Pérez-Reverte
se embala. No es que le duela España, es que le indigna su incultura,
su falta de espíritu crítico. Se revuelve porque, dice, un país inculto
no tiene mecanismos de defensa, y “España es un país gozosamente
inculto”. Tiene el escritor en la punta de los dedos las batallas, los
hombres, las tragedias que han hecho la historia para apuntalar sus
argumentos.
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Mi memoria histórica tiene tres mil años, ¿sabes?, y el problema es que
la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa. Porque contemplar el
conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento
aislado, como un periodo concreto y estanco respecto al resto de
nuestra historia, es un error, porque el cainismo del español sólo se
entiende en un contexto muy amplio. Del año 36 al 39 y la represión
posterior sólo se explican con el Cid, con los Reyes Católicos, con la
conquista de América, con Cádiz... Separar eso, atribuir los males de
un periodo a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la
explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del
partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de
memoria histórica porque le contó su abuelo algo, no me vale para nada.
Yo quiero a alguien culto que me diga que el 36 se explica en Asturias,
y se explica en la I República,
y se explica en el liberalismo y en el conservadurismo del XIX...
Porque el español es históricamente un hijo de puta, ¿comprendes?.
Arturo Pérez-Reverte