Hace unos días, la noticia de que Fidel Castro afirmaba que el “modelo” cubano no había funcionado ni para Cuba dio la vuelta al mundo. Luego quiso aclarar el supuesto malentendido afirmando algo equivalente a que “donde dije Digo dije Diego” y terminó señalando que en realidad se refería a que el modelo capitalista ya no era válido para Cuba.
Sin embargo, parafraseando al genial Galileo cuando dicen que afirmó “Pero se mueve”, valdría la pena decirle al octogenario ex presidente… “Pero no funciona”.
¿Por qué no funciona el sistema económico cubano? Las razones son múltiples, sin embargo vale la pena destacar algunas de las más evidentes.
En el sistema cubano, al igual que en todos los demás países que adoptaron el llamado “socialismo real” que rigió en la URSS y en otros países comunistas, la llamada propiedad social sólo ha podido realizarse como propiedad estatal bajo un esquema de centralización burocrática que no sólo ha ahogado la iniciativa empresarial sino que ha producido la enajenación de los trabajadores respecto a su supuesta propiedad. En consecuencia, carecen de interés en los resultados de la producción y a menudo desvían recursos hacia el mercado informal. Los salarios que reciben no garantizan las condiciones mínimas de un sustento digno, lo cual les lleva a muchos de ellos a infringir normas legales o a depender de la ayuda de sus familiares desde el exterior.
El Estado, parasitario y rentista, absorbe gran parte de las rentas que producen los médicos, profesores y entrenadores deportivos que Cuba exporta temporalmente hacia países en desarrollo. Estos profesionales, por supuesto, aceptan las condiciones de explotación estatal por las ventajas que indudablemente tienen respecto al resto de la población en general.
El marco institucional que regula las relaciones económicas en Cuba carece de la transparencia y de la estabilidad necesarias en una economía moderna. No existen garantías suficientes para el desarrollo de los negocios debido a la ausencia de imparcialidad del sistema judicial o del sistema de arbitrajes que responden abiertamente a los intereses del Gobierno.
Cuba enfrenta una escasez crónica de recursos financieros pero en los últimos tiempos la situación se ha vuelto crítica, lo que ha llevado al Gobierno a incumplir pagos con proveedores internacionales, así como a congelar las cuentas en divisas de las empresas que operan en la Isla. Todo esto se ha debido a la contracción de los ingresos en divisas por la vía de las exportaciones de bienes y de servicios, que a su vez, se debe a la caída de los precios del níquel, a la disminución de los ingresos del turismo y al hundimiento de la industria azucarera, entre otras razones.
Los problemas económicos de Cuba han erosionado significativamente los logros del llamado “modelo” cubano: la educación y la salud. La educación sufre por la insuficiencia de recursos materiales, deterioro de los planteles educativos, retraso tecnológico e insuficientes maestros. La salud es golpeada sistemáticamente por la insuficiente disponibilidad de medicamentos, la persistente desviación de varios géneros de fármacos hacia el mercado informal a precios estrafalarios, las dificultades tecnológicas, la persistente rotura de aparatos de diagnósticos complejos, la falta de reactivos químicos para pruebas, así como las más elementales condiciones materiales de los hospitales.
En un país en el que el pleno empleo se convirtió en bandera revolucionaria hoy se reconoce que más del 20% de la población ocupada es excedentaria por lo que se anuncia el despido de más de medio millón de trabajadores en los próximos meses.
Desde el punto de vista económico, el modelo cubano no es sostenible. Está agobiado por la escasez de recursos financieros, la insuficiente producción agropecuaria que no asegura las necesidades alimenticias de la población, la obsolescencia tecnológica de la industria que sigue virtualmente paralizada por escasez de materias primas y de combustibles. Las fuentes que han venido asegurando su inserción internacional se han debilitado notoriamente y, desde el punto de vista demográfico, el país está a las puertas de una crisis por la tendencia al envejecimiento de la población que compromete la sostenibilidad del precario sistema de seguridad social actual.
Mientras tanto, miles de jóvenes cubanos piensan fuera de la Isla el futuro de sus vidas.