Willem van Haecht: Visita del archiduque Alberto a la colección de Cornelis van der Geest (1628)
Los dos personajes sentados son, la infanta ISABEL CLARA EUGENIA y el archiduque ALBERTO DE AUSTRIA .
EL ARCHIDUQUE ALBERTO DE AUSTRIA Y SU ESPOSA ISABEL CLARA EUGENIA
El señor de la gorguera que le muestra el cuadro no puede ser otro que CORNELIS VAN DER GEEST, mercader de especias de Amberes, célebre coleccionista y decidido mecenas .
El individuo que se dirige al soberano de los Países Bajos como comentando el lienzo es RUBENS (maestro de Haecht)
El caballero del sombrero negro situado tras él inmortaliza a LADISLAO (o Vladislao) SEGISMUNDO VASA .
Otras personalidades que el artista hizo figurar en esta crónica pictórica son Geneviève d'Urfé, marquesa de Croy y dama de la infanta (figura a espaldas de ésta), Nicolas Rockocx, bourgomaestre de Amberes y reconocidos mecenas y otros pintores además de Rubens: Antoon van Dyck, Jan Wildens y Frans Snyders. El propio Haecht puede haberse incluido en la composición como el hombre que entra desde la calle. En la tabla posan con empaque otros tantos personajes que serán ciudadanos prominentes de Amberes, pero no ha sido posible reconocerlos.
Germanos e ingleses conocen este peculiar género como «kunstkammer». mientras que los franceses se refieren a ella como «cabinet d'amateur». Caracterizan a la pintura flamenca seiscentista. De este Haecht se conserva al menos otra obra (que sepamos) de estas características.
Haecht nos ofrece en este lienzo otro género muy de la época e igualmente engañoso. Se trata del de las «actualidades reconstruidas», pues el lienzo se data en 1628, mientras que la visita de los gobernadores de los Países Bajos a la galería sucedió el 23 de agosto de 1615. Para mayor confusión el pintor introduce en la escena al príncipe polaco Vladislao (o Ladislao) Vasa (futuro Vladislao IV) que no se personó en la galería hasta 1624. Por lo demás, cuando Haecht inmortaliza la escena el archiduque llevaba siete años muerto, por lo que para él y su mujer recurre a retratos suyos de los tiempos de la visita realizados por Rubens y copia a Van Dyck para representar a van der Geest con la apariencia de aquellos años. Se trata de un recurso que otorga verosimilitud a la escena, pero no que deja de resultar pertubador: los personajes de la escena vienen a ser tan reales como los cuadros que parecen admirar.
Puede parecer que el príncipe aparece en un lugar secundario, pero es que visitó los Países Bajos Leales de incógnito. Además de contemplar la colección de van de Geest, nos consta que quiso conocer personalmente a Rubens y que no quiso perderse el asedio de Breda, quedando admirado de la estrategia de Spinola (que aplicaría posteriormente en sus dominios). Este Ladislado Segismundo emparentado doblemente con Felipe IV por su madre y por su matrimonio inspira la exótica ubicación de la «Vida es Sueño», que pudo ser presentada como trasunto cortesano de las virtudes de este medio Hasburgo de Varsovia.
Pasando a los cuadros representados -verdaderos protagonistas de la tabla- muchos se pueden identificar sin mucho problema, aunque no podemos asegurar que esto ocurra con todos los óleos. Haecht fue nombrado en 1628 responsable de esta surtida colección, por lo que lo que la tabla -pintada en esa fecha- hay que verlo, también, como un panorama de los fondos que el artista había pasado a administrar. Es de suponer que entrarían nuevos lienzos entre la visita de los soberanos y la realización del cuadro, incluso es muy posible que las primeras adquisiciones realizadas por Haecht figuren en lugar preferente.
Como otras tantas colecciones de la época, la galería de van der Geest acabó dispersándose por completo y algunas tablas (como el Van Eyck) se perdieron para siempre. Precisamente estos finales bruscos (que sucedían también en las colecciones regias) explican que en aquellos tiempos se formasen con cierta facilidad pinacotecas tan destacadas en calidad y cantidad. De haberse conservado íntegra, la colección van der Geest ocuparía un lugar muy destacado en el panorama artístico tanto por presentar obras de primerísima fila, como por la buena selección de maestros. Resulta evidente el predominio del llamado Renacimiento del Norte. Se comprende que una pinacoteca situada en Amberes se nutriera precisamente de estas escuelas, pero se sospecha que tanto Geest como Haecht valoraban especialmente estos maestros en detrimentos de los de otros países, especialmente los italianos. De hecho, Geest enseña a los archiduques, como pieza más señera, una obra de Quentin Metsys, pintor del que también se muestran otros cuadros, colocados por lo demás en lugares de preferencia. Habría que indicar que el mercader también atesoró algunas obras de escultura, bien que escasas y de menos valor que las pinturas. Se trata de las habituales copias de esculturas clásicas.
Dos últimas observaciones: la estancia en la que Haecht sitúa la escena debe ser imaginaria, pero resulta plenamente real esa presentación de los cuadros en plan horror vacui, mezclando escuelas y géneros pictóricos. De hecho esta forma de exponer era la típica hasta hace bien poco. Uno recuerda así al antiguo Museo de Arte Romano de Mérida y con este estilo de almacen era como Moneo quería enseñar las piezas de esa colección.
Vean además que, aunque estamos en la Europa católica, los cuadros con escenas religiosas no son objetos de devoción sino obras de arte, lienzos que se admiran por sus autores y que han perdido el caracter sacro que tuvieron en origen.
La obra que nos ocupa se expone en la Rubenshuis (casa-taller museo de Rubens) en Amberes, Bélgica. El cuadro es un óleo sobre tabla y mide 100 x 130 cm.