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| De: IGNACIOAL (Mensaje original) |
Enviado: 27/02/2012 20:51 |
La Sonrisa de
la Mona Lisa
Guadalupe Loaeza
GUADALUPE LOAEZA
Escritora mexicana .
¿Qué tendrá el cuadro de la Mona Lisa que el propio Leonard o se negó a entregarlo y trabajó en él hasta su muerte? ¿Cuál será el enigma que lo rodea que Napoleón I lo hizo instalar en sus aposentos? Atraída por esa misma fascinación, Guadalupe Loaeza imagina la carta que la modelo escribiría a su autor desde la visión que le dan sus casi quinientos años de vida.
LA ENIGMÁTICA SONRISA DE LA GIOCONDA
Nunca en la historia del arte una pintura ha sido tan admirada y ha causado tanta fascinación, a lo largo de los siglos. Y el poder que ha ejercido sobre la mirada del espectador ha sido en parte por la sonrisa enigmática, misteriosa y cautivante que lleva la Gioconda, mejor conocida como la Mona Lisa, obra maestra de Leonardo da Vinci. La identidad de la modelo de este retrato no ha sido definitivamente conocida; sin embar- go, los historiadores de arte han especulado a través de los años sobre variadas y posibles modelos.
GIORGIO VASARI
Giorgio Vasari, (1511-1574), el primer biógrafo de Leonardo da Vinci, describió, en su famoso libro Vidas de los pintores, escultores y arquitectos, el retrato como el de una persona real, Lisa Gherardini, llamada Mona Lisa.
GIOCONDA - LISA GHERARDINI
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Supuestamente la señora Lisa era la esposa de un acaudalado comerciante en sedas y una figura prominente del gobierno florentino, Francesco del Giocondo, de donde tomó su sobrenombre y quien encargó al pintor el re- trato. Leonardo lo empezó en 1503, lo retuvo consigo, jamás se lo entregó a su cliente y no dejó de trabajar en él hasta su muerte en 1519. La pintura fue llevada de Italia a Francia cuando el rey Francisco I invitó a Leonardo da Vinci a trabajar para él y, finalmente, la compró por cuatro mil escudos y pasó a formar parte de la colección real del Castillo de Fontainebleau.
FRANCISCO I NAPOLEÓN
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Más tarde pasó al Palacio de Versalles. Después de la Revolución Francesa fue llevada al Louvre de donde fue removida por Napoleón I para tenerla en su cámara de dormir en el Palacio de las Tullerías. Posteriormente fue regresada al Louvre. Durante la guerra francoprusiana de 1870-1871, la valiosa pintura fue escondida en algún lugar de Francia. En agosto de 1911, un empleado del Louvre la metió debajo de su abrigo y simplemente se la robó. Dos años más tarde fue recobrada en Florencia cuando
el ladrón trató de venderla a un comerciante de arte.
Desde entonces, la Mona Lisa puede verse en el Museo del Louvre , en la Salle des États, protegida herméticamente por un cristal blindado de cuarenta milímetros de espesor.
EL MUSEO PARISINO DEL LOUVRE Y LA SALLE
DES ETASTS
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La Mona Lisa es, indudablemente, un momento incomparable en la historia de la pintura, una obra capital del arte occidental y la más conocida. Además ha alcanzado un status de icono en la cultura popular. Ha sido objeto de múltiples reproducciones y aparece en todo, tapetes, tazas, camisetas, gorras, etcétera. Ha sido tema de muchas películas y canciones como la balada famosa de Nat King Cole en donde compara a su amor con la Mona Lisa.
NAT KING COLE GIOCONDA - DUCHAMPS
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Después de haber sido fuente de inspiración para artistas como Marcel Duchamp, uno de los más influyentes dadaístas, Salvador Dalí, Warhol o Jasper Jones, ahora resulta que la Mona Lisa se ha convrtido en una suerte de vedette americana en El Código da Vinci de Dan Brown, best sellerglobal. Si Leonardo da Vinci regresara a la Tierra, sería, tal vez, el primero en sorprenderse que el libro más leído y más vendido actualmente en el mundo entero —ocho y medio millones de ejemplares hasta ahora— llevara su nombre. Si la señora Lisa viviera, igualmente estaría estupefacta de saber que su retrato, junto con otras dos obras de Leonardo da Vinci están en el corazón del libro de Dan Brown.
