Lo que el PSOE necesita
GANA RUBALCABA
JOAQUÍN LEGUINA
Es estadístico y escritor.
04 FEB 2012 | Joaquín Leguina | Sala Vip
El PSOE precisaba hoy otro candidato, alguien no quemado en la aventura zapaterista
Lo que hubiera necesitado el PSOE hoy, día de la elección de su secretario general, era alg ún otro candidato. Alguien no quemado en la aventura zapaterista, ese viaje hacia el abismo durante el cual, según escribió ayer el veterano socialista guipuzcoano José Antonio Maturana, “la disidencia y la crítica han sido yuguladas. La reflexión ha sido sustituida por la sumisión y la genuflexión. Todos los que han estado en los poderes del Estado y del partido han participado en estas políticas y, de manera notable, los dos candidatos que se presentan a secretario general”.
Y Maturana añadía: “La nueva dirigencia que va a elegir el Congreso será otra dirección reproducida por partenogénesis, es decir, el propio aparato se reproduce a sí mismo sin colaboración externa”.
Se ha escrito (J. A. Zarzalejos) que “el doble fracaso del 22-M y del 20-N ha provocado el mayor expediente de regulación de empleo en el PSOE desde 1982. En efecto, el hoyo del que pretende salir este fin de semana el PSOE en Sevilla es profundo y algunas propuestas y algunos discursos pretenden zafarse de él cavando con denuedo hacia el centro de la tierra”.
Los males que hoy aquejan al PSOE no se curan con un par de fotos, tres eslóganes o seis paños calientes, sino que necesitan de una larga y tenaz terapia, empezando con el “examen de conciencia” (análisis de lo ocurrido), siguiendo con el “dolor de corazón” (autocrítica) y, por fin, con el “propósito de la enmienda” (abandonar las ocurrencias y volver al redil de la seriedad y el rigor que le es exigible a un partido de Gobierno). Y no son propias de un Partido de Gobierno chaladuras como la del nuevo Estatuto de Cataluña o amenazar al Tribunal Constitucional (a eso llegaron Montilla y Chacón) si este no aceptaba en toda su literalidad aquel desgraciado Estatuto.
En otras palabras: lo primero que necesita el PSOE es una transición que le permita recuperar un lugar en el mundo, y también debe abordar una profunda reforma interna del Partido.
El PSOE tiene que volver a ser un partido nacional y de Gobierno, para lo cual tendrá que “cumplir y hacer cumplir” la Constitución, comenzando por los artículos 2 y 3, olvidándose de la “nación catalana” (como sostienen hoy los del PSC) y de “una Constitución para el País Vasco y Navarra”, tal como ha propuesto el impagable Eguiguren, ¡¡que sigue siendo presidente del PSE!! Lo ha escrito otro socialista vasco, Nicolás Redondo Terreros: “Es imprescindible un discurso nacional, basado en una idea coherente de la Nación española, perfectamente compatible con la España autonómica e incompatible con otros proyectos que en ocasiones han reivindicado algunos aprendices de brujo”.
Es necesario olvidarse de radicalidades, ocurrencias y aventuras, y para abrir ese “tiempo nuevo” se necesita una profunda autocrítica (que ninguno de los dos actuales candidatos está en condiciones de abordar) e inmediatamente después hay que ponerse a la tarea: olvidarse de aventuras y de proyectos personales y dedicarse a repintar los blasones socialdemócratas, poniendo coto, de paso, a tantas ambiciones y a tantas prisas.
Estamos ante una realidad que no es la de hace 30 o 40 años, sino mucho peor. Nos encontramos en plena ofensiva de quienes, cabalgando sobre una sedicente globalización, pretenden reducir a humo el Estado de Bienestar. Sin embargo, es muy probable que más del 60% de los ciudadanos europeos no estén dispuestos a renunciar a ese modelo social.
Con ese apoyo se puede montar la mejor defensa y también un buen contraataque, incorporando, de paso, lo mejor del viejo liberalismo que ha de formar parte del patrimonio ideológico del socialismo del siglo XXI. El PSOE, por suerte, abandonó hace ya mucho tiempo el estatismo y sólo en los últimos años de fiebre juvenil políticamente correcta ha pretendido meter el Estado en nuestras camas, en nuestras costumbres y en nuestro lenguaje. En palabras del ya citado Nicolás Redondo, “en el mundo actual, donde parecen predominar las contradicciones, las paradojas, el ser humano puede ser más dueño de su destino y de sí mismo que en cualquier otro momento de nuestra historia, sin perjudicar su naturaleza solidaria, pública y cooperativa”.
Ocupado en la propaganda igualitaria del nuevo feminismo, el Gobierno de Zapatero ha visto cómo crecía a gran velocidad la desigualdad de rentas, ayudando –vía fiscal– a que esa desigualdad creciera. Sin demagogia alguna, el socialismo tendrá que dejar bien claro (en los hechos y no tanto en las palabras) que, por ejemplo, sueldos y gabelas tan disparatados como los que hoy cobran “los gestores” de las grandes empresas son una indecencia que una sociedad moderna y sana no debe tolerar.
Y, como no hay mal que no genere algún bien, la crisis actual ha dejado meridianamente claro que la autorregulación ha sido una farsa. A partir de ahora, nadie en su sano juicio podrá sostener en serio que el Estado es el problema y el mercado la solución.
MIMITOS CHACÓN - RUBALCABA