Apoyá en el quicio de la mancebía miraba encenderse la noche de Mayo Pasaban los hombres y yo sonreía hasta que a mi puerta paraste el caballo Serrana, ¿ me das candela? y yo te dije: gaché Ven y tómala en mis labios que yo fuego te daré Dejaste el caballo y lumbre te dí y fueron dos verdes luceros de mayo tus ojos pa' mí
Ojos verdes, verdes como la albahaca. Verdes como el trigo verde y el verde, verde limón. Ojos verdes, verdes con brillo de faca que se han clavaito en mi corazón. Pa mí ya no hay soles, lucero, ni luna, No hay más que unos ojos que mi vía son. Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Vimos desde el cuarto despertar el día, y sonar el alba en la Torre la Vela. Dejaste mi brazo cuando amanecía y en mi boca un gusto a menta y canela. Serrana, para un vestido yo te quiero regalar. Yo te dije: estás cumplio, no me tienes que dar ná. Subiste al caballo te fuiste de mí, y nunca otra noche mas bella de mayo he vuelto a vivir.
Ojos verdes, verdes como la albahaca Verdes como el trigo verde y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes con brillo de faca que se han clavaito en mi corazón. Pa mí ya no hay soles, lucero, ni luna, No hay más que unos ojos que mi viá son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca Verdes como el trigo verde y el verde, verde limón.
Poeta español nacido en Granada en 1933. Ha dedicado su vida a la actividad literaria destacándose en el campo de la narrativa, el ensayo, y especialmente en la poesía. Pertenece al grupo Generación del 50. Ha dirigido importantes publicaciones y su obra literaria se encuentra traducida a numerosos idiomas. Ha publicado más de veinte libros obteniendo numerosos premios entre los que se destacan: Premio Países Hispánicos, II Premio Internacional del Círculo de escritores Iberoamericanos,Premio Internacional de Centroamérica, Premio Leopoldo Panero 1966, Premio Guipúzcoa 1968,Premio Boscán 1968, Premio Ciudad de Barcelona 1969, Premio Nacional de Literatura 1994, y Premio de la Crítica Andaluza 2003
CADA MAÑANA
Cada mañana el mismo asombro, siempre nuevo: el ver lo natural que es para ti tu cuerpo.
Consabidas minucias del rito del aseo, que imperceptiblemente elevas al misterio.
Desde mis ajimeces vigilo tus linderos: revuelas como un ángel sobre tus mismos pechos.
Tu humedad se disputan la juncia y el espliego. ¡Ay, frescura de aljibe y calor de sesteo!.
En mis blandas murallas aprisionado, veo el hábito sencillo que tienes de tu cuerpo.
Resuelves la materia en puro movimiento; cada escorzo insinúa un ritmo en el espejo.
El repetido aire que modela tus gestos, es en ti cristalino pero en mí es espeso.
De tu cuello desnudo nace un hondo venero; de tus brazos en alto, la mimbre de tu pelo.
Al alba, cuando mido tu distancia, no entiendo la natural costumbre que es para ti tu cuerpo.
PRONUNCIO AMOR - RAFAEL GUILLÉN. Recitado por el propio autor .
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido —ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, más recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno; y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; mas no amo los afeites de la actual cosmética, ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo —quien habla solo espera hablar a Dios un día—; mi soliloquio es plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.
¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora? ¿Qué miran los poetas andaluces de ahora? ¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora? Cantan con voz de hombre, ¿pero dónde los hombres? Con ojos de hombre miran, ¿pero dónde los hombres? Con pecho de hombre sienten, ¿pero dónde los hombres? Cantan, y cuando cantan parece que están solos. Miran, y cuando miran parece que están solos. Sienten, y cuando sienten parece que están solos. ¿Es que ya Andalucía se ha quedado sin nadie? ¿Es que acaso en los montes andaluces no hay nadie? ¿Que en los mares y campos andaluces no hay nadie? ¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta? ¿Quien mire al corazón sin muros del poeta? ¿Tantas cosas han muerto que no hay más que el poeta? Cantad alto. Oiréis que oyen otros oídos. Mirad alto. Veréis que miran otros ojos. Latid alto. Sabréis que palpita otra sangre. No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo encerrado. Su canto asciende a más profundo cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres. ¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora? ¿Qué miran los poetas andaluces de ahora? ¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora? Cantan con voz de hombre, ¿pero dónde los hombres? Con ojos de hombre miran, ¿pero dónde los hombres? Con pecho de hombre sienten, ¿pero dónde los hombres? Cantan, y cuando cantan parece que están solos. Miran, y cuando miran parece que están solos. Sienten, y cuando sienten parece que están solos. ¿Es que ya Andalucía se ha quedado sin nadie? ¿Es que acaso en los montes andaluces no hay nadie? ¿Que en los mares y campos andaluces no hay nadie? ¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta? ¿Quien mire al corazón sin muros del poeta? ¿Tantas cosas han muerto que no hay más que el poeta? Cantad alto. Oiréis que oyen otros oídos. Mirad alto. Veréis que miran otros ojos. Latid alto. Sabréis que palpita otra sangre. No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo encerrado. Su canto asciende a más profundo cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres.
Luis García Montero (Granada, 1958) es poeta y Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada. Ha publicado más de veinticinco poemarios y varios libros de ensayo. Recibió el Premio Adonáis en 1982 por El jardín extranjero, el Premio Loewe en 1993 y el Premio Nacional de Literatura en 1994 por Habitaciones separadas. En 2003, con La intimidad de la serpiente, fue merecedor del Premio Nacional de la Crítica.
EL AMOR - LUÍS GARCÍA MONTERO
“Ahora que cumplo 50 años he sentido la necesidad de hacer una antología con los 50 poemas que me dejan más tranquilo. No les pido admiración para mí mismo, pero sí un poco de tranquilidad a la hora de leerlos en privado o en público ".
EL AMOR
Las palabras son barcos y se pierden así, de boca en boca, como de niebla en niebla. Llevan su mercancía por las conversaciones sin encontrar un puerto, la noche que les pese igual que un ancla.
Deben acostumbrarse a envejecer y vivir con paciencia de madera usada por las olas, irse descomponiendo, dañarse lentamente, hasta que a la bodega rutinaria llegue el mar y las hunda.
Porque la vida entra en las palabras como el mar en un barco, cubre de tiempo el nombre de las cosas y lleva a la raíz de un adjetivo el cielo de una fecha, el balcón de una casa, la luz de una ciudad reflejada en un río.
Por eso, niebla a niebla, cuando el amor invade las palabras, golpea sus paredes, marca en ellas los signos de una historia personal y deja en el pasado de los vocabularios sensaciones de frío y de calor, noches que son la noche, mares que son el mar, solitarios paseos con extensión de frase y trenes detenidos y canciones.
Si el amor, como todo, es cuestión de palabras, acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.
Mientras que yo te beso, su rumor nos da el árbol que mece el sol el oro que el sol le da al huir, fugaz tesoro de un árbol que es el árbol de mi amor.
No es fulgor, no es ardor y no es rubor lo que me da de ti lo que te adoro, con la luz que se va: es el oro, es el oro, es el oro hecho sombra: tu color.
El color de tu alma: pues tus ojos se van haciendo ella, y a medida que el sol cambia sus oros por sus rojos y tú te quedas pálida y fundida, sale el oro hecho tú de tus dos ojos que son mi paz, mi fe, mi sol: ¡mi vida!
PLATERO Y YO - JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
PLATERO Y YO
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra... Cuando paseo sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
— Tiene acero...
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.
EL SUR - LUÍS CERNUDA / SE EUQIVOCÓ LA PALOMA - RAFAEL ALBERTI .
Quisiera estar solo en el sur
Quizá mis lentos ojos no verán más el sur de ligeros paisajes dormidos en el aire, con cuerpos a la sombra de ramas como flores o huyendo en un galope de caballos furiosos.