DAN BROWN Y SU LIBRO
EL CÓDIGO DA VINCI
Enseguida ponemos a su consideración la carta que nos imaginamos que la señora Lisa le escribiría al célebre pintor, al respecto.
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Florencia
Estimado maestro:
Cuando mi marido le encargó que pintara mi retrato, en 1503, nunca sospechamos que se iba a tardar tantos años en acabarla, que nunca nos la entregaría, que se la llevaría a Francia en donde ha permanecido desde principios del siglo XVI y que, finalmente, terminaría en exhibición, protegida por un vidrio en el palacio renacentista que se convirtió en el centro de arte más famoso del mundo: el Museo del Louvre. Mucho menos nos imaginamos la inmensa celebridad que iba a adquirir ese pequeño retrato pintado en una tabla de madera de álamo, que mide apenas ochenta centímetros, ni los análisis, juicios y estudios sobre su técnica del sfumato, que consigue que las formas parezcan fundirse las unas con las otras para darle ese aire etéreo y neblinoso, ese insinuante y delicado claroscuro que tanto ha intrigado a los historiadores de arte a través de más de quinientos años.
SFUMATO :
Es un efecto vaporoso que se obtiene por la superposición de varias capas de pintura extremadamente delicadas, proporcionando a la composición unos contornos imprecisos, así como un aspecto de vaguedad y lejanía. Se utilizaba en los cuadros del Renacimiento para dar una impresión de profundidad. La invención de esta técnica, así como su nombre sfumato, se deben a Leonardo Da Vinci
http://es.wikipedia.org/wiki/Esfumado
Quién iba a suponer que, además, la Mona Lisa o la Gioconda, como también se le conoce, iba a llegar a ser una de las principales obras pictóricas de la historia del arte y la más cara del mundo, en el siglo XXI. Pero lo más curioso, lo más extraordinario y lo más increíble, lo que más ha causado exámenes, especulaciones, interpretaciones, observaciones y reflexiones, ha sido la sonrisa que esbozo en el retrato. Cinco siglos después la gente sigue considerando esa sonrisa como un gran misterio.
  A pesar, querido maestro, de que el renacentista, Giorgio Vasari, su biógrafo, escribió a mediados del siglo XVI: Ya que Mona Lisa era tan hermosa, Leonardo, siempre empleaba, mientras pintaba su retrato, a personas que tocaran algún instrumento o cantaran y a bufones, para que la mantuvieran alegre, a fin de evitar la melancolía que los pintores suelen proyectar en los retratos que pintan. Y en esta obra de Leonardo había una sonrisa tan agradable, que se contemplaba algo más divino que humano y se consideró como maravilloso, ya que la realidad no era más viva, los expertos, los psicoanalistas y demás interesados han insistido a través de más de cinco siglos en interpretar mi enigmáticasonrisa cuando, en realidad, recuerdo, perfectamente, que yo trataba de conservar una postura seria tratando de no reírme abietamente de las payasadas de los bufones. Es posible que, también, tenga esa sonrisa porque al escuchar ciertas canciones evocaba con nostálgico agrado momentos románticos de mi vida. Tal vez me divertían interiormente sus reflexiones al estar pintando mi retrato y sobre las cuales no me atrevía a comentar para no perder la
pose. El caso, caro maestro, es que infinidad de inves- tigadores han tratado de explicar por qué mi sonrisa ha sido vista de maneras tan diferentes por la gente; de ahí, los ríos de tinta que ha hecho correr la sonrisa de la Gioconda. Las explicaciones se extienden desde teorías científicas sobre la visión humana hasta las más extrañas suposiciones sobre mi identidad y mis sentimientos.
