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De: IGNACIOAL (Missatge original) |
Enviat: 11/02/2012 08:31 |
MARÍA ESTUARDO
La Reina Mártir
Por
CASTILLO - PALACIO DE LINLITHGOW . ESCOCIA
MARÍA ESTUARDO
María Estuardo viene al mundo en Escocia, en el castillo de Linlithgow, en noviembre de 1542 y apenas un mes mas tarde su padre, Jacobo V, muere prematuramente, a la edad de treinta años.
JACOBO V DE ESCOCIA MARÍA DE GIUISA
( 1512 - 1542 ) ( 1515 - 1560 )
PADRES DE MARÍA ESTUARDO . MARÍA I DE ESCOCIA .
El rey recibe la noticia del nacimiento de su hija y heredera sin gran alegría, pues esperaba que fuese un varón. Escocia es un reino complicado para gobernar, y lo será más todavía si quien lleva las riendas es una mujer. Los escoceses son tercos y obstinados, y prestan fidelidad antes al jefe de su clan, a su Laird, que al rey. Además, Escocia es una tierra empobrecida por las muchas guerras, contra potencias extranjeras y entre los clanes, y su tierra, con un clima duro y difícil, no es pródiga en cosechas. ¿Podrá María de Guisa, madre de la recién nacida, velar por la seguridad de su hija en este mundo tan inestable?
ENRIQUE VIII
Los Estuardo son católicos desde siempre y mantienen buenas relaciones con Roma y también con Francia; pero la amenaza de la poderosa vecina Inglaterra siempre está latente. El cruel Enrique VIII ve la muerte del rey de Escocia y el nacimiento de la niña como la oportunidad de unir las dos dinastías: Tudor y Estuardo, y pide la mano de María para su hijo Eduardo. El conde de Arran, gobernador de Escocia, insiste en que la mano de la pequeña reina debe ser para su hijo; y María de Guisa no sabe qué hacer. Pero Enrique no ceja en su empeño, y envía a Escocia a Sir Ralph Sadler para negociar el matrimonio de los niños. Para contentar a Arran, le promete la mano de su hija Isabel para su hijo, a cambio de que éste renuncie a la pretensión de casarle con María. Pero además exige el rey inglés que la prometida de su hijo se críe en Inglaterra, en su propia corte. María de Guisa se niega a que su hija sea educada en un ambiente protestante, y sobre todo por un hombre que no ha dudado en mandar al patíbulo a la madre de su segunda hija, y a deshacerse de su primera esposa, una dama de altas prendas, buena reina y amada por sus súbditos. ¿Qué no será capaz de hacer con la pequeña reina de Escocia? Además, Enrique da un paso en falso al apoderarse de la mercancía de unos buques escoceses que van camino de Francia, y cuando Arran se lo reprocha, monta en cólera y manda saquear varias ciudades cercanas a Edimburgo. Antes las amenazas, María de Guisa se compromete a enviar a su hija a Inglaterra, pero cuando haya cumplido diez años.
ENRIQUE II DE FRANCIA
En el momento en que Enrique II llega al trono de Francia, pretende, ayudando a María de Guisa, atraerse el favor de esta poderosa familia francesa emparentada con la reina madre de Escocia. El partido católico escocés pretende que se rompa el compromiso con Inglaterra y que su reina se case con el Delfín de Francia. En represalia, Enrique VIII declara la guerra a Escocia, y les vence en la batalla de Pimkie Cleugh el 10 de septiembre de 1547. Con cinco años la pequeña reina ya ha estado prometida dos veces, y ahora debe dejar todo lo que conoce y a su madre, para embarcarse hacia Francia, pues Escocia no es segura para ella, a causa de la amenaza inglesa. La acompaña su hermanastro, Jacobo, hijo bastardo del difunto rey, su institutriz, y cuatro niñas de su edad, que curiosamente, se llaman todas como ella, María.
JACOBO ESTUARDO
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MARÍA ESTUARDO - 2
La Reina Mártir
Por
Los años más felices de la vida de la reina transcurren en Francia, donde el rey la recibe como a una hija. Su prometido, el Delfín, no goza de buena salud, es un niño enclenque y enfermizo; pero los pequeños se llevan bien y se convierten en compañeros de juegos, casi hermanos. María es bonita y de carácter dócil y en la corte todos, el rey el primero, la adoran. Aprende, cuando crece un poco, algo de danza, canto, latín y griego, y habla con soltura italiano y español, además de inglés y francés. También le gusta mucho la vida al aire libre, sobre todo cabalgar y cazar.
Francisco de Valois, su prometido, no es portador de tan grandes prendas y está bastante mimado por su madre, porque ha nacido con una enfermedad respiratoria que le hace débil. No le gusta estudiar, y aunque disfruta con la caza, pocas veces puede practicarla debido a su mala salud. En la corte francesa hay prisa por celebrar el matrimonio, debido a la mala salud del heredero, pero también por otros motivos. En el Parlamento escocés se había pactado que Escocia sería gobernada por la reina madre, como regente, y luego por María Estuardo, mientras que su esposo tan sólo sería el rey consorte, y si la reina moría sin herederos, el trono sería para su pariente de sangre más próximo. Pero en Francia, y espoleada por los Guisa, María firma otro pacto, de espaldas al parlamento escocés; si ella muere sin herederos, la corona de Escocia será heredada por Francia, junto con los derechos inherentes al trono de Inglaterra e Irlanda. María no es consciente de estar traicionando a su país, primero porque apenas tiene quince años, y luego porque ella considera a Francia como su patria. La boda se celebra con toda pompa y boato en Notre Dame de París.