El sur es un desierto que llora mientras canta, y esa voz no se extingue como pájaro muerto; hacia el mar encamina sus deseos amargos abriendo un eco débil que vive lentamente.
En el sur tan distante quiero estar confundido. La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta; su niebla misma ríe, risa blanca en el viento. Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.
Un río, un amor (1929)
"Si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido."
La figura de Vicente Aleixandre, a pesar de ser uno de los grandes poetas españoles del siglo XX, Premio Nacional de Literatura en los años 30 y Nobel de Literatura en 1977, sigue siendo aún hoy, uno de los menos conocidos de la denominada generación del 27. En este AUTORRETRATO póstumo, rendimos un homenaje a este poeta, andaluz de nacimiento, pero madrileño de adopción y a una vida como la suya, dedicada por completo a la experimentación poética. Una obra que pese al elevado nivel de sus creaciones hoy transita en el nebuloso campo existente entre la memoria y el olvido.
Elegido académico en sesión del día 30 de junio de 1949, ingresó en la Real Academia Española el 22 de enero de 1950. Ocupó el sillón de la letra O.
RECIBE EL PREMIO NOBEL DE LITERATURAEN 1977
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CIRCUITO
Nostalgia de la mar Sirenas de la mar que por las playas quedan de noche cuando el mar se marcha. Llanto, llanto, dureza de la luna, insensible a las flechas desnudas.
Quiero tu amor, amor, sirenas vírgenes que ensartan en sus dedos las gargantas, que bordean el mundo con sus besos, secos al sol que borra labios húmedos.
Yo no quiero la sangre ni su espejo, ignoro si la tierra es verde o roja, si la roca ha flotado sobre el agua. Por mis venas no nombres, no agonía, sino cabellos núbiles circulan.
Videomontaje de la proyeccion que se realiza durante el recitado del poema "TU REJA" del poeta almeriense Francisco Villaespesa en el montaje titulado "Desde la vida hacia la Literatura" del grupo Ayohmá.
"Balada de Amor" de Francisco Villaespesa
El poema "Balada de Amor" de Francisco Villaespesa ilustrado con fotos del homenaje que recibió el dia 23 de Noviembre de 2007 por parte del grupo Ayohmá Teatro
BALADA DE AMOR
Llamaron quedo, muy quedo a las puertas de la casa. -¿Será algún sueño? -le dije- que viene a alegrar tu alma? -¡Quizás! Contestó riendo. Su risa y su voz soñaban.
Volvieron a llamar quedo a las puertas de la casa… -¿Será el amor? -grité pálido, llenos los ojos de lágrimas… -Acaso -dijo mirándome… Su voz de pasión temblaba…
Llamaron quedo, muy quedo a las puertas de la casa… -¿Será la muerte? -yo dije. Ella no me dijo nada…
Y se quedó inmóvil, rígida, sobre la blanca almohada, las manos como la cera y las mejillas muy pálidas.
LAUJAR DE ANDARAX ( ALMERÍA ) . EL PUEBLO NATAL DE FRANCISCO VILLAESPESA .
Como el náufrago metódico que contase las olas que faltan para morir, y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores, hasta la última, hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le besa y le cubre la frente, así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño, sabiendo que jamás me he equivocado en nada, sino en las cosas que yo más quería.
EL AMOR ES UNA SOLDADURA MÁS O MENOS AUTÓGENA
Si vives enamorado, no tardarás en saber que un amor puede doler cierto, mentido y soñado.
Y quizás ninguno estará de más.
DE CÓMO VINO AL MUNDO LA ORACIÓN
De lirio en oración, de espuma herida por el paso del alba silenciosa; de carne sin pecado en la gozosa contemplación del niño sorprendida;
de nieve que detiene su caída sobre la paja que al Señor desposa; de sangre en asunción junto a la rosa del virginal regazo desprendida;
de mirar levantado hacia la altura como una fuente con el agua helada donde el gozo encontró recogimiento;
de manos que juntaron su hermosura para calmar, en la extensión nevada, su angustia al hombre y su abandono al viento.