Pero, en verdad, maestro, usted es el auténtico enig- ma, el hombre enigmático es usted, la personalidad que fascina, tan poco localizado, tan difícilmente localizable es usted, el que ha ejercido un irresistible atractivo es usted, el que ha provocado una necesidad de diseccionarlo es usted, más que mi sonrisa, usted es el indescifrable. Un personaje absolutamente fascinante, de cuerpo armonioso, tan fuerte que de usted se contaba que con la diestra torcía un fierro de aldaba y una herradura como si fuera plomo; era cariñoso, amable y sencillo con todos, amante de los animales al grado de comprar pájaros enjaulados en el mercado para dejarlos libres y de rehusar una dieta de carne por considerar injusto robar a los animales sus vidas. Hombre múltiple, era usted hábil en la esgrima, la equitación, la danza, la música. Magnífico conversador, maestro de ceremonias, pintor, escultor, arquitecto, ingeniero militar y civil. Su cualidad máxima fue el don que tenía de ubicuidad intelectual. Conocedor de las matemáticas, abarcaba todas las ciencias y, por antonomasia, hombre universal. La amplitud de sus intereses y conocimientos era insuperable. Fue constructor y urbanista, arquitecto, escenógrafo, músico, geólogo y cantante. Inventó un sistema de irrigación, y una máquina teatral que presentaba en sus órbitas a los planetas. Ideó un león mecánico que caminaba y de pronto se abría por la mitad mostrando innumerables flores en su interior. Diseñó máquinas para volar o para navegar debajo del agua, cañones de vapor y carros blindados. Crear, construir, eran para él operaciones indivisibles, del acto de conocer y de comprender,escribió el autor francés Paul Valéry. En efecto, todos los conocimientos se articulaban en su existencia y todos lo inducían a la creación. Dejó usted una huella extraordinaria de lo que digo en sus Cuadernos. Ahí solía usted anotar sus observaciones, escritas al revés, día a día, para ser leído sobre un espejo. Sin embargo, maestro, realmente, ignoramos todo de su vida privada. Tal vez nunca se casó usted y sin duda no tuvo descendencia, pero dada la relevancia que tuvo usted como genio, se decían cosas. ¿Recuerda el escándalo que sacudió a Florencia en 1476? Usted tenía solamente veinticuatro años pero ya se había abierto el camino de la gloria y lo acusaron junto con tres de sus condiscípulos por haber sodomizado a un tal Jacopo Saltarelli, joven modelo del taller de Verrochio mas, también, “prostituto notorio”. Por falta de pruebas fue absuelto, pero esto le afectó profundamente. Más tarde , en 1490, se llevó a vivir con usted a un pequeño de diez años, Giacomo, con cara de ángel, al que usted llamaba Salai que significa malhechor o demonio. No era aprendiz de pintor puesto que no tenía ningún talento más que el de mentir y robar. ¿Qué se podía pensar de un hombre maduro con un niño de diez años? Otro de sus innumerables biógrafos, Jean-Claude Frère, considera que nada prueba que haya usted tenido ninguna atracción por la pedofilia pero que sí le gustaban los jóvenes rufianes hermosos y los chicos malos con perfil de Adonis .
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Por cierto, permítame informarle que se dice que a parte de Dios, Leonardo da Vinci, es sin duda alguna, el artista sobre el cual más se ha escrito. A quien más le despertó interés su enigmática personalidad fue al famoso doctor Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis.
Fue el primero en querer descifrarlo y querer explicar las inhibiciones de su vida sexual y en su actividad artística. Según Freud, el hecho de que usted fuera hijo natural, le constituyó un problema crucial de ilegitimidad, mi querido maestro, y ello contribuyó, al parecer de Freud, al desarrollo de sus inhibiciones sexuales, a la formación de su homosexualidad y, todavía más, hasta al rechazo de toda sexualidad. ¿Pero quién puede saber? ¿Quién puede penetrar en el misterio de Leonardo da Vinci? ¿Qué fue DaVinci más hondamente? . Además, usted tenía la incomprensible manía de nunca terminar ninguna de sus empresas, ni sus pinturas, ni sus esculturas, ni sus inventos, todos ellos diseñados con un talento de precursor, ve rdaderamente increíble. El hecho de no haber terminado nada o tal vez, muy pocas de sus obras, y que sólo haya dejado quince obras pictóricas para la posteridad, ha permitido dar rienda suelta a las imaginaciones y fantasías más extravagantes de los historiadores de arte, de críticos y escritores, en los que ha suscitado las interpretaciones más
alucinantes y las deducciones más absurdas. Me remito a la prueba. Permítame, mi querido maestro, contarle lo último que su enigmática personalidad y algunas de sus obras maestras, entre ellas mi retrato, han provocado.
