Luis María ANSON
Lo ha dicho uno de los hombres más
moderados, más equilibrados, más liberales que conozco: Mario Vargas
Llosa. El disparo ha sido de repetición: contra Gabo García
Márquez, adalid tenaz de Fidel Castro, y contra José Luis Rodríguez
Zapatero, el mayor activista en favor del tirano de Cuba.
Vargas Llosa se ha manifestado siempre contra todas las
dictaduras. Se batió contra Franco. Condenó a Pinochet. Denunció los
totalitarismos comunistas. Y fustigó desde el principio, como Octavio
Paz, la tiranía de Castro. Eso le granjeó la crítica despiadada del
progresismo caviar. El tiempo le ha dado la razón y hoy sólo defienden
a Castro los preuniversitarios de periódico mural… y José Luis
Rodríguez Zapatero. En pleno desatino, su ministro Moratinos lleva años
esforzándose por movilizar a la Unión Europea en favor del dictador
enfermo.
Los “social pendejos”, afirma Vargas Llosa, apuntalan, de forma
demagógica e irresponsable, “la más longeva dictadura iberoamericana”.
Entre esos social pendejos destacan el ministro Moratinos y su jefe, el
líder socialista español, José Luis Rodríguez Zapatero, convertido en
la “puta triste” de Fidel Castro, según Vargas Llosa.
Se puede hablar más alto. Pero no más claro. En España nos agobió
aquella dictadura insufrible que se prolongó cuarenta años y que nos
relegó al zaguizamí internacional. Los cubanos padecen a Fidel Castro
desde hace medio siglo. ¡Qué espanto! La dictadura cubana, además, se
ha transformado en una tiranía a la que no se le pueden ofrecer balones
de oxígeno, como explica Vargas Llosa. Hay que acosarla y derribarla
sin contemplaciones, enviando a los burdeles de la Historia a los
políticos putas que la amparan y defienden.
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