FRANCISCO II NOTRE DAME . PARÍS .
Y MARÍA ESTUARDO
MARÍA TUDOR ISABEL I DE INGLATERRA
Y en noviembre de 1558, poco después de este matrimonio, se muere la reina de Inglaterra, María Tudor, hija de Enrique VIII, sin dejar herederos. Sube al trono su hermanastra Isabel, aunque hay muchos que dudan de su legitimidad, por ser hija de Ana Bolena.
ANA BOLENA
Los escoceses y franceses, convencidos católicos, nunca aceptaron el divorcio del rey de Inglaterra de su primera esposa, Catalina de Aragón, por lo cual para ellos Isabel no pasaba de ser una bastarda.
CATALINA DE ARAGÓN
Por tanto, María Estuardo, como biznieta de Enrique VII, tenía derecho al trono inglés. Isabel se aferra a su corona, mientras María, que prácticamente ha nacido reina y ahora es heredera con su esposo al trono de Francia, no pretende negociar ni luchar por una corona que no le importa.
ENRIQUE VII DE
INGLATERRA
Prefiere brillar en la corte, ir a fiestas y bailes donde la agasajan por su belleza. Se celebran las bodas de Margarita, hermana del rey, con el duque de Saboya, y la de Isabel de Valois con Felipe II de España, a la sazón viudo de María Tudor, y entre los festejos hay numerosos torneos.
FELIPE II DE ESPAÑA E ISABEL DE VALOIS
En uno de ellos el rey de Francia resulta herido en un ojo, y pierde el equilibrio. Se cae del caballo y queda sin sentido, permaneciendo diez días entre la vida y la muerte. El 10 de julio de 1559 fallece, y María se convierte, a los dieciséis años, en reina de Francia.
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MARÍA ESTUARDO - 3
La Reina Mártir
Por
FRANCISCO II CATEDRAL DE REIMS
El nuevo rey de Francia es coronado en la catedral de Reims con el nombre de Francisco II. A los quince años todavía no está preparado para reinar, y tiene pocas ganas de aprender. No es disciplinado en el trabajo y su instrucción es bastante escasa. Por tanto, no le importa dejar el gobierno del reino en manos de los Guisa, los tíos de su esposa, que luchan contra la familia Borbón, quienes también se creen con derecho a meter mano en el gobierno. Hay dudas más que fundadas de que el matrimonio real pudiera consumarse; y aunque así hubiese sido, casi nadie cree que ese pobre alfeñique que tienen por rey sea capaz de engendrar un hijo. En esta época se suceden las luchas contra los hugonotes, y cientos de ellos son condenados a muerte, pero María y Francisco no se enteran demasiado, porque están muy ocupados en fiestas y bailes. En 1560 muere la reina regente de Escocia, María de Guisa, y el Parlamento se pronuncia a favor del protestantismo, dejando de lado la autoridad del papa. Por esas fechas ya la salud del rey de Francia empieza a declinar de manera grave, y María está demasiado ocupada cuidando de su esposo para ver más allá. Apenas cumplidos los 17 años, el 6 de diciembre de 1560, Francisco II muere sin herederos. María se convierte en la reina viuda de Francia y los Guisa pierden todo su poder.
CATALINA DE MÉDICIS
Su suegra, Catalina de Médicis, se muestra hostil con ella, y María está muy abatida por la pérdida del que había sido, más que su marido, su compañero de juegos, casi su hermano. Por eso no se preocupa mucho por su propia situación.
PRÍNCIPE DON CARLOS
HIJO DE FELIPE II
La reina tiene 18 años, y Felipe II de España piensa en ella para esposa de su hijo, don Carlos; aunque María no se encuentra demasiado dispuesta a casarse con este muchacho que es todavía más feo y enfermizo que su difunto marido. Y aunque ella hubiese deseado la boda, su suegra maquina en su contra, y convence a su hija, Isabel de Valois, y esposa de Felipe II, madrastra por tanto del príncipe, que hable con su esposo para que deseche esa idea. Por tanto, a María no le queda más remedio que volver a Escocia.
JACOBO . CONDE DE MORAY
HERMANASTRO DE MARÍA ESTUARDO
Su hermanastro Jacobo, conde de Moray, viaja a Francia para convencerla de la oportunidad de su vuelta. Protestante convencido, mantiene también una sospechosa buena relación con Isabel Tudor. Cuando la reina escocesa le solicita a su prima un salvoconducto para poder viajar tranquila a su reino, Isabel se lo niega, a menos que ella firme el Tratado de Edimburgo. Mediante este tratado, el Parlamento escocés se había comprometido ya a reconocer a Isabel como legítima soberana de Inglaterra, pero carecía de validez alguna sin la firma de la reina María. Esta se niega, porque no quiere renunciar, ahora que está más madura políticamente, a sus derechos al trono inglés. Decide viajar sin salvoconducto, y el viaje transcurre sin problemas. Desembarca en el puerto de Leith y sus súbditos se quedan perplejos cuando ven a una joven muy hermosa, rubia y de tez pálida.