He aquí que a principios del siglo XXI, en el año 2003 para mayor precisión, el hijo de un prestigioso profesor de matemáticas y de una compositora de música sacra, nacido en los Estados Unidos, Dan Brown, publicó un libro cuyo título lleva el nombre de usted, maestro: El Código da Vinci. Este libro se ha convertido en el más vendido en un tiempo muy corto —ocho y medio millones de ejemplares hasta ahora. Ha sido traducido a varios idiomas y encabeza la lista de los libros más leídos de varios países del mundo. Seguramente que usted con su insaciable curiosidad sobre todas las cosas, se interesaría por leer este libro de quinientas sesenta y cinco páginas, apasionante como novela policiaca pero poco creíble según los expertos. La historia comienza por el asesinato, cometido por un albino enviado por el Opus Dei, de un conocido restaurador del Museo del Louvre en París, quien, antes de morir transmite a su nieta Sophie, una hermosa criptógrafa, una misteriosa clave. El cuerpo es encontrado desnudo y, figúrese usted, maestro, aparece en la misma posición que la de su famoso dibujo el Hombre de Vitruvio, con un mensaje críptico escrito cerca de él y con un símbolo dibujado con su propia sangre en el estómago.
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PROTAGONISTAS DE LA PELÍCULA
EL CÓDIGO DA VINCI
Robert Langdon, el protagonista de la historia, es profesor de simbología religiosa de Harvard y es a quien acusan del asesinato. Para poder salvarse de esa acusación, él y Sophie dan comienzo a una búsquedap a ra descifrar y resolver todos los enigmas, las claves y los mensajes que, supuestamente, usted ocultó en sus más famosos cuadros:
La última cena, La Virgen de las Rocas y, mi retrato. En este relato aparece usted como un hombre tenebroso, conspirador y guardián, en su época, de un terrible secreto: Jesús y María Magdalena tuvieron una hija que les aseguró una descendencia real.
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Según el autor, las pinturas que le mencioné contienen códigos secretos porque él pretende que usted estaba al corriente de una gigantesca manipulación de la Iglesia la cual, durante siglos, hubiera negado la importancia de lo femenino. En el caso de mi retrato, Brown, dice: ...la devoción que Leonardo profesaba por su Mona Lisa, no tenía nada que ver con lo artístico. En realidad era un retrato bastante corriente realizado con la técnica del sfumato. Eran muchos los que aseguraban que su pasión nacía de algo mucho más profundo: un mensaje oculto entre las capas de pintura. En realidad, la Mona Lisaera una de las bromas mejor documentadas del mundo... El cuadro era un collage de dobles sentidos y alusiones jocosas y sin embargo, por increíble que pareciera, la mayoría de la gente seguía considerando aquella sonrisa como un gran misterio. Pero para el autor la sonrisa no representa ningún misterio. Para él, usted, maestro, era explica la enigmática sonrisa de la mujer del cuadro. ¿Qué diría mi esposo, que le encargó a usted personal- mente mi retrato?
Para terminar, nada más le quiero decir que para Brown, como usted era miembro del Priorato de Sión, conocía el secreto del santo cáliz, mismo que no aparece sobre la mesa de su pintura de la Última Cena. Por Leonardo da Vinci, Mona Lisa un bromista y es muy posible que mi retrato sea,en rea-
lidad, su autorretrato, vestido de mujer. Se han hecho análisis mediante ordenador de varios de sus autorretratos y se han encontrado similitudes sorprendentes. ...su Mona Lisano es ni un hombre ni una mujer. Incorpora un mensaje sutil de lo andrógino. Es la fusión de los dos. Además, agrega que, no sólo mi cara tiene un aspecto andrógino, sino que mi nombre es un anagrama de la divina unión de lo masculino y lo femenino. O sea el de Amón, el dios egipcio de la fertilidad y de Isis, la diosa egipcia de la fertilidad, cuyo antiguo pictograma fue durante una época L’ISA. Por lo tanto, resulta AMONL’ISA. Y eso, mi querido maestro, se supone que es su secretillo y lo que añadidura, la figura que se encuentra cerca de Cristo, según el autor, es María Magdalena, su esposa y no un hombre como siempre se ha pensado.
Noble y eterno Leonardo da Vinci, los valores que encarnan su genio sobrepasan las fronteras del tiempo y del espacio. Cuando se usa la vida como usted la usó, para el servicio del bien, de la verdad y de la belleza no se muere ya nunca. ¡Resígnese! Cada época inventará su Leonardo. Acepte todavía nuevos deberes: los de la inmortalidad.
Respetuosamente,
Lisa Gherardini 
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO . LA SONRISA DE LA MONA LISA . GUADALUPE LOAEZA .
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