muy breve, demasiado breve, diría yo. La pregunta fue ¿Acaso no se ocupa la filosofía de investigar la existencia de Dios? La respuesta fue un rotundo, seco y castrante ¡No!
Es
en este tipo de ocasiones, en las que me ha tocado interactuar con
personas que poseen un alto nivel de conocimientos y de formación
intelectual, me viene a la memoria la razón por la cual, el filósofo y
matemático; "Renato Descartes", decidió desarrollar su propio método para encontrar el verdadero conocimiento, o por lo menos conocimiento "confiable". Resulta que; a pesar de ser él; lo
que se consideraba un "Docto" para su época, pensaba que todo el saber
que las universidades le habían proporcionado durante sus estudios, no
le servían de nada, que estos estaban plagados de errores y por lo
tanto el dudaba de todo lo que le habían enseñado sus profesores. Por
esta razón se dispuso entonces a comenzar de nuevo, construyendo un
sistema de conocimientos evidentes y verdaderos a partir de una primera
intuición indubitable, y esta era que; …"él existía debido a que estaba pensando". Siguiendo
el ejemplo de mi admirado mentor, me dispuse a dudar de la lacónica
respuesta que me lanzó el académico compañero, desde la profundidad
de las sombras.
Me armé de valor y me dispuse a contradecir a esa voz que provenía de la oscuridad repreguntando ¿Qué estudia entonces la filosofía? ¿No han
salido casi todas las ciencias del seno de la filosofía? ¿No es acaso
"La Ontología una de las que aún queda? ¿No estudia esta ciencia la
naturaleza del Ser?¿Y "la Metafísica", no es acaso el estudio de lo que
está más allá de lo físico, es decir el "Mundo espiritual"? -"Lo que sucede es que ahora…- me interrumpió la misma voz - …no buscamos saber si Dios existe o no".
Realmente
me pareció totalmente insatisfactorio que los responsables de propagar
el conocimiento, nieguen olímpicamente la posibilidad de la existencia
de Dios. Científicamente se admite esa actitud, pero es inaceptable
dentro del estudio de la filosofía. Lo cierto es; que la idea de Dios
quedó establecida y "fijada" por Parménides en la conciencia humana desde hace más de 2.500 años, al igual que …"Una mariposa atravesada por un alfiler" con su famosa frase "El Ser es y el no-Ser no es", es decir:
"Dios existe" por que la "no-existencia" es imposible.
La
idea de la no existencia de Dios es la verdadera razón para defender,
sin tener evidencia científica, a la "Teoría de la evolución", ya que
esta le confiere un supuesto basamento científico al materialismo,
fundamento filosófico del comunismo mundial, esta es la razón por la
cual el pensamiento marxista montó a Darwin en su autobus de la
historia sin cobrarle el pasaje.
Miguel A. Schmucke
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