Aristóteles, llamó “filósofos físicos”, a los que sostenían que el Arjé, o el principio de todo o de todas las cosas, que no tiene necesidad de nada ni nadie para existir, era debido a uno de los cuatro elementos fundamentales, a algunos de ellos, o a una combinación de ellos.
El mundo – decían- procede de un Arjé natural, el agua defendía Tales, fundador de la escuela de Mileto. Anaxímenes, creía que el aire – fluido por excelencia- era el origen o principio de todas las cosas, el Arjé. Pitágoras sin embargo, se fijó como no podía ser de otra manera en él, en los números, y a ellos adjudico el Arjé. Anaximandro sin embargo creía, sostenía y trataba de demostrar, que la esencia de todo era el Apeiron, lo que carece de limites, lo no determinado.
Anaxágoras argumentaba una infinidad de componentes del universo y Empédocles, el más lógico, aseveraba con empecinamiento que todo provenía del aire, tierra, agua y fuego juntos. Finalmente, el último de los filósofos presocráticos Demócrito, se acercó más a Einstein, aseveraba ya, que estabamos inundados de átomos, o particulas que al juntarse formaban un todo, lo formaban todo, y que ni se creaban ni se destruian. Sin embargo, el filósofo Heráclito esbozó su teoría basada en que el arjé según él era sólo el Fuego. La naturaleza dinámica del mismo le fascinaba.
Si reflexionamos un poco, cosa que me gusta hacer, sugerir y recomendar, sólo el ser humano, utiliza y controla el fuego.
El único animal sobre la tierra que lo usa, lo controla-casi siempre-, lo transforma y lo rentabiliza en bienestar y en provecho propio.
Los demás elementos Empedoclianos, los utilizan todos los seres vivos del planeta. Aire, agua, tierra o suelo. Pero el elemento fuego, que existe en la naturaleza en estado natural, pero también es o puede ser producido y/o provocado por el hombre, es privativo del ser humano. Sólo por eso ya nos debería de dar una pista de su característica especial.
El descubrimiento del fuego como elemento usable para calentarse, para adecuar mejor los alimentos y para la defensa personal fue clave para el desarrollo del ser humano como especie dominante. Una cueva caliente, una carne u hortaliza reblandecida que facilitara la ingesta, la absorción, el aprovechamiento y conservación de alimentos y una hoguera desafiante, amenazante y protectora contra las fieras salvajes que le tenían, le tienen, aversión.
Quizás además es el punto de inflexión inteligente, una especie de eslabón en la cadena de los evolucionistas. El Arco y las flechas, la espada, la pólvora o la carabina, son ya inventos de humanos inteligentes, pero si pensamos que el animal humano, al que el fuego producía tanta aversión o miedo, como a todos los demás, consiguió vencerlo, transformarlo, crearlo cuando quería, y aprovecharlo para ser mas sano y fuerte al evitar también muchas enfermedades, cauterizar heridas y matar microbios, bacterias y putrefacción. Entonces el fuego quizás no sea un elemento suficiente, pero sin duda necesario, imprescindible.
El calor es necesario para los cultivos y para el crecimiento de los alimentos, para las plantas, para el desarrollo de la vida, y el fuego es el Calor Supremo.
La tierra, los planetas todos, el sol, somos fuego, algunos mas enfriados que otros, y los volcanes y la vulcanología nos enseñan de que está hecho el interior del planeta. Así pues, quizás no hemos hecho un gran ejercicio filosófico, pero si hemos reflexionado que el fuego, y su utilización, es algo inherente al ser humano y si bien sin fuego quizás no hubiese habido vida aunque se podría vivir, sería una vida dura, distinta y muy poco atractiva. El Arjé de los humanos. El fuego.
Se reflexionó.
Lorenzo Soriano.