80 años de mentiras y crímenes ...
El escritor Carlos Semprún Maura . Vacunado contra el izquierdismo tras militar en el PCE ( Partido Comunista de España ) y Acción Comunista, fue uno de los primeros columnistas de La Ilustración Liberal y Libertad Digital.
Este último fin de semana, el PCF celebraba su 80 aniversario en su sede, el bunker concebido por Oscar Niemeyer, con horrenda música “tecno”, champán, bailes y las intervenciones de ilustres carcamales descafeinados. La prensa destaca la de Federico Jorge Sánchez Semprún, quien, como está visto, no se ha despedido de nada. Para refrescarles la memoria, recordaré algunos datos que fingen haber olvidado.
Nadie dice que el tan celebrado Congreso de Tours, que vio la escisión del PS y la creación del PC, se basó en la aceptación o el rechazo de las 21 condiciones que Lenin impuso para sumarse a la Internacional Comunista, cuyo objetivo esencial y declarado era la sumisión total a la URSS recién nacida (parto particularmente sangriento). Estas 21 condiciones convertían a todos los PC en un ejercito internacional ultrajerarquizado, con sus dobles organizaciones, una legal y otra armada y clandestina (como ETA y HB), para preparar con ambas la insurrección contra la democracia burguesa.
En 1920, los golpes comunistas en Europa, fuera de la URSS (Alemania, Hungría, etc) aún no habían fracasado. De libertad de discusión y democracia, nada. De autonomía, nada. Era el delegado de la Internacional quien dirigía las secciones nacionales, etc. Hoy, claro, nadie habla más de esas 21 condiciones. Mucho se ha comentado de que en dicho congreso la mayoría de los delegados aprobó el ingreso en la IC, pero lo que nadie ha dicho, es que, después del congreso, el PCF, fue durante años ultraminoritario. Los militantes, electores y, por ende, diputados del PS fueron mucho más numerosos, lo cual significa sencillamente que los leninistas supieron, como de costumbre, amañar dicho congreso. Las intervenciones de León Blum, también olvidadas, contra la escisión y el bochevismo, fueron premonitorias.
Después de haberse empantanado durante años en luchas por el poder en el seno del PCF, reflejo de las luchas semejantes que ocurrieron en Moscú, llega el viraje del Frente Popular, donde el PCF finge aceptar la democracia representativa y se sirve de su relativa aceptación para intentar imponer a la izquierda la defensa incondicional de la URSS. Pero llega nuestra guerra civil, el mismo año 1936, y por su situación geopolítica, digamos, el PCF se vuelca en la contienda a las ordenes de Moscú, y contribuye eficazmente a la represión bestial de la Internacional en la zona “republicana”. André Marty (el carnicero de Albacete), Auguste Lecoeur, Rol Tanguy, figuran entre los comisarios políticos más activos en dicha represión (como el propio A. London).
Pero lo que, una vez más, nadie dice es que el PCF robó millones de francos al gobierno republicano. Juan Negrín hizo entregar al PCF estas sumas para comprar y enviar armas, pero cuando Stalin decidió abandonar a los “rojos” españoles para aliarse con Hitler, y ordenó el cese inmediato de toda ayuda al gobierno republicano (o, mejor dicho, al PCE), los comunistas franceses se quedaron con el dinero. Con él fundaron su diario “Ce soir”, la compañía marítima “France Navigation”, compraron el edificio de la antigua sede del PCF, calle La Fayette, coches para sus dirigentes, ¡no faltaba más! Y varias cosas más.
Llega, en 1939, el pacto nazi-soviético, que aparentemente constituye un viraje absoluto, pero que los dirigentes de la IC ya conocían, puesto que las conversaciones secretas comenzaron en 1936. Pasar de representar el nazifascismo como el enemigo principal a convertirle en el mejor aliado no representó la menor crisis para el PCF, tal era su sumisión absoluta a Stalin. El único intelectual -y por lo tanto el único conocido, nadie sabe si fueron tres o cuatro, los carpinteros que hicieron lo mismo-, que se rebeló y criticó, parcialmente, dicho pacto fue Paul Nizan. Se le expulsó del PCF, con la clásica acusación de chivato de la policía, y los primeros días de la guerra 39/45 murió misteriosamente, en un frente sin combates.
Otro periodo reivindicado por los actuales catecúmenos en minifaldas del PCF es la Resistencia. Pues bien, en 1940, con la derrota de Francia y la ocupación nazi, los comunistas galos, súbditos de la URSS y por lo tanto del pacto nazisoviético (como a Lenin, los alemanes llevaron al secretario general Thorez, clandestinamente, a Moscú), intentaron colaborar con los nazis, y concretamente volver a sacar su diario “L´Humanité”, que había sido prohibido por la censura militar, por colaboración con el enemigo. No lo lograron, pero llegaron a un compromiso: publicaron “La France au travail” (Francia trabaja), órgano semi-oficial de un PCF tolerado por los nazis. Llega el ataque sorpresa (para Stalin) nazi contra la URSS, en junio de 1941, y los comunistas se lanzan, no a la lucha contra los nazis, sino en defensa de la URSS. Si en la práctica fue más o menos lo mismo, desde el punto de vista de la ética política, nada tiene que ver.
Pero es cierto que los comunistas “resistieron” y su organización clandestina, “durmiente”, les sirvió para crear sus redes de resistencia. Pero como ocurrió en España, durante la dictadura fanquista (sin comparar las dos situaciones), la mayoría de los que actuaron en la resistencia antinazi, con el PCF, se fueron tras la Liberación, por diversos, y hasta contradictorios motivos. Los primeros “disidentes” del PCF fueron los clandestinos de la Resistencia.
Desde 1944 hasta, más o menos, 1958 (llegada de De Gaulle), el PCF fue el primer partido de Francia, y se mantuvo como partido relativamente importante hasta la implosión de la URSS. Tiene su lógica. Todo ese periodo de los años 40 y 50, que sería interesante analizar más en detalle, vio el dominio absoluto del pensamiento único pro-soviético, pro-marxista, con sus dogmas, sus censuras, sus mayordomos -siendo el más abyecto de ellos, pero no el único Jean-Paul Sartre- su influencia en los sindicatos, en la Universidad (Marleau-Ponty, por ejemplo, dudó muchísimo antes de emitir ciertas reservas sobre la superioridad moral y material de la URSS), en todas partes dominaba la mentira. Francia aún no se ha curado del todo. En esta foto faltan cantidad de personajes, no es censura, sino exigencias de espacio.
Volvamos al guateque “tecno”. ¿Todo ha cambiado? Sí y no. Por ejemplo, Robert Hue (textualmente ¡Arre!), el secretario general, alcalde de un burgo en las inmediaciones de París, mantiene en su municipio un implacable “apartheid” antimoros, montando, por ejemplo, falsas acusaciones de tráfico de drogas para expulsar a marroquíes. Lo que sí ha cambiado es, pongamos, que el título de su diario “L´ Humanité”, subvencionado por el gobierno, ya que sin lectores, para anunciar la fiesta de aniversario, era: ¡Discotequeros de todos los países, unios! No es broma. O sea que si ayer ser comunista representaba ser criminal o cómplice de la barbarie, cínico o ingenuo, hoy sólo significa ser idiota. Idiota de armas tomar.
CARLOS SEMPRÚN MAURA . ( 1926 - 2009 ) .
" Estafas y Mentiras de la Leyenda Comunista ".