PUERTO DE LEITH . Aquí llegó María Estuardo procedente de la corte francesa , para hacerse cargo del reino de Escocia .
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MARÍA ESTUARDO - 4
La Reina Mártir
Por
PALACIO DE HOLYROOD HOUSE . EDIMBURGO . ESCOCIA
En Escocia María se aloja en el palacio de Holyrood House, en Edimburgo, que desde luego no se parece en nada a los hermosos palacios franceses. Aquella primera noche suenan las gaitas en honor de la reina, y aunque ella prefiere otro tipo de música, recibe de buen grado el homenaje. En este momento la batalla religiosa todavía está en pleno auge y María intenta mantenerse en terreno neutral, aunque ella sea una buena católica.
JOHN MAITLAND JOHN KNOX
Su propio secretario, Maitland, es protestante, pero no un fanático, y se esfuerza en llevarse bien con la reina. Pero en cambio, María encuentra muchos problemas para entenderse con John Knox, un furibundo predicador calvinista que odia profundamente a María porque la regente, María de Guisa, había mandado ejecutar a su maestro, George Wishart. Cuando la reina va a oír misa por primera vez en su capilla privada, una multitud de protestantes se abren paso para insultarla. Ella sigue caminando, dignamente y no vuelve ni la cabeza.
GEORGE WHISART MARÍA DE GUISA
Knox llega a entrevistarse con la reina, y se da cuenta de que a pesar de su juventud, no podrá dominarla. Al principio María deja el gobierno en manos de su hermanastro y de su secretario, y ella se entretiene cazando, porque la vida en la corte escocesa no le ofrece muchos alicientes más. Mejora sus relaciones con su prima Isabel cuando se entera de que la reina inglesa, al final, había otorgado el salvoconducto para su viaje desde Francia. Por eso ahora se propone tratar el tema de la sucesión al trono inglés, e Isabel se limita a darle largas, aunque de la manera más amable. María envía a Londres a su mejor diplomático, Maitland, ofreciendo a su prima firmar el tratado de Edimburgo. María ha recreado en Holyrood House una pequeña réplica de la corte francesa que tanto amó, y traba amistad con el poeta Chaterlad, que le dedica versos y odas. Pero él va más allá y una noche se adentra en la cámara privada de la reina. Cuando le descubren allí escondido, estalla el escándalo, pero María le perdona. Ya cuando ocurre una segunda vez, es la propia reina quien prorrumpe en gritos de auxilio. El poeta es juzgado públicamente por haber comprometido el honor de la soberana. María necesita un heredero, y por tanto hay que casarla. Los pretendientes son, de nuevo, don Carlos de España, hijo de Felipe II, Carlos de Francia, hermano de su primer esposo, e incluso los reyes de Suecia o Dinamarca. Pero la reina Isabel decide intervenir y no aprueba a ninguno de los candidatos.
ROBERT DUDLEY HENRY DARNLEY
LORD HENRY DARNLEY EN VERSIÓN
CINEMATOGRÁFICA .
" AL MENOS ES ... GUAPO , ALTO , BUEN MOZO "
Le dice a su prima que se deje aconsejar por ella, y propone a Robert Dudley, que es en realidad su propio amante, y en quien confía ciegamente. Al final quien gana la carrera hacia el corazón de María es Henry Darnley, primo lejano de la reina, puesto que es biznieto de Enrique VII. Al menos es guapo, alto y buen mozo. Sabe de música y de poesía, y es el más adecuado para saciar los anhelos femeninos de la mujer; aunque no se sabe si le conviene a la reina. Ya antes de la boda se le concede el título de duque de Albany, y después del matrimonio se le deberá llamar rey de Escocia
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MARÍA ESTUARDO - 5
La Reina Mártir
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Isabel no está contenta con la elección de su prima, pero a María le da completamente igual; por primera vez en su vida está enamorada y no atiende a razones. La boda se celebra el 29 de julio de 1565, con el conde de Lennox actuando como padrino, y dando el brazo a su futura nuera. María tiene la delicadeza de vestir todavía de luto, dando a entender que aunque se casa, no se olvida de lo que para ella ha significado el rey de Francia. Después de la ceremonia, la reina se quita el traje de luto y se viste de fiesta para el banquete. Pero algo enturbia la alegría del día, y es que Jacobo, el hermanastro de la reina, no aprueba la boda, porque el novio también es católico, y lo ve como una afrenta en contra de la religión protestante que prima en Escocia. En realidad, la cuestión religiosa es un mero pretexto, y lo que él teme es perder el poder que tenia sobre su hermana. Cuando María le requiere para que de explicaciones ante el Parlamento, se refugia con sus seguidores en el condado de Argyll. La reina, profundamente dolida, le proclama proscrito y expropia sus bienes. Se decide a ponerse al frente del ejército para luchar contra los rebeldes. Y como éstos no han tenido tiempo de recibir la prometida ayuda inglesa, no tienen otro remedio que huir y refugiarse en Inglaterra. Isabel se alegra, pero ha de guardar las apariencias, y en público regaña a Jacobo por alzarse en armas contra “su buena hermana”. Éste agacha la cabeza humillado, participando de la comedia.
