Fiesta de la Ascensión
Acercamiento y simbolísmo
ICONO DE LA ASCENSIÓN
El icono de una fiesta se inspira siempre en los textos litúrgicos del Oficio Divino.
La liturgia de la Ascensión se
compone alrededor del relato de san Lucas (24,50-53) y los Hechos de
los Apóstoles (1,9-11) San Pablo por su parte, informa del
acontecimiento:
"El que descendió, es el mismo que ha subido sobre todos los cielos"
(Eph.4, 10) y un salmo destaca su amplitud:
"Puertas, elevad sus frontones, elevad puertas eternas,
que entre el rey de gloria"
Las dos puertas, designan los dos polos metafísicos de la tierra y los dos extremos del curso de la salvación.
Dios descienden hasta las puertas del
infierno, las brisa y de allí, se levanta hasta la puerta del cielo:
"El Señor con su bajada destruyó al adversario y por su Ascensión
exaltó el hombre"
Los Apóstoles "que se prosternan, volvieron
de nuevo a Jerusalén con gran alegría" dicen los Hechos, y la liturgia
de la fiesta es resplandeciente de alegría. La Salvación se realiza,
pero la obra de Cristo, acabada objetivamente, debe pasar por una
apropiación subjetiva en todo hombre. "Levantando las manos los
bendijo" dice St Lucas:
"Mientras que los bendecía, se separó ellos y se elevó al cielo".
Es necesario permanecer en un recogimiento silencioso antes de que el icono comience a hablar.
Es necesario abandonarse a su gracia que
conduce progresivamente al centro del Mensaje. De su conjunto se retira
y se impone un grave acuerdo musical: "Sursum corda" (elevad los corazones)
Al igual que en el relato evangélico, esto es
el mandato del Señor, reunirse para recibir el último Mensaje que es el
tema de la composición.
Es la Iglesia bajo la lluvia incesante de la
gracia. Es notable que una idéntica composición, al invertir la
dirección del movimiento de Cristo, representa la vuelta del Señor, la
Parusía.
Aquí el ALFA y la OMEGA se juntan.
La Iglesia se recoge en la misma espera: "El mismo Jesús vendrá de la misma manera que lo visteis irse al cielo" (Actos 1,11)
Cristo es la cabeza de la Iglesia, Marie, la
Madre de Dios, su figura, los Apóstoles sus fundamentos. Bajo las
señales de una bendición permanente, los Apóstoles asumen su función de
bases eclesial.
Cristo está rodeado por el círculo de las esferas cósmicas donde irradia su gloria.
Es sostenido en su despliegue por dos ángeles de la Encarnación;
destacan que Cristo deja la tierra con su
cuerpo terrestre, y así no se separa de la tierra ni de los fieles,
vinculados a él por su sangre.
Cristo extiende la mano derecha en un gesto de bendición y, en su mano izquierda tiene el rodillo de las Escrituras.
Es la fuente de la gracia-bendición y la palabra-enseñanza.
Esta función no termina con la Ascensión.
La Theotokos (madre de Dios) ocupa el lugar
central, es el eje del grupo situado en el primer plano. Se destaca
sobre el fondo de la blancura angélica.
"Más pura que los querubines y mas grande que los serafines"
Es el centro preestablecido dónde convergen el mundo angélico y humano, la tierra y el cielo.
Figura de la Iglesia, la Virgen siempre está
representada debajo del Cristo. Su actitud es doble: "orante" ante
Dios, es aquélla que intercede, y "muy pura" ante el mundo, es la
santidad de la Iglesia. Su inmovilidad traduce la verdad inmutable de
la Iglesia. La gracia y la ligereza casi transparente de su silueta
hacen un efecto que contrasta con las figuras viriles de los apóstoles
en movimiento, que la rodean. Su significado eclesial es destacado por
su verticalidad lanzada hacia arriba y por sus manos dispuestas en
ofrenda y súplica por el mundo.
Los Apóstoles divididos en dos grupos
iguales, la rodean. Su movilidad significa la predicación, la multitud
de las lenguas y expresiónes de la verdad Una.
Los colores de sus prendas de vestir componen
"el vestido abigarrado" de la Esposa divina de la Iglesia como unidad
en la diversidad:
A la imagen del Uno que se despliega en Tres y del Tres que se recogen en Uno.
En el icono el fuerte contraste entre inmovilidad y el movimiento nos hace sentir la subida del Señor que casi parece realizarse ante nuestros ojos.
El "Sursum corda" (elevad los corazones) resuena e invita a todos y cada uno a escuchar el Mensaje: "Todas las naciones, tocad las palmas, celebrad ante Dios con gritos de alegría… ya que se unen la tierra y el cielo… Cristo dice a los que le aman: "Estoy con vosotros, y nadie prevalecerá contra vosotros"
Si el paisaje traza una ligera frontera entre
la parte baja y el más allá, las cuatro coronas de árboles del Monte de
los Olivos (símbolo de la paz) lo sobrepasan claramente y muestran la
naturaleza que participa en la liturgia cósmica:
Dios se dirige hacia el mundo, y el mundo va al encuentro de su Rey.
Los colores verdes hablan de la liberación
por la gracia. Un sentimiento de paz, de oración y alabanza lo envuelve
todo, ya que allí donde se encuentra la Cabeza viene a colocarse la
esperanza alegre del Cuerpo.
La liturgia nos enseña que:
" Nos recordamos de lo que viene" y que "esperamos lo que ya existe…"
Tras la Ascensión, la presencia de Cristo
cambió de modo, se interioriza. No está ya delante de sus discípulos,
enfrente ellos, sino al interior; está presente en toda manifestación
del Espíritu Santo, como está presente en la Eucaristía.
(Extraido "de la Teología de la Belleza" de P. Evdokimov)
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