GIAN LORENZO BERNINI . Autorretrato ( 1598 - 1680 ) . http://es.wikipedia.org/wiki/Gian_Lorenzo_Bernini
Fue uno de los artistas más sobresalientes del barroco italiano.
Su actividad artística no se reduce a la escultura, también fue un gran
arquitecto, pintor, dibujante y escenógrafo; concibió espectáculos de
fuegos artificiales, realizó monumentos funerarios y fue autor teatral.
Su arte es la quintaesencia de la energía y solidez del barroco en su
apogeo. En la escultura, su gran habilidad para plasmar las
texturas de la piel o de los ropajes, así como su capacidad para
reflejar la emoción y el movimiento, eran asombrosas. Bernini
introdujo cambios en algunas manifestaciones escultóricas como los
bustos, las fuentes y las tumbas. Su influencia fue enorme durante los
siglos XVII y XVIII, y puede comprobarse en la obra de maestros como
Pierre Puget, Pietro Bracci y Andreas Schlüter.
El genial Gian Lorenzo
Bernini se formó en el taller de su padre Pietro Bernini. Ya en sus
primeras obras como la Cabra Amalthea, realizada hacia 1611, se pone de
manifiesto su virtuosismo a la hora de trabajar el mármol. Entre
1618 y 1625 realiza cuatro excelentes obras para el cardenal Scipione
Borghese en las que retoma las formas clásicas como se observa en el
grupo de Apolo y Dafne, representando el momento en el que la ninfa se
transforma en árbol mientras huye de Apolo. La entronización en
1623 de su mecenas Maffeo Barberini como papa con el nombre de Urbano
VIII permitirá a Bernini realizar una de sus obras más conocidas, el
monumental baldaquino sobre la tumba de San Pedro, ocupando el crucero
de la basílica petrina con las cuatro columnas salomónicas coronadas
por el baldaquino de cuatro volutas. Ya en estos años iniciales de
la década de 1620 empieza su labor como retratista que culminará en la
década siguiente. El de Constanza Buonarelli, la mujer de su
colaborador, por la que el maestro se siente atraído es una de sus
mejores muestras, siendo quizá superado por el busto del cardenal
Scipione Borghese, mostrando en ambos trabajos toda la fuerza expresiva
del modelo. La pérdida del favor papal en 1644 le llevará a
dedicarse a encargos particulares, trabajando desde 1647 en su obra
maestra: el Éxtasis de Santa Teresa para la capilla de la familia
Cornaro en la iglesia de Santa Maria della Vittoria en Roma. Bernini
toma un texto de la propia santa como fuente: "Un día se me apareció un
ángel singularmente hermoso. En su mano vi una larga lanza, en cuyo
extremo parecía haber una punta de fuego. Esta, así me pareció, me la
clavó varias veces en el corazón, de forma que entró en mi interior.
Tan real era el dolor que suspiré varias veces en voz alta". En la
misma línea destaca la Beata Ludovica Albertoni, una escultura de
mármol y jaspe en la que se expresa que su concepción escultórica sigue
siendo pictoricista al interesarse por los golpes de luz y la mórbida
factura del mármol. Con Bernini la fuente urbana experimentará una
nueva compenetración entre piedra y agua como se desprende en la Fuente
de los Cuatro Ríos de la romana Piazza Navona, en cuyo basamento
observamos las representaciones del Ganges, el Nilo, el Danubio y el
Río de la Plata, los símbolos de los ríos de los cuatro continentes
hasta el momento conocidos. Entre sus últimos trabajos destaca el
monumento funerario del papa Alejandro VII en el que se integra de
manera espectacular la arquitectura y la escultura.
Proserpina (del latín proserpere, ‘emerger’) era una antigua diosa cuya historia es la base de un mito de la primavera. Es la equivalente en la mitología romana a la diosa griega Perséfone. Es una deidad de vida, muerte y resurrección. Era la hija de Ceres y Júpiter, y se le describía como una joven sumamente encantadora. Venus, para dar amor a Plutón, envió a su hijo Amor (también conocido como Cupido) para que acertase a Plutón con una de sus flechas. Proserpina estaba en Sicilia, en la fuente de Aretusa (cerca de Enna), donde jugaba con algunas ninfas y recogía flores. Entonces Plutón surgió del cercano volcán Etna con cuatro caballos negros y la raptó para casarse con ella y vivir juntos en el Hades, el inframundo grecorromano, del que era gobernante. Plutón era también su tío, pues Júpiter y Ceres eran sus hermanos. Así pues, Proserpina es la Reina del Inframundo. Su madre Ceres, diosa de los cereales o la Tierra, marchó a buscarla en vano por todos los rincones del mundo. Logró encontrar no más que un pequeño cinturón que flotaba en un pequeño lago, hecho con las lágrimas de las ninfas. En su desesperación, Ceres detuvo enfurecida el crecimiento de frutas y verduras, cayendo así una maldición sobre Sicilia. Ceres rehusó volver al Olimpo y empezó a vagar por la tierra, convirtiéndose en desierto lo que pisaba. Preocupado, Júpiter envió a Mercurio para que ordenar a Plutón que liberase a Proserpina. Éste obedeció, pero antes de dejarla ir le hizo comer seis semillas de granada (un símbolo de fidelidad en el matrimonio), de forma que tuviese que vivir seis meses al año con él, pudiendo permanecer el resto con su madre. Ésta es pues la razón de la primavera: cuando Proserpina vuelve con su madre, Ceres decora la tierra con flores de bienvenida, pero cuando en el otoño vuelve al Hades, la naturaleza pierde sus colores.
El rapto de Proserpina es un escultura realizada por Gian Lorenzo Bernini entre los años 1621 y 1622.
SCIPIONE BORGHESE LUDOVICO LUDOVISI
Fue encargada por Scipione Borghese, que se la cedió al Cardenal Ludovico Ludovisi en 1622, quien la llevó a su villa. Permaneció allí hasta 1908, cuando el Estado italiano la adquirió y la devolvió a la Galleria Borghese. Es una gran estatua de mármol, perteneciente a un grupo escultórico ejecutado por el artista. Representa a Proserpina (Perséfone en la mitología griega) siendo raptada por Plutón (Hades en la mitología griega), soberano de los infiernos. La posición, un contraposto retorcido, es una reminiscencia del Manierismo, y permite una observación simultánea del rapto (según se mira desde la izquierda) con Plutón tratando de mantener a Proserpina sujeta; de la llegada al Hades (mirando de frente, parece llevar en brazos a su víctima); y de la petición de Proserpina a su madre de regresar durante seis meses a la Tierra (si contemplamos desde la derecha, con las lágrimas de la mujer, el viento sobre su pelo y el Can Cerbero ladrando).
Es notable la representación de los detalles: Proserpina empuja la cabeza de Plutón estirando su piel, y los dedos de este aprietan cruelmente la carne de Proserpina tratando de inmovilizarla.