Educación musical en España
Por Daniel Mateos Moreno. Lee su Curriculum.
De la película "School of Rock"
No es la primera vez que se critica en Filomúsica el precario estado de la música en el currículo educativo español. Aunque hasta ahora no haya servido de mucho, no sigue siendo menos importante continuar reclamando el lugar que merece la música en la educación. Muchos profesionales de la música prevemos que esta situación va a cambiar en el futuro; algunos le echan 5 ó 10 años, otros 20 ó 30, según consideren mayor o menor el retraso cultural de nuestro país. Este retraso, presente en toda la geografía española, se acentúa más en comunidades autónomas como Andalucía y Extremadura, y se percibe menor en otras comunidades más cercanas a Europa, como Cataluña y País Vasco.
Podrían nuestros argumentos parecer corporativistas: Cada uno reclama mayor atención, carga lectiva y prestigio para su profesión. Los músicos, cómo no, tenemos el deber y la obligación de reivindicar los posibles defectos del sistema educativo en nuestra área, al igual que todos los demás profesionales. Pero en casos tan flagrantes como éste, tan evidentes y discriminatorios, los jerifaltes de la educación en España deberían al menos escuchar las razones que nos asisten, pedir informes a comisiones de expertos sobre el asunto, y actuar en consecuencia.
Lo primero es eliminar de la conciencia colectiva la falacia de que el arte en general y la música en concreto no son necesarios. Un arquitecto se necesita para construir la casa donde vives. El ingeniero se necesita para diseñar y controlar la red eléctrica y telefónica. El médico te cura (o te mata). Pero un músico... ¿Qué produce? ¿Quién necesita a un artista?
¿No es cierto que se venden millones de discos? ¿Cuántas miles de películas hemos visto con sus correspondientes bandas sonoras? ¿Existe una sola estación de radio que no programe música? ¿Son muchos los anuncios comerciales que prescinden del ámbito sonoro? ¿Hay una sola persona a quien no le guste al menos algún tipo de música? ¿Podemos en algún momento cerrar nuestros oídos y dejar de escuchar, como cerramos nuestros ojos o prescindimos de otros sentidos externos?
La pregunta clave es: ¿Hasta qué punto cumple la música -el arte- exclusivamente un papel limitado al ocio, al entretenimiento, a la dispersión de otras tareas más productivas, necesarias y vitales? ¿Es necesario el arte?
Curiosamente, las sociedades prehistóricas primitivas y con más necesidades de bienes primarios (el alimento, la ropa, etc.), sabemos hoy día que producían lo que llamamos arte, con o sin conciencia de ello.
Sin embargo, a veces da la impresión de que en España el arte es menos que necesario; o mejor dicho, no es necesario incluir el arte en nuestra educación. Existen ayuntamientos con extensiones comunes de "cultura, educación y festejos". El Ministerio español de Educación, igualmente, es de "Educación, Ciencia y Deporte": por si la educación no merece dedicación exclusiva y fondos estatales propios, se dividen estos esfuerzos con el Deporte y la Investigación Científica, objetivos muy loables y dignos también de tener sus propios ministerios individuales.
La educación musical se relega a momentos muy posteriores de la vida intelectual del individuo: médicos, ingenieros, arquitectos, abogados, personas con destacadas carreras universitarias, muchos con escasa o nula preparación musical, sienten repentinamente la necesidad de acudir a conciertos de música clásica.
Algunos maestros especializados en educación musical comienzan (e incluso terminan) sus carreras de magisterio musical sin saber apenas música. ¿Qué tipo de profesores de música van a tener nuestros hijos en la escuela? La culpa no es de ellos ni de los programas educativos de Magisterio musical en las distintas universidades españolas. El problema es sencillo: Si no estudiaron en conservatorio, la música nunca estuvo presente de la manera que merecía en su educación, y sin embargo se les anima y se les permite ser maestros de música. La cruda realidad es que en tres o cuatro años no se puede formar a un profesor de música que no haya estudiado música anteriormente.
Algunos piensan que es más que suficiente con proveer al infante de un "acercamiento" al hecho musical. Se trata simplemente de "mostrarle" la música, que se familiarice con ella y aprenda a disfrutarla. ¿Realmente existe alguien hoy en día que no esté familiarizado y disfrute con algún tipo de música? ¿Cuánto hay en esa filosofía educativa de música realmente? ¿Alguien aún discute que el conocimiento del propio lenguaje de la música ayuda como lo que más a disfrutarla?
Muy de moda en nuestro país están las técnicas Dalcroze, Orff, Willems, etc. que predican una filosofía educativa realmente respetable y fructífera, pero que en España se pretende aplicar a niveles educativos mucho más altos de las edades para las que están diseñados. Puestos a hablar de pedagogía de la música, cabría preguntarse por qué apenas se cuenta en España con el método más famoso mundialmente y que mejores resultados ha dado hasta ahora: Suzuki.
Lejos está la situación de la música en la escuela comparada con la de otros países, donde se le da la oportunidad al niño/a de tener instrucción en el instrumento que desee y forme parte de la banda de la escuela y/o de la orquesta del colegio.
Los profesores de magisterio musical, como les corresponde, protestan ante la reciente reducción horaria del área de música en las escuelas, ya pequeña de por sí. Aducen razones de peso, estudios científicos demostrados, como la ineludible relación de la música con las matemáticas y la transversalidad con el resto de asignaturas, y los beneficios que conlleva. Además, la música comparte un defecto con los lenguajes hablados: si no se aprende de pequeño, difícilmente llegará a "hablarse" como un nativo.
Los conservatorios en España podrían definirse como centros donde se marginan los estudios de música, alejados totalmente del ámbito intelectual y universitario y con recursos precarios. ¿Cuántos conservatorios en España cuentan con una biblioteca y fonoteca decentes, con horarios decentes, y con un número aceptable de adquisiciones mensualmente?
Mejor no hablar de los sistemas de contratación de profesorado en el área de música, herederos de la marginación. ¿Es posible que algunos tribunales de oposiciones estén constituidos por personas que no poseen la titulación requerida a los aspirantes de la convocatoria? Lo que no haría más que demostrar la poca importancia académica que tienen los títulos de música en nuestro país.
La ansiada homologación a todos los efectos de los títulos de música con los de licenciados universitarios tampoco resolvió gran cosa, porque la homologación se realizó sobre el papel pero no sobre la práctica. Para la universidad española, siguen primando los méritos en investigación científica o musicología, sobre los méritos puramente artísticos (conciertos, composiciones, discos, etc), y en muchos casos incluso llegan a omitirse de las evaluaciones universitarias estos méritos artísticos para su propio profesorado. En esta línea, las becas en investigación son infinitamente más apreciadas y valoradas que las becas y los premios musicales. Para la Universidad Española, cuenta mucho más haber hecho una tesis doctoral sobre Beethoven que ser Beethoven. Los músicos siguen siendo aquellos artesanos griegos dedicados al arte de tañer las notas. ¿Llegará el día en el que se considere por igual la doble vertiente artística y científica de la música?
Si comparamos nuestro país con otros países, no ya con Estados Unidos, Francia o Alemania, sino con Portugal, Polonia, Grecia, países de sudáfrica, etc. aún más podemos comprobar cómo se acentúa nuestro atraso educativo en el área de la música.
¿Existen soluciones? Por supuesto, y como todos sabemos requieren inversión económica y cambios de mentalidad. Por ahora, sólo son utopías.
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FILOMÚSICA
Revista mensual de publicación en Internet
Número 67º - Agosto 2.005