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De: IGNACIOAL (Mensaje original) |
Enviado: 19/05/2011 17:25 |
LA COCINA DE LOS ÁNGELES . BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO.
Murillo volvió a Sevilla en 1645. Un trabajo importante, una serie de once cuadros que le encargaron los Franciscanos para el claustro pequeño de su convento, señala desde luego su regreso a su ciudad natal. De esta serie, hoy dispersa, son conocidos más especialmente tres trozos: la Cocina de los ángeles, del Museo del Louvre, la Muertede Santa Clara, que ha pasado por las galerías Aguado y Salamanca, y San Diego de Alcalá con los pobres, que conserva la Academia de San Fernando. Cada uno de los maestros que Murillo había admirado podría con justo título reivindicar en estas pinturas una parte de influencia y de paternidad. Aquí el artista vacila y anda buscándose todavía en medio de recuerdos demasiado vivos. A la gracia de Van-Dyck mezcla las violencias de Ribera; al brillo del colorido de Rubens, los grises finos y discretos de Velázquez. Es esto una fusión de estilos y de métodos, pero aún no es su estilo, su manera propia.
http://www.deyave.com/Arte/Pintura/historia-de-la-pintura-espanola/8-sigloXVIII-Murillo.html
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El primer encargo importante que recibe Murillo será la realización de una serie de pinturas para el claustro chico del Convento de San Francisco en Sevilla. El éxito obtenido le consagró en su ciudad natal, compitiendo con el propio Zurbarán y con Herrera el Viejo.La temática de la serie gira alrededor de la ideología franciscana, dedicándose a exaltar las virtudes de la Orden: el espíritu de pobreza y su amor hacia los pobres y la práctica de la caridad.La Cocina de los Ángeles es uno de los mayores de la serie. En él se narra un episodio de la vida de Fray Francisco Pérez, fraile cocinero de profunda devoción que alcanzaba el éxtasis en lugar de realizar sus trabajos. La recompensa vino del cielo al ser enviados un grupo de ángeles para realizar las tareas que el fraile no hacía, evitando así la reprimenda de sus superiores.El centro de la escena lo ocupan dos ángeles que enmarcan al fraile, arrodillado y en levitación, rodeado de una aureola dorada. En el fondo aparece la puerta abierta y un fraile que contempla el milagro: diversos ángeles están trabajando en una típica cocina conventual donde se muestran las ollas, el fogón, las viandas sobre la mesa, los platos, etc. Los angelitos se dispersan por el escenario para crear una mayor sensación de profundidad.Murillo emplea intensos efectos de claroscuro tomados del tenebrismo que en aquellos momentos estaba cosechando un importante éxito en la capital andaluza gracias a Zurbarán. El empleo de una luz dorada resalta las tonalidades empleadas, especialmente pardas. El naturalismo utilizado en los personajes terrenales contrasta con la cierta idealización que emplea Murillo en los ángeles, cuyos cabellos y rostros denotan una belleza sobrenatural.
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