MARÍA ESTUARDO
En los primeros tiempos de su matrimonio, María está completamente enamorada de su esposo, no le niega nada y sólo ve a través de sus ojos. Pero el marido es demasiado atrevido y ambicioso, y exige el derecho de soberanía que le permita gobernar junto a la reina. Mide mal sus tiempos, porque lo hace a los tres meses de la boda, y la reina monta en cólera. Se da cuenta de que se ha casado con un egoísta que solo piensa en el poder. Obra en consecuencia y le aparta de cuanto signifique estado. La venda se le ha caído de los ojos y la luna de miel se ha terminado.
DAVID RIZZIO LORD BOTHWELL
BOTHWELL
María ya no tiene a su lado a su hermanastro Jacobo ni a Maitland, y aunque es mujer de carácter fuerte, toda la vida necesitará algún hombre en quien depositar su confianza. Así que, a falta de otro mejor, y con un marido inútil y ambicioso en quien ya no confía, se apoya en su secretario Rizzio, un piamontés aficionado a la música y al canto, y que por lo tanto agrada a la reina, tan amante de las artes. Rizzio pronto tiene gran influencia sobre María, a quien aconseja en los asuntos de estado, y quien le agradece sus desvelos con numerosos regalos y lisonjas. María nunca será consciente de que es peligroso, y más para una persona de su posición, mostrar a las claras sus sentimientos. Los nobles escoceses desconfían de Rizzio, de quien piensan que es un agente del Papa para practicar en Escocia la Contrarreforma. Pero al lado de la reina, además de su secretario, también se encuentra lord Bothwell, que ya había luchado al lado de la regente María de Guisa, contra los protestantes. Había tenido que huir de Escocia por miedo al conde de Moray, pero con éste en Inglaterra, vuelve al lado de la reina para prestarle su apoyo. María se siente segura con estos dos hombres a su lado, y no sabe que son muchas las fuerzas que se confabulan contra ella: su hermanastro, Maitland, su propio marido, y hasta Knox, que tanta influencia tiene en el pueblo llano. Empiezan los adversarios de la reina a meter en la cabeza de su esposo la idea de que si Rizzio no estuviera al lado de María, probablemente ella le permitiría gobernar a su lado. Además también le imbuyen la idea de que puede que la relación entre los dos no sea tan inocente como aparenta. Acaba creyéndoles y olvida que el italiano ha sido su amigo y le ha ayudado a conquistar a María. Ahora lo que desea es matarle, acabar con Rizzio, cueste lo que cueste. Se empieza a preparar una conjura de la que debe salir la muerte del piamontés y la promesa de una corona matrimonial para Darnley. En estos momentos María está en su sexto mes de embarazo, y quizá no sea descabellado pensar que en la mente de algunos ha fraguado la idea de matar también a la reina, o al menos, hacer que presencie el asesinato de su amigo, para asustarla y quizá provocar un parto prematuro. En aquellos tiempos, dar a luz era un acto peligroso, y más cuando se hacía antes de tiempo. El 9 de marzo de 1566, María cena en compañía de unas cuantas personas, entre las que está su secretario. De repente el rey entra en la estancia y todos se levantan en señal de respeto, pero también sorprendidos, porque él no suele prodigarse en las habitaciones de su esposa. Detrás de él entra lord Ruthven con la espada desenvainada, anunciando que va a matar a Rizzio, que se esconde tras la reina. Entran refuerzos y se llevan al secretario, al que acribillan a puñaladas. María le oye gritar, pero no puede hacer nada porque su marido la sujeta con fuerza para que no se mueva. Entiende la reina que nada puede hacer, y finge rendirse. Pero realmente su corazón está lleno de odio hacia su marido, y empieza a planear su venganza. En los días siguientes, hace creer a Darnley que ha vuelto a amarle e incluso le inculca la idea de que no se fíe de los lores, Finge tener dolores de parto, y con la connivencia de la comadrona, hace llegar mensajes a Lord Bothwell. Su hermanastro Jacobo aprovecha para volver a Edimburgo y María finge haberle perdonado.
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MARÍA ESTUARDO - 6
La Reina Mártir
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La reina planea su fuga y por tanto finge perdonar a todos los rebeldes, y para huir pide la ayuda del capitán Arthur Erskine, quien la saca de palacio a través de la abadía y del cementerio.
RUINAS DEL CASTILLO DE DUNBAR
Llega María al alba al castillo de Dunbar, donde cuenta con el apoyo de algunos lores que le son fieles, como Selton, Fleming, Athol o Bothwell. Desde allí envía noticias a Inglaterra de todo lo que le ha sucedido, pero antes de que su prima tenga tiempo de contestarle, se rodea de sus fieles y de más gente que se ha agregado al partido de la reina, y consigue entrar victoriosa en Edimburgo. Sólo una cosa le disgusta, y es que debe tolerar la presencia de su esposo, ahora que el nacimiento de su hijo está tan cercano, porque su pueblo no lo entendería de otra manera. El heredero nace el 19 de junio de 1566; es un varón sano y rollizo que llena de orgullo a María, como reina y como mujer. Es entonces cuando, para detener las habladurías que habían tenido lugar sobre ella y su secretario, manda llamar a su marido, y ante todos los lairds de Escocia, le presenta a su hijo diciendo: “ He aquí al hijo que Dios nos ha concedido, y que nadie más que tú ha engendrado”. Antes esta situación, Darnley no es capaz de alegar nada, se limita a tomar al niño en brazos y besar su cabeza, reconociéndole así como hijo suyo. No se olvida María de enviar un emisario, lord Melville, para que de la buena nueva a su prima Isabel, que recibe la noticia en medio de un baile de la corte, y es tal su berrinche que manda suspender el baile. No concibe que a ella le sean vedadas las dulzuras de la maternidad, mientras que su odiosa prima acaba de parir. La envidia la mata, pero su sentido de la diplomacia le dice que debe disimular, y ante lord Melville se congratula de la suerte de su buena hermana, y se ofrece ser la madrina del recién nacido, a quien envía como regalo una pila bautismal de oro macizo. Será la condesa de Argyll quien represente, como madrina, a Isabel. Ahora que María ya tiene un heredero, decide prescindir del padre, y busca todos los medios para evitarle. Él, por su parte, ya ha hallado distintos brazos que le consuelen. Son muchos los nobles que aconsejan a la reina que se deshaga de él, pero María no sabe como hacerlo sin dar un escándalo, y acaba proponiendo a Darnley que vivan separados, que cada uno haga su vida, y sigan representando la comedia ante el pueblo. Pero él se niega. Ya no tiene el apoyo de un marido, y en su hermano ha dejado de confiar, así que busca el hombre amigo de lord Bothwell, un hombre cultivado, pero que destaca más por su bravura y su obstinación.
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LADY JANE GORDON BOTHWELL
María le mira como al héroe valiente que la salvará de todos los peligros que la acechan, y aunque le prepara un matrimonio de conveniencia con Jane Gordon, hija del conde de Huntly, no puede evitar sentirse entusiasmada con este hombre fuerte y aventurero. Cuando le compara con quien es todavía su esposo, éste acaba perdiendo. Darnley tiene miedo de que estén preparándole una encerrona, y se refugia en Glasgow, en las tierras de su padre.
Los lores quieren matar al rey, pero mientras se encuentre en Glagow, poco tienen qué hacer. Para sacarle de allí, tan sólo les queda recurrir a la reina, engañándola. Le cuentan que quizá se esté preparando una conspiración en su contra, y María se va a Glagow a visitar a su marido, poniendo como excusa una reciente enfermedad que ha padecido.
KIRK O FIELD
Le propone que vuelva a Edimburgo, pero Darnley no quiere volver a alojarse en el palacio real, y lo hace en una casa llamada Kirk O´Field, a las afueras de la ciudad. La reina ordena que preparen para ella una habitación en la planta baja, porque desea visitar a menudo a su esposo. Quizá la convalecencia del rey conmueve el corazón de María y hace que vivan días parecidos a los de la luna de miel. Mientras tanto, los lores siguen adelante con su plan. El día en que todo ocurre, la reina asiste en el palacio a la boda de uno de sus sirvientes preferidos, y por la tarde acude a ver a su esposo, y a ayudarle a preparar las cosas para trasladarse al día siguiente al palacio. Por fin le ha convencido. Se marcha la reina al anochecer, y en la madrugada se oye una explosión en la casa que habita Darnley, aunque él había sido ya estrangulado con anterioridad. María se queda anonadada con la noticia, pero en lugar de estallar en un histérico llanto, que era lo que todos esperaban de una doliente viuda, se hunde en la apatía, y mucha gente de su entorno lo malinterpreta. De las cortes extranjeras e incluso de entre el pueblo escocés surgen voces acusadoras, y se pide a la reina que haga justicia y castigue a los culpables. Pero, ¿Quiénes son esos culpables? Se sospecha de Moray, pero a esa hora estaba en la fiesta que daban en palacio. Dada la postración de la reina, los médicos le aconsejan que descanse en el castillo de Selton, y muchos toman este necesario descanso como una afrenta a la memoria de su esposo, recién enterrado, y un quebranto del período de duelo. Las malas lenguas se desatan y se acusa a María de estar en connivencia con Bothwell para deshacerse de su marido. Ella sigue en su letargo y no se defiende. El padre del asesinado, Lennox, clama justicia, y María, por fin, accede que a se presente en el Parlamento la acusación contra Bothwell, aunque nada se puede probar, y es encontrado inocente. Los lores proponen que la reina se case de nuevo, y el propio Bothwell se apunta como el candidato ideal, a pesar de estar ya casado con Jane Gordon. Se firma el pacto de Ainsley, porque la reunión tiene lugar en esta taberna, y la mayoría de los lores, excepto Moray, que está en Londres, están de acuerdo en la boda de la reina con lord Bothwell. María, sin embargo, no quiere ni oír hablar del tema, y se va a Stirling a ver a su hijo, que está con su preceptor, el conde de Mar. Bothwell soluciona el problema a la manera escocesa, es decir, raptando a la futura novia, aunque se la acusará posteriormente de no oponer la suficiente resistencia. Para que no haya oposición a la boda, toma a la reina por la fuerza, y ya antes de común acuerdo con Jane Gordon, rompen su matrimonio, pues ella le acusa de cometer adulterio con una criada. Cuando María llega desde Dunbar a Edimburgo, va a caballo, y es Bothwell quien lleva las riendas. Los soldados, al verles, arrojan las armas al suelo, dando a entender que la reina llega con este hombre por voluntad propia. Todo esto hace que cada vez más el pueblo vea a la reina como cómplice en el asesinato de su segundo esposo. Tiene que consentir, a su pesar, que el matrimonio con Bothwell se celebre de madrugada y por el rito protestante. Pronto se dará cuenta de que su esposo no la ama, y de que sigue frecuentando a Jane Gordon. No se le permite ver a su hijo, y las potencias extranjeras la ven como la asesina de Darnley. Es Bothwell quien gobierna, y los que habían presionado a María para que se casase con él, ahora quieren saldar cuentas con el nuevo rey. Este huye de Edimburgo con María, hacia otro castillo, pero también se escapa de allí cuando ve que peligra su vida, y no tiene inconveniente en dejar sola a la reina, quien se siente como un títere usado por todos. En cuanto tiene ocasión, se disfraza de hombre y huye a Dunbar, donde sabe que se encuentra su esposo.
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MARÍA ESTUARDO - 7
La Reina Mártir
Por
Allí tiene lugar la batalla entre los que se declaran defensores del príncipe heredero, y los que defienden a Bothwell. La reina es un mero peón entre las dos partes. Al final María ve que no le queda más remedio que ceder, y hasta el propio Bothwell, viéndolo todo perdido, huye. María es despreciada por un ejército que ya no le es fiel, y por su pueblo, que la insulta con los epítetos de ramera y asesina. La encierran y no le permiten que se cambie de ropa en varios días para minar su moral. Hasta Maitland, que había sido su secretario y mano derecha, le da la espalda. Acaban trasladándola al castillo de Lochleven, propiedad del hijo mayor de Moray.
CASTILLO DE LOCHLEVEN
Lo insalubre de la celda en donde se encuentra, y las penalidades, la hacen enfermar; y aunque Bothwell intenta liberarla, él también corre peligro, y se marcha a Noruega. Allí, una amante que había sido abandonada, le reconoce y le denuncia ante la Justicia. El rey de Noruega no sabe exactamente qué hacer con él, pues tener cautivo al marido de la reina de Escocia puede representar una importante baza ante las cortes de Francia y de Inglaterra. Le llevan de prisión en prisión, y acabará perdiendo la razón antes de morir. ¿Qué hacer con María? Le piden que reniegue de su matrimonio con Bothwell, los mismos que habían firmado el Pacto de Ainsley, pero ella se niega, porque está esperando un hijo, y sería como reconocer su bastardía. La reina Isabel, aunque ha apoyado todas las conspiraciones contra su prima, ahora se muestra indignada de que una testa coronada sufra prisión y vejaciones. Pero los lores escocesas se niegan a ponerla en libertad. El pueblo exige la cabeza de la reina, a quien acusan de asesina, y todo el mundo quiere que abdique en su hijo Jacobo, aunque el regente sería Moray. No es extraño que con tantos disgustos se malograse el embarazo de la reina. Por los criados se sabe que eran gemelos, y que el embarazo era de tres meses, aunque se hace creer a todos, con mentiras, que estaba más avanzado, para que pareciese que María se había acostado con Bothwell con su marido todavía vivo. Cuando todavía la reina se está reponiendo del aborto, Melville pretende que le firme unos documentos donde manifiesta que la corona se le hace pesada y desea abdicar en su hijo, con Moray como regente. Al final llegan a amenazarla para que firme, y ella, aunque teme por su vida, sigue negándose. Cuando oye que están preparando su ejecución, se aviene a firmar, porque no es tonta, y sabe que un documento firmado a la fuerza, bajo amenazas, nunca tendrá validez legal. Se trata de ganar tiempo, y de salvar la vida. El 19 de julio de 1567 se corona al pequeño rey, de trece meses, con su tío como regente. El pueblo hace grandes festejos
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Cuando Moray regresa para ocupar su cargo de regente, también acude a ver a su hermana, pero en vez de consolarla como ella espera, la recrimina y la humilla. En el castillo de Lochleven los carceleros se apiadan de la reina y ella se aprovecha para enviar cartas a Inglaterra y Francia. Aunque hay fieles que planean su fuga, todos los planes fallan, y la propia María decide disfrazarse de lavandera para salir de la prisión, pero de nuevo fracasa en su intento. A la tercera vez, disfrazada de criada, logra por fin escapar, después de diez meses encarcelada. Hay escoceses que ya se han cansado de Moray y rinde de nuevo juramento a María, aunque a saber por cuanto tiempo. Al poco tiempo cuenta con seis mil hombres que pretenden colocarla de nuevo en el trono de Escocia. Se enfrentan los partidarios de María con los de Moray en Langside, pero María sale derrotada y huye, porque teme por su vida. Decide ponerse bajo la protección de su prima Isabel, y sin esperar respuesta de la reina inglesa, imprudente como siempre, se embarca hacia Inglaterra el 16 de mayo de 1568. Isabel no la quiere en su país, nunca ha tenido la más mínima intención de darle asilo, pero ahora que su presencia es un hecho consumado, y dado que son parientes, tampoco se atreve a expulsarla. No sabe que hacer; si ayudarle a recuperar el trono, enfrentándose a Moray y a todos los nobles escoceses, o dejarla que viva en Inglaterra, donde como católica podrá ser el punto de partida de alguna rebelión para los que añoren a María Tudor, su hermana muerta. Por el momento, mantienen a la reina escocesa como huésped en el castillo de Carlisle, bien atendida, pero sobre todo vigilada.
CASTILLO DE CARLISLE
SIR FRANCIS KNOLLYS
María escribe todos los días a su prima, pero nunca recibe contestación; y el único que va a verla en nombre de Isabel, es el puritano Sir Francis Knollys, que se ofrece a ayudarle. Poco tarda María en darse cuenta de que Isabel practica con ella un doble juego para ganar tiempo, sobre todo porque Knollys le comunica en nombre de la reina, que no la podrá recibir en tanto no se aclare convenientemente el asunto de la muerte de su esposo. María se enfurece y dice que a una reina solamente Dios la puede juzgar. Pide ver a su prima personalmente, pero le deniegan el permiso y su estancia en el castillo se parece cada vez más a un cautiverio. Ante el temor de que se llegue a un juicio por la muerte de Darnley, Moray y los lores empiezan a negociar en la sombra para que aparezca la reina como la única culpable.
CASTILLO DE BOLTON
La trasladan al castillo de Bolton, más lejos de la frontera escocesa, donde se la mantiene bajo vigilancia, aunque puede ir a cacerías y cabalgar, pero con escolta.
El juicio tiene lugar en York, en octubre de 1568, pero aunque se juzga a María, ella no puede asistir. Maitland y Moray proporcionarán todas las pruebas que puedan, aunque sean falsas, para inculparla. Aparecen varias cartas que pueden condenarla, y poco importa que no se ajusten a la verdad. Pero Isabel, no se sabe realmente por qué, traslada el juicio a Westminster, quizá para dominar mejor la situación. María sigue sin tener permiso para asistir y Lennox, el que antaño había sido su suegro, es uno de los principales acusadores. María sabe que está siendo objeto de una tremenda traición y deslealtad, por parte de todos, pero no tiene manera de defenderse. De todos modos, el veredicto que sale del juicio es que aunque los lores no hayan podido probar la culpabilidad de la reina, tampoco queda totalmente demostrada su inocencia; con lo cual María sigue custodiada, es decir, prisionera. Se la traslada al castillo de Tutbury, bajo la custodia de George Talbot. La insalubridad de su celda hace que contraiga un reumatismo que se hará crónico.
GEORGE TALBOT
Isabel sabe que no tiene derecho alguno a mantener cautiva a su prima, pero la considera una amenaza y no se atreve a darle la merecida libertad. El carcelero acaba tomando afecto a María, y le proporciona todas las comodidades que tiene a mano, aunque no esto no evita que ella se sepa privada del bien más preciado, que es la libertad. María intenta, por medio de subterfugios, buscar ayuda en las casas reales de España y Francia, e incluso en el Vaticano, pero no sabe que sus mensajes en clave nunca llegarán a sus destinatarios, porque son interceptados. Poco a poco, la reina se convierte de nuevo en títere de distintas ambiciones, y el propio Norfolk planea un posible matrimonio, que la reina Isabel nunca aprobará. Los lores escoceses no habían pensado en reponer en el trono a su legítima dueña, con lo cual la vuelta a Escocia es totalmente impensable. Los nobles católicos del norte de Inglaterra se sublevan tomando como pretexto el cautiverio de la reina de Escocia, pero ella desaprueba su acción, porque no quiere verse todavía más comprometida ante su prima. En Escocia asesinan a Moray. Y entretanto, el Papa excomulga a Isabel y releva a los católicos ingleses de prestarle obediencia. Norflok se propone liberar a María con la ayuda de Francia e Inglaterra, y no duda en contactar con el duque de Alba para que mande tropas desde Flandes, y con Felipe II, al que pide la intervención de la Armada española. Pero el rey de España no está por la labor, porque teme entrar en problemas con la reina de Inglaterra, por lo cual no presta la ayuda solicitada. Norfolk es descubierto, acusado de alta traición y condenado a muerte, lo cual atrae hacia María el odio de muchos ingleses, porque la culpa del derramamiento de sangre, en vez de ver la culpabilidad en quien realmente la tiene, que es Isabel. Se acusa a María de conspirar contra su prima para hacerse con el trono inglés, y a pesar de que ella pide audiencia a la reina, para justificar su inocencia, se le deniega varias veces. En toda esta maraña de sucesos, lo que más le duele a María es que la mantienen alejada de su hijo, a quien no ha visto desde que tenía diez meses. Sabe que le han educado dentro del protestantismo, lo cual la llena de congoja, y sospecha que han envenado su corazón de odio en contra de su madre.
DUQUE DE NORFOLK
Sin embargo, le queda a María el consuelo de las cartas que se intercambia con su hijo, al que le ofrece que sea él quien reine en Escocia, a cambio de poder seguir ella también ostentando el título de reina. A la vez que se cartea con su madre, Jacobo también mantiene relación epistolar con su tía Isabel, que le convence para que no escuche los consejos maternos. Con la connivencia de la reina inglesa, es su propio hijo quien despoja a María de su condición de reina. Un problema que se suma a los muchos que la acucian es la acusación por parte de la esposa de Talbot de que María mantiene relaciones con su marido. Estas acusaciones llegan a oídos de Isabel, que no quiere escuchar las razones de defensa de su prima.
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Poco a poco María va siendo despojada de todos los privilegios de los que había gozado, y le ponen como guardián a un hombre que la odia; un tal Paulet; que enreda mil formas de humillarla a diario. Son muchos los fieles de Isabel que traman acusar a María de una supuesta conspiración contra la reina, y para prepararla mejor deciden su traslado a Chartley. Allí empieza a recibir de manera milagrosa, respuesta a los muchos mensajes cifrados que hacía tiempo había enviado; y que serán las pruebas que la condenen. Se le hace creer que se está fraguando un golpe de mano para liberarla y se llega a hablar incluso de un atentado. María da el visto bueno al plan, lo cual será su principal motivo de condena. No tarda en ser detenida y se la lleva a la prisión de Fotheringay, donde se entera de que todos aquellos que de alguna manera la han ayudado son sometidos a tormento.
FOTHERINGAY
Se les condena a muerte; a ser descuartizados a ojos de un pueblo acostumbrado a ese tipo de espectáculos, pero que no resisten tamaña carnicería. Pero Isabel no descansará hasta que quite de en medio a su prima, y no le permite que la defienda ningún abogado ni siquiera que ella misma se pueda explicar o justificar. Aunque sabe que no tiene derecho a juzgar a una reina extranjera en su país, sigue adelante y hace que sus letrados busquen algún antecedente en la Historia, aunque se tengan que remontar a la época de los romanos. El único que encuentran es el de Conradino Hohenstaufen, aunque no se puede equiparar exactamente al caso de María. Ya le da igual todo a Isabel, y manda que se constituya el tribunal por pares y lores del Parlamento, sin oír las protestas de María. Cuando la reina de Escocia llega a la sala donde se celebra el juicio, no puede menos que decir que allí ve muchos juristas, pero a ninguna con capacidad para juzgarla. Los posibles testigos ya han sido ejecutados, y se suceden duros interrogatorios a María, que lo niega todo, y que les acusa de haber falsificado las cartas y todas las demás pruebas. A los diez días de este juicio, el tribunal se reúne para dirimir y se dicta sentencia. María es declarada culpable por todos, menos por un miembro del tribunal, y se la condena a muerte. Pero ahora que ya hay una sentencia, Isabel teme ejecutar a una reina, aunque sabe que si no se libra de ella, su sombra la perseguirá para siempre, junto con la amenaza de naciones católicas, como Francia o España. De entrada, Jacobo VI, el hijo de María, no se atreve a interceder por la vida de su madre, y sólo envía unas cuantas cartas de suave protesta a Isabel. El 4 de diciembre la reina de Inglaterra decide cumplir la sentencia de muerte, aunque para la firma se vale de un subterfugio; y ordena que la hagan llegar con otros papeles, para que pueda escudarse en la excusa que firmó sin saber exactamente qué rubricaba.
MARÍA ESTUARDO RECIBE SU SENTENCIA DE MUERTE .
El 7 de febrero le comunican a María que está condenada a muerte; pero como ella se lo espera, se mantiene completamente serena y rechaza el ofrecimiento de un pastor protestante. Se retira a escribir cartas de despedida al Papa, al rey de Francia y a Felipe II de España. Se despide, uno por uno de sus sirvientes, que lloran desconsolados. A las seis de la mañana se viste con un traje de terciopelo negro, aunque la saya es roja para evitar el contraste demasiado brusco de las manchas de sangre. No permiten que nadie la acompañe al patíbulo, y su mayordomo, que sale a despedirla a la puerta, se arroja a sus pies llorando. Los verdugos, siguiendo la costumbre, solicitan su perdón por el acto que van a realizar, y ella les perdona. Sus últimas palabras serán “En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”. No acierta el verdugo en el primer golpe, ni siquiera en el segundo, y sólo a la tercera rueda la cabeza de la reina por el suelo. Cuando el verdugo la levante, se quedará con una peluca en la mano. La verdadera cabellera de María, es corta y canosa desde hace tiempo, debido a las penalidades. Pero se ve movimiento entre las faldas de la reina, y la multitud grita, asustada. Es el perrito de María, el único que se ha quedado con ella hasta el